Un abuso que no deja huellas visibles
Hay cerca de 20.000 radioficionados/as en la Argentina. ¡Imagínense en el mundo! La radioafición es un hobby más entre muchos. Esta actividad permite comunicarse, con un equipo de radio y una antena, con cualquier parte del mundo y fuera de él, hasta con la Estación Espacial Internacional (ISS). ¿Logré despertarle el bichito de la curiosidad y quiere hacer el curso? Estoy seguro de que en su barrio hay un Radio Club y usted no lo sabía. Todos los años se reciben miles de radioficionados, entre ellos también muchas Yankee Lima (o Young Lady), es decir “mujer joven”, como se les dice cariñosamente en radio. Existe en esta afición una normativa de ética operativa, de cómo desempeñarse frente a otro colega, algo así como un código moral y de camaradería, donde la solidaridad es inquebrantable. Es por eso que, ante la violencia y abuso sufridos por la Leticia, la comunidad de radioficionados está en alerta. A este individuo, que traspasó los límites con una actitud destructiva hacia esos valores e intentó desvirtuarlos, hiriendo moral y físicamente a una colega, deberían sacarle la licencia y juzgarlo por violencia y abuso de género. Lo mismo que con las denuncias que la Justicia recibe del colectivo #NiUnaMenos. Pero esa acción es casi imposible de realizar porque el llamado por radio no deja “huellas visibles”, pero sí un tendal de oyentes que obran de testigos imposibilitados de desenmascararlos, lo que permite que ellos se desplacen impunes por diferentes frecuencias. Frente a estos fantasmas, que cargan sus antenas con perversidad, y corrompen la conducta honesta que ya no los engalana, el repudio les cae encima. Leticia hizo la denuncia correspondiente al Ente Nacional de Comunicaciones (ENaCom).
No permitamos con la indiferencia, que un episodio como este vuelva a tener víctimas ni salpique la radioafición, ni las ganas de conquistar el mundo y el espacio desde la comodidad de casa.