Entre el arte y la salida laboral, la Fundación Discar cumple 30 años
Victoria Shocrón creó la Fundación Discar en 1991. Pero hacía cinco años que tenía la idea en mente. Un encuentro fortuito en una playa de Mar del Plata había funcionado como un destello de entendimiento.
“Era 1986. Mi hijo era chiquito y muy rubio y yo tenía que cuidarlo del sol. Para que estuviese entretenido, inventaba actividades a la sombra. Aquel día se me había ocurrido un juego rítmico con los baldecitos de playa”, dice por teléfono Victoria.
Mientras ella golpeaba un baldecito y su hijo le respondía a ese código con el mismo ritmo, se acercó un nene. “Le pregunté si quería jugar con nosotros, no me contestó y se alejó. Pero cuando retomé el juego volvió y me respondió sumándose a mi hijo y a mí”. Recién en ese momento Victoria advirtió que el nene, que no le había contestado pero seguía con precisión la consigna rítmica, tenía algún tipo de discapacidad intelectual.
“Encontrar que ese juego podía ser un canal de comunicación -el ritmo y la vibración en lugar de la palabrafue movilizador para mí”. Como actriz y bailarina, Victoria sabía que el arte era un medio de conexión pero hasta ese momento no lo había asociado a la inclusión.
Al regreso del viaje, ella siguió trabajando y criando junto a su esposo, Pedro Roson, a su hijo. En ese tiempo empezaba un contrato y le surgía otro. Así por cinco años, hasta que en 1991 por primera vez tuvo un hueco. “Creo que esa ventana de tiempo apareció para ver si estaba dispuesta a cumplir con lo que me había propuesto: crear un espacio de arte para personas con discapacidad”.
Victoria convocó a un grupo de docentes de música, teatro, danza y artes plásticas. “No quería que fuese un espacio médico. Quería que las personas se pudieran formar con la misma calidad artística con la que yo lo había hecho”, dice.
Después de armar un plantel de educadores presentó la idea al entonces director del Centro Cultural General San Martín, Alberto Fernández de Rosa. Consiguió su apoyo y que las autoridades de una escuela de Las Cañitas le prestaran aulas. Se anotaron, de a decenas, chicos y chicas que no encontraban un espacio-de estudio, de trabajo, de independencia después determinar el colegio.
Victoria fue la primera que logró que decenas de empresas argentinas contrataran a personas con discapacidad. Hoy la fundación, además de mantener el eje en las capacitaciones artísticas, tiene un programa de empleo, que ya dio trabajo a alrededor de 400 jóvenes y adultos en 35 empresas del país.
“La fundación hace una capacitación en la empresa, la presentación del empleado y un seguimiento durante toda la vida laboral. Tenemos varios que se jubilaron y eso es una fiesta”, agrega y antes de despedirse y cortar la llamada comenta que jamás volvió a ver a aquel nene de la playa. “Hoy debe ser un muchacho grande. Me encantaría que supiera que gracias a él pasó todo esto”.w