Clarín

Con más acción pero menos sorpresas

- Sabrina Galante sgalante@clarin.com

Protagonis­tas: Lali Espósito, Miguel Ángel Silvestre, Verónica Sánchez, Yany Prado, Asier Etxeandia, Enric Auquer Creación: Alex Pina, Esther Martínez Lobato Dirección: Eduardo Chapero-Jackson, Javier Quintas, David Victori. Emisión: Netflix.

Si escapar de sus proxenetas se coronó como el plan maestro de las protagonis­tas en su primera temporada, ahora se dio vuelta el tablero (al menos por un buen rato). Y, con más sed de venganza que deseos de libertad, en Sky rojo 2 las fichas las mueven ellas.

Porque, aunque huir de ese infierno disfrazado de neón y luces encandilan­tes fue el motor impulsor de Wendy (Lali Espósito), Coral (Verónica Sánchez) y Gina (Yany Prado), a este trío de mujeres valientes y víctimas de trata ya no les alcanza con sobrevivir y salvarse mutuamente.

Hay mucho más en juego en esta segunda temporada, que se estrenará el viernes 23 de julio, por Netflix: y eso quedará de manifiesto en un renovado paquete, aunque no tan distinto a su anterior entrega. Clarín pudo ver ya los nuevos episodios, para trazar un escenario de lo que se verá.

Pero con los cazadores convertido­s en presa, el peligro no cesa. Esta vez, el choque de fuerzas entre personajes se vuelve todavía más álgido después de una serie de sucesos que desatan una venganza mutua. La de ellas, motivada por una herida convertida en fortaleza, y la de sus captores, que buscarán cobrarse esa rebeldía sin escrúpulos.¿Los resultados? Un festival de escenas de persecució­n que pone la acción al servicio de la trama, aunque se trate de un recurso más que utilizado en la primera temporada. Y, si bien por momentos pierde velocidad, la banda sonora le aporta esa fuerza que compensa los tiempos de la narración.

El sello estético en la fotografía le sigue dando contraste al horror, en la superprodu­cción española creada por los autores de La casa de papel, Alex Pina y Esther Martínez Lobato, con una apuesta visual que presume de sus fantástico­s exteriores en Tenerife.

Por eso las cinematogr­áficas escenas de carretera, escenario de amenazas a punta de pistola que no terminan de dar con un esperado clímax, siguen siendo dignas de admirar.

A diferencia de la temporada uno, la cuota de humor negro le cede lugar al drama y, en una entrega más violenta, la sangre es casi una extensión a los vestuarios glam de las jóvenes.Aunque hablar del burdel como un oasis del disfrute es parte del cinismo que le aporta Asier Etxeandia (Romeo), un villano con tanta maldad como carencia afectiva, las atrocidade­s que transcurre­n puertas adentro del club Las Novias no dejan lugar a la imaginació­n.

La violencia sexual persiste y es tan cruda como necesaria de mostrar, porque, como bien lo sabe su director, no es lo mismo ver que imaginar.w

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Sale humor negro, entra drama. Lo nuevo también se define por ahí.

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