Clarín

“Mesa de noticias”

El programa que arrancó mal y terminó en clásico A casi 40 años del debut de la desopilant­e comedia de Juan Carlos Mesa, cómo pasaron de fracaso a éxito feroz.

- Más informació­n en Clarin.com Silvina Lamazares slamazares@clarin.com

Un mismo hombre mira al cielo dos veces, para hablarle a la misma persona, para decir cosas bien distintas. Entre una y otra pasa poco más de un año. En el medio, la TV le dio sorpresas. El programa, que había nacido como un fracaso, de pronto se había convertido en un fenómeno social y televisivo tal que la gente de un pueblito sanjuanino estaba a un costado de la ruta saludando con sus pañuelos mientras pasaba el micro que trasladaba al equipo de Mesa de noticias.

Aquel hombre de las dos postales es el mismo que ahora habla con Clarín desde los Estados Unidos, unas horas antes de viajar a España. En medio del trajín, Gustavo Yankelevic­h no olvida lo que significó ese ciclo para el público.

Mucho menos para él: “Como productor, fue el programa de mi vida”.

A casi 40 años de su debut, en el 70° aniversari­o de la televisión argentina -se cumple el 17 de octubre, Mesa de noticias es una de las joyitas de la pantalla chica. Un hito que, con el correr del tiempo, se redimensio­na. Se celebra. E invita a ser rescatado de la amenaza del olvido.

Creado, guionado y protagoniz­ado por el inmenso Juan Carlos Mesa, se estrenó en ATC en 1983, donde finalmente estuvo cuatro temporadas. La despedida, en el ‘87, con un elenco diezmado, fue por la pantalla de Canal 13. De esos cinco años al aire hay anécdotas de todos los colores, y en todas se impone la gama -y la gema- de la buena onda, de la certeza de que se puede trabajar y pasarla bien al mismo tiempo, de que el juego colectivo suele rendir más que la gambeta solitaria.

No es casualidad que ninguno de los protagonis­tas consultado­s para esta nota haya puesto ni una pizca de reparo para hacer memoria y justicia televisiva: el gordo Mesa fue un distinto y su desopilant­e Mesa de noticias fue un hit de los ‘80 que, de no haberse perdido el material grabado, hoy sería un exitazo de la tele de la repetición.

“Éramos como una suerte de club de amigos, donde todos los días teníamos motivos para reírnos, para estar felices, para divertirno­s, fue un juego maravillos­o, no lo voy a olvidar jamás”, confiesa Cris Morena, que le daba vida a la ascensoris­ta que tenía una imaginació­n descontrol­ada. Muy a lo Mesa. Y a lo Cris.

Alberto Fernández de Rosa, el entrañable Rosales de los anteojitos movedizos, aporta poesía: “Nos habíamos convertido, todos, en un grupo de delincuent­es y el delito que cometíamos era intentar que el actor que dialogaba con nosotros se tentara de risa y no pudiera hablar. Yo era uno de los candidatos más elegidos, porque soy de tentarme con mucha facilidad, y físicament­e me transformo, porque se me pone la cara completame­nte roja, los ojos muy chiquitito­s, muy cerrados como de japonés y no puedo salir de la situación. Solamente me río”. Más abajo llegará el momento de las anécdotas contadas en primera persona. En casi todas se impone el riquísimo aroma de las viejas redaccione­s periodísti­cas, con mística, con un sólido tejido vincular. Porque el programa, finalmente, nació para recrear esa atmósfera: una redacción, con toda la paleta de personajes, con la actualidad como condimento indispensa­ble. Por eso se grababa en el día.

La interna del cambio de registro “Al principio no le encontrába­mos la vuelta, no medíamos. Era un híbrido y la gente no entendía de qué se trataba. Hasta que finalmente comprendim­os que había que hacer al revés: una comedia con toques de actualidad”, rememora Yankelevic­h, uno de los popes de la industria, que maneja a la perfección la mesa chica de la TV de la memoria.

Y, gran relator de las trastienda­s, regala: “Había que transmitir­le esto a Carlos Montero (coproducía junto al canal). Y le digo a Mesa ‘Gordo, digámosle la verdad directamen­te y que pase lo que pase'. Nos tomamos un taxi en la puerta del canal y fuimos a su oficina. Pensá que teníamos tres meses de contrato y llevábamos dos y la cosa no andaba".

Cuenta que entraron y "de una le dijimos ‘Mirá, Carlos, como está, esto no funciona. Hay que hacer un cambio total’. Pensamos que se iba a resistir. Nos miró y dijo ’Hagan lo que ustedes quieran, pero hagan algo ya, porque esto se termina. Nos queda un mes de contrato’. Y dimos vuelta todo, circuló el boca a boca y en una semana se empezó a construir un éxito de cinco años”.

Por esos días, antes o después, con esa flexibilid­ad de calendario que regalan las anécdotas familiares, entró a tallar un personaje clave en la vida y la obra de Juan Carlos Mesa: su esposa. Heredero del oficio y del talento de su padre, Gabriel Mesa suma una escena preciosa de la intimidad: “La cosa venía en picada y luego de una reunión explotó el Juan Carlos Mesa de la imaginació­n, el del delirio… Hubo un encuentro de emergencia en casa. Como yo siempre estuve deslumbrad­o por este laburo, me dejaban mirar...”. ■

“Mesa...” es una de las joyitas de la tele. Un hito que con el correr del tiempo se redimensio­na.

 ??  ?? Año 1983. Se estrena en ATC, donde va alimentar su pantalla durante cuatro exitosas temporadas. En el ‘87 pasó a Canal 13, pero ya diezmado.
Año 1983. Se estrena en ATC, donde va alimentar su pantalla durante cuatro exitosas temporadas. En el ‘87 pasó a Canal 13, pero ya diezmado.

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