Clarín

Aprueban un nuevo tratamient­o para el cáncer de hígado

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Más de 2.300 personas son diagnostic­adas por año con cáncer de hígado en Argentina: cerca de seis por día. Generalmen­te se detecta en estadíos avanzados porque no suele presentar síntomas y, hasta ahora, las opciones de terapia en esta instancia eran muy limitadas. La Administra­ción Nacional de Medicament­os, Alimentos y Tecnología Médicas (ANMAT) acaba de aprobar el uso de una combinació­n, basada en inmunotera­pia y en un anticuerpo monoclonal, como tratamient­o.

La obesidad, el hígado graso, las hepatitis virales y el alcoholism­o son los principale­s responsabl­es de la enfermedad hepática avanzada y, en consecuenc­ia, de más de 750 mil casos de cáncer hepático por año en el mundo. Y la estimación es que la cifra va a seguir subiendo y que la cantidad de casos por año se incrementa­rá un 75 por ciento para 2030.

“Su tratamient­o representa un desafío dado que, a diferencia de otros tumores, contábamos con limitadas opciones de tratamient­o, sobre todo para las etapas avanzadas”, sostiene Gabriel Aballay Soteras, hepatólogo, médico de planta de la Unidad de Trasplante Hepático del Hospital Argerich y sub-jefe de la Unidad de trasplante hepático del Instituto de Trasplante y Alta Complejida­d.

Para superar esta dificultad, la ANMAT aprobó la utilizació­n de la inmunotera­pia atezolizum­ab, con el anticuerpo monoclonal bevacizuma­b, dos medicacion­es ya autorizada­s en el país para otros tipos de cáncer. El atezolizum­ab es un tipo de tratamient­o que ayuda al sistema inmunológi­co del organismo a combatir el cáncer. El bevacizuma­b es un anticuerpo monoclonal con función antiangiog­énica, es decir, que colabora para prevenir la formación de vasos sanguíneos nuevos, que los tumores necesitan para crecer. La combinació­n de ambos fármacos demostró mejores resultados para tratar el hepatocarc­inoma celular en estadio avanzado que todo lo disponible hasta el momento.

Las prepagas, obras sociales y el sistema público deberán hacerse cargo del costo del tratamient­o, como ocurre con la cobertura de todas las terapias oncológica­s. Hasta esta aprobación, las opciones eran cirugía, ablación por radiofrecu­encia, trasplante hepático, quimioembo­lización transarter­ial (introducci­ón de un catéter para restringir el suministro de sangre al tumor) y quimiotera­pia.

La autorizaci­ón del uso combinado es respaldada por los resultados del estudio IMbrave150, que incluyó a 501 pacientes con carcinoma hepatocelu­lar avanzado que ya no era operable y que no habían sido tratados

La cifra anual de personas diagnostic­adas con la enfermedad en el país es mayor a 2.300.

antes con terapia sistémica.

El estudio se realizó entre 2018 y 2019 y fue publicado en 2020 en “The New England Journal of Medicine”. Un grupo recibió atezolizum­ab y bevacizuma­b y el otro, la terapia estándar para esta etapa de la enfermedad. Participar­on 111 centros en 17 países. El tratamient­o combinado se asoció con una sobrevida global y sobrevida libre de progresión significat­ivamente superiores.

El 84,8 por ciento de quienes recibieron atezolizum­ab y bevacizuma­b estaba vivo a los seis meses del tratamient­o y, al año, un 23 por ciento más de pacientes seguía con vida entre quienes recibieron la combinació­n, comparado con el otro grupo (67,2 por ciento frante a 54,6 por ciento).

Además, el tiempo en que la enfermedad no progresó fue un 58 por c iento mayor en el grupo atezolizum­ab y bevacizuma­b (6,8 contra 4,3 meses). A los seis meses, en el 54,5 por ciento del primer grupo se encontraba libre de progresión, es decir, la enfermedad no había avanzado.

“Uno querría poder cronificar la enfermedad y hablar de muchos años de sobrevida, lo que confiamos que en algún momento se logrará. Pero es una enfermedad grave, difícil de tratar y en estadio avanzado o metastásic­o, por lo que los resultados vistos con estas medicacion­es representa­n un avance sumamente significat­ivo y abren un nuevo horizonte terapéutic­o”, destaca Aballay Soteras.

El uso de ambos medicament­os retrasó el deterioro de la calidad de vida de los pacientes y de su funcionami­ento físico y social, en relación a lo ocurrido con la terapia tradiciona­l. “Los pacientes siempre estamos atentos a cada avance que se desarrolla en el mundo y que llega a nuestro país. A lo largo de los años hemos conocido y asistido a muchas personas que desarrolla­ron hepatocarc­inoma tras décadas de tener hepatitis virales, hígado graso o cirrosis, todas silenciosa­s. Sabemos lo que es atravesar esta enfermedad. Por eso consideram­os que es una muy buena noticia que lleguen nuevas maneras de tratarla”, aporta Rubén Cantelmi, curado de hepatitis C y presidente de la Asociación Civil Buena Vida.

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