Una lucha constante contra la mirada ajena
Juan Nimo tuvo el recordado accidente y cuatro años después ya estaba decidido a correr en un auto profesionalmente. Lo hizo en circuitos regionales y, de a poco, ascendió de categoría. En 2019 se formó el equipo RUS Med y lo convocaron para sumarse. Era el salto que esperaba. ¿Por qué lo hace? Más allá de la pasión por los fierros, tiene un objetivo. “Quiero, con buenos resultados, posicionarme y trascender a la persona con discapacidad. Demostrar que se puede”, dice. Alberto Canapino empezó a trabajar en el proyecto de su auto y, tras su muerte, el que encabezó ese proyecto fue Guillermo Cruzzetti, uno de los ingenieros más reconocidos del automovilismo argentino. “El Gatito no tiene una discapacidad; por el contrario, hay que ser muy capaz de poder manejar todo sólo con las manos. Diría que es una dificultad extrema y se requiere mucho más talento que para manejar un auto con el cuerpo completo”, dice Cruzzetti.
-Vos lo lograste, Juan.
-Todo lo que hice fue para poder llegar al automovilismo. Yo no buscaba que armen una categoría para mí sino competir de igual a igual contra lo convencional. Hacer funcionar el auto con dos manos al mismo tiempo que el resto no fue sencillo. Para mí terminar una carrera en estas condiciones y encima sumar un podio tiene mas sabor que la victoria que pueda elegir de mi carrera anterior. Me pasa que, a veces, alguno me dice: “Pero si es lo que querías, ¿por qué decís que cuesta tanto?”. Y sí. No es fácil acoplar una persona con discapacidad a un mundo sumamente convencional como lo es el del automovilismo. El mayor objetivo, más allá de ser competitivo, es que la gente del mismo medio te considere piloto. Siempre sos “el pibe que logró llegar y se está sacando las ganas de eso”. Hoy mi vida no pasa por volver a caminar. Porque yo me lesioné y mi vida continuó.