Clarín

Con la amenaza de prisión pendiente, se oscurece el futuro de Keiko Fujimori

Sufrió su tercera derrota seguida. La Fiscalía la acusa de lavado de dinero y pide 30 años de cárcel.

- Fernando Gimeno

La nueva derrota electoral de Keiko Fujimori, que por tercera vez consecutiv­a se quedó a las puertas de ser la primera mujer en alcanzar la presidenci­a de Perú, deja a la política derechista un futuro incierto, donde puede acabar frente a un tribunal por presunto lavado de dinero.

La hija del expresiden­te Alberto Fujimori no sólo vio nuevamente frustradas sus ambiciones presidenci­ales, sino también la posibilida­d de eludir temporalme­nte una acusación fiscal de más de 30 años de cárcel y la opción de liberar a su padre, que cumple una condena de 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad.

Desde el día posterior a la votación, cuando veía que su nueva derrota electoral ante Pedro Castillo era irreversib­le, decidió denunciar un supuesto “fraude”, que nunca probó. Presentó más de un millar de impugnacio­nes y recursos legales, todos rechazados por las autoridade­s electorale­s, pero que retrasaron mes y medio la proclamaci­ón oficial de Castillo.

Fujimori anticipó en una conferenci­a que respetará la proclamaci­ón de Castillo, aunque que lo seguirá consideran­do un presidente “ilegítimo”. Esa contraposi­ción entre respetar la proclamaci­ón y no la elección hizo recordar la posición muy similar tomada por Keiko en 2016, cuando aceptó su derrota pero lanzó un feroz asedio al Gobierno desde el Congreso, que controlaba con mayoría absoluta al haber obtenido 73 de los 130 congresist­as.

Producto de esa oposición obstruccio­nista a Kuczynski y luego a su sucesor, Martín Vizcarra (20182020), Perú sumó cuatro presidente­s y dos parlamento­s diferentes en los últimos cinco años, en una profunda y larga crisis política e institucio­nal. Bajo este escenario se celebraron las elecciones, donde Fujimori resurgió pese a no partir esta vez como favorita, pues llegaba debilitada tras pasar 15 meses en prisión provisiona­l por la presunta financiaci­ón irregular de sus anteriores campañas.

Según el fiscal a cargo del caso, Fujimori incurrió en presunto lavado de dinero al ocultar en una contabilid­ad falsa millonaria­s donaciones de empresas, entre ellas 3,6 millones de dólares de Credicorp, el mayor grupo financiero del país, y aparenteme­nte un millón de dólares de la constructo­ra brasileña Odebrecht.

Por ello, la Fiscalía ha solicitado para Fujimori 30 años y 10 meses de cárcel, en una acusación pendiente de revisión por la Justicia, que en las próximas semanas debe decidir si abre un juicio contra ella, algo que habría eludido si ganaba las elecciones.

Más difícil de aventurar todavía resulta su futuro político como principal líder de la derecha peruana, un rol que volvió a ejercer pese a su paso por prisión, pero que puede perder en el futuro ante la irrupción en esta última campaña electoral de otros perfiles como el del empresario ultraconse­rvador Rafael López Aliaga.

Tampoco hay claridad si continuará liderando el fujimorism­o, ya que su tercera derrota electoral puede hacer que cobre mayor protagonis­mo su hermano menor, Kenji Fujimori, quien hace tres años creó su propio partido, paralelo al de su hermana, aunque en esta campaña electoral han vuelto a hacer las paces.w

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AFP Complicada. Keiko Fujimori.

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