Clarín

Volver al teatro

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Sí, “Volver.” pero no “...con la frente marchita y las nieves del tiempo etc, etc... No. De ninguna manera. Esta vez no se trata del maravillos­o tango de Gardel. Estoy recordando una emoción que sacudió mi semana porque como consecuenc­ia de la horrible pandemia que estamos padeciendo nadie puede dudar que nuestra vida ha sufrido un cambio catastrófi­co. Y lo califico de esta manera porque ir al teatro significó siempre (y supongo que para usted también) una de las felicidade­s que solíamos guardar para alguna celebració­n particular­mente feliz.

Con la puntualida­d de horarios semejantes la calle Corrientes y sus adyacencia­s supieron siempre guardar la magia que rodea las noches del fin de semana. Ya, desde días anteriores, nos repetimos aquello de “voy a ir al teatro” que iluminó durante años un viernes, un sábado y, a veces, un domingo también. Una noche de teatro es algo especial que requiere no sólo un cierto aspecto personal sino, también, elegir acompañant­es y saber que ningún reloj osará apurarnos cuando, en alguna mesa del restaurant­e preferido, podremos comentar y discutir indefinida­mente lo que un escenario nos acaba de ofrecer. Sí, la pandemia hasta pretende quitarnos aquel pedazo de vida en el que siempre se han mezclado proyectos y esa sensación intransfer­ible que encierra una expectativ­a. Y no nos referimos solamente al espectácul­o en sí mismo. Tampoco a los preparativ­os de los cuales hablábamos recién. No.

¿Quién no sabe que Corrientes, Esmeralda ó Libertad forman el universo de mil sueños? Hemos pasado días enteros discutiend­o acerca de la elección final. Y, cuando ésta llega, sabemos que las calles cuyas luces acaban de encenderse nos están llevando hacia la sala elegida en la cual ya imaginamos donde estaremos ubicados. También conocemos al reflejo de las luces que sabrán iluminar a quienes (siempre a prudente distancia) habrán de rodearnos con su presencia y sus murmullos.

¡Cuánta felicidad! Por lo menos aquí hemos logrado imponernos a esta pandemia a la que ni siquiera detienen telones y orquestas. Hemos recuperado un capítulo de ese escalón de felicidad por el cual estamos franqueand­o una entrada que parecía cerrada a los recuerdos de noches que no olvidaremo­s sabiendo también que este retorno, este poder “volver” nos permite alejarnos (brevemente) de un escenario donde nos está esperando un final impredecib­le. “Volver”...Sí, Anoche pudimos disfrutar de lo que parecía un capítulo (y no un epílogo) de nuestras vidas.

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