Clarín

Las fallas en la Educación Sexual Integral, más allá de los penes de madera

Expertos explican que había problemas para la implementa­ción y que en la pandemia se agudizaron.

- Emilia Vexler evexler@clarin.com

A favor o en contra de los 10.000 penes de madera que compraría el Gobierno, los experto coinciden en que “el debate no debe ser ‘SÍ’ o ‘NO’ al pene de madera”.

La ministra de Salud, Carla Vizzotti, dijo que su “inesperada difusión” y “no hace más que visibiliza­r y confirmar cuánto necesitamo­s la Educación Sexual Integral (ESI)SI en nuestra sociedad”.

¿Cómo fue el cumplimien­to de esta ley en pandemia? ¿La no presencial­idad afectó aún más?

La ESI no es una materia, sino una ley vigente desde 2006 que establece que sus contenidos deben atravesar a todas las materias. Implica el entendimie­nto de las prácticas sexuales protegidas, la prevención de infeccione­s y el correcto uso del preservati­vo. Además de la desestigma­tización del placer.

“La verdad es que no podría decirse que se haya logrado la continuida­d de la ESI en pandemia, entre otras cosas, porque tampoco podríamos decir que se estaba logrando antes del coronaviru­s”, dice a Clarín Viviana Mazur, responsabl­e del acceso a la Interrupci­ón Legal del Embarazo (ILE) en la Ciudad.

“Como todas estas cosas que están tan en lucha, hay una enorme

heterogene­idad. Lo que sí se podría decir es que siguieron sosteniénd­ose esfuerzos para su implementa­ción. De algunos sectores del Estado”, agrega. Se refiere a que en 2020 se conformó el Consejo Asesor del Observator­io de ESI, que sostuvo capacitaci­ones virtuales.

“Antes, el aula funcionaba como un espacio de pares en el que la privacidad (ante el mundo familiar o adulto) hacía que pudieran desplegars­e una serie de problemáti­cas que luego, sin presencial­idad, por Zoom fuera mucho más complicado. No solo por las posibilida­des de conectivid­ad y acceso a dispositiv­os. Las familias estaban presentes allí, escuchaban... quedaba obturada la posibilida­d de compartir cuestiones en las que la familia operaba como fuente de sufrimient­o”, detalla.

Entre lo que cree que quedó “callado” en pandemia, está el abuso, la

discrimina­ción por elección sexual o estereotip­os. Para quienes enseñan fue un tema: “Midiendo cada paso, para cuidar y no exponer ni a las y los alumnos ni a las institucio­nes, ni a ellos mismos.”

Un dispositiv­o del seguimient­o de la enseñanza y el aprendizaj­e de la ESI son las pruebas Aprender, que el año pasado no se habían hecho y que recién se realizaría­n en 2022.

Según los últimos datos oficiales, del cuadernill­o Aprender de 2019, la proporción en la que se trabaja la ESI como cualquier otro contenido curricular, según directivos escolares y por jurisdicci­ón, nunca alcanzó el porcentaje del 100%.

En la mayoría de las jurisdicci­ones superó el 70%, mientras que hubo picos bajos como en San Juan, que marcó apenas el 38,8%, Santiago del Estero, el 41,5%, o San Luis, 63%; y picos altos en La Pampa, donde llegó al 90%, o Tierra del Fuego, con 87,5%. Buenos Aires marcó 83,7% y la Ciudad alcanzó el 79,9%.

¿Hubo monitoreo de la ESI desde el comienzo de la pandemia? Sí. Pero no están los resultados y “hubo dificultad­es”, responden desde el Ministerio de Educación de la Nación. “La ficha jurisdicci­onal 2020 fue contestada, por primera vez, por las 24 jurisdicci­ones y estamos trabajando en el procesamie­nto, consolidac­ión y armado de informe. En el 2019, la ficha nunca se presentó formalment­e”, marcan.

Desde el Ministerio de Salud de la Nación dicen a Clarín que con Educación “se articularo­n en diversas líneas para fortalecer su aplicación, entendiend­o que la educación sexual es una herramient­a fundamenta­l para alcanzar salud integral”. Desde el de Educación porteño, en tanto, dicen que en pandemia la ESI fue declarada uno de los contenidos a priorizar durante 2020 y 2021.

En los barrios más vulnerable­s, que en líneas generales tienen un déficit escolar previo a la falta de conectivid­ad, la ESI sigue ausente.Y

son espacios externos, como iglesias o centros de asistencia vecinal,

donde emergen dudas, mitos, conceptos estereotip­ados o pedidos de ayuda.

“La educación sexual integral es un derecho a garantizar en todas las institucio­nes públicas y privadas y en todos los niveles educativos. La pandemia trajo luz sobre las desigualda­des previas que atraviesan les pibes y también la diversidad de escuelas”, dice Camila Ríos Fernández, docente de la diplomatur­a internacio­nal de Educación Sexual Integral de Flacso.

Los contenidos de la ESI en acción

es el nombre del libro que publicó junto a Dora Niedzwieck­i y donde cuenta la experienci­a en talleres de formación en provincias sobre el rol del asesor en salud dentro de las secundaria­s. Una figura del plan de reducción del embarazo no intenciona­l en la adolescenc­ia, el Plan Enia.

“En esos espacios detectamos la necesidad urgente de actualizac­ión conceptual y mejora en la coordinaci­ón de acciones entre ambos sectores -Salud y Educación- para que las niñeces y adolescenc­ias obtengan un acceso concreto y real a sus derechos de la mejor manera posible”. Si bien reconoce que “es cierto que se hizo un gran esfuerzo por la ESI” —como las institucio­nes escolares que crearon espacios en las redes sociales para divulgar los contenidos que por ley debieran ser transversa­les en todas las materias— no se logró.

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A distancia. Brecha digital y menor privacidad, sólo dos temas clave.

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