Crítica a la justicia tecnológica
Desde antes que se instalara, y en Sudamérica, especialmente, desde esta columna decíamos que el VAR iba a traer más complicaciones y sospechas. Todo esto viene a cuento por los dos goles no concedidos a Boca en los partidos ante Mineiro y la posterior derrota en la serie de penales que significaron la eliminación de la Libertadores.
Fue válido el tanto del Pulpo González en la Bombonaera. Se sabe que el fútbol es un juego de contacto. Y la mano de Briasco apoyada en la espalda de un rival sin impedir su desplazamientoen la acción previa, de ninguna manera se puede considerar infracción. el colombiano Andrés Rojas lo concedió pero requerido por el VAR, fue y tras ver lo mismo que todos los que lo rodeaban, decenas de veces, cambió su decisión y lo anuló. El uruguayo Esteban Ostojich hizo lo ismo en el MIneirao. El llamado del VAR y el marcado de una línea en la televisión en la que se ve ¡la rodilla! de González ligeramente adelantada cando estaba paralelo a un adversario, determinó la nueva anulación. Sin garantías que esa raya marcara el momento exacto del remate de Villa y sin que González molestara al arquero.
Fue demasiada la casualidad de las dos situaciones sucesivas como para no dudar de una irregularidad manipulada en los dos partidos. Boca elaboró una nota de queja pero queda a la vista que fue claramente perjudicado. Ala pérdida deportiva se suma la económica.
La Conmebol -ya dio muestras de poco seriedad en otras oportunidades-no tomó ninguna decisión respecto de este escandaloso despojo, sin responsables identificados. Cuando la simple lógica indicaría que se vuelva a jugar un partido en un lugar neutral, para achicar la injusticia de la definición. Luego se sucedieron lamentables incidentes en la zona de vestuarios con supuestas burlas que desencadenaron un bochorno de golpes (con Raúl Cascini a la cabeza y el presidente de Mineiro arrojando botellazos) gases de la policía y posterior detención de varios jugadores y dirigentes de Boca. Pero eso se trata en otra parte
Pobre fútbol. Su atracción incomparable parece atropellada por la búsqueda de “una justicia tecnológica” con el VAR que no es más que otra arma propicia para la corrupción. ■