Milwaukee, un equipo “chico”, gritó campeón tras casi 50 años de ostracismo
Dio vuelta la serie ante Phoenix y se coronó. Y celebraron más de 65 mil de los 590 mil habitantes de la ciudad.
Pasa en cualquier campeonato deportivo. Incluso en muchos sucede con una tendencia mucho más “feroz”: equipos que dominan en base al poderío económico. La NBA tiene algunas herramientas como para intentar “evitar” de algún modo que eso ocurra. Sin embargo, cada vez más estrellas se enfocan en los “grandes mercados”. Pues bien: a ninguno le alcanzó para vencer a Milwaukee, que sumó el segundo título de su historia medio siglo después del primero. Y ese es un bálsamo para las franquicias “chicas”.
Cobra valor la consagración de los Bucks, un equipo que, entre los 30 de la liga, la revista estadounidense Forbes lo ubica como el 20° en términos del valor comercial. Sus ingresos de explotación son de “apenas” 28 millones de dólares anuales: casi nada si se los compara con los 200 millones que generó Golden State.
Lógico. Con 590 mil habitantes, Milwaukee es la 30ª ciudad estadounidense más habitada y está lejos del casi millón para arriba que tienen otras locaciones de la NBA (San Francisco, Indianápolis, Dallas, San Antonio, Filadelfia, Phoenix, Houston, Chicago, Los Angeles o Nueva York). Las dos últimas son las capitales del basquetbol profesional estadounidense -al menos, en términos económicosy las grandes estrellas lo dejaron claro en los últimos tiempos. La aglomeración de cracks en esas ciudades fue total.
“¡Carajo, no sé por qué alguien querría ser buzo de la Marina!”, entona en una escena ya mítica de la película “Hombres de honor” el magistral Robert de Niro cuando se refiere a las dificultades que transita alguien que se entrega a ese cuerpo.
Bien podría parafrasearse esa línea del guión para preguntar por qué alguien querría jugar para Milwaukee.
Es una ciudad que ni siquiera figura entre las 30 más visitadas de su país, en la que en gran parte del año está nublado, donde el frío castiga con fuerza y que está totalmente eclipsada por Chicago, ciudad que, a menos de dos horas de distancia en auto, es una de las cinco más elegidas por el turismo local e internacional en Estados Unidos.
Pero los Bucks nunca dejaron de apostar por sí mismos. Los ayudó el éxito temprano que tuvieron, en gran parte gracias a la fortuna: una moneda que les permitió tener la primera elección en el draft de 1969 para terminar llevándose a Kareem Abdul-Jabbar en detrimento de... Phoenix.
A aquellos años de éxito, coronados con el título en 1971, les siguieron muchas campañas de ostracismo más allá de algunas eventuales clasificaciones a los playoffs. Hasta 2014.
Ese año el senador Herb Khol, que había comprado la franquicia en 1985 por “sólo” 18 millones de dólares, la vendió por 550 millones a Wesley Edens y Marc Lasry. Una década antes, Khol se había negado a venderle a los Bucks a Michael Jordan.
A Khol se le puede cuestionar el poco éxito deportivo que mostró la franquicia durante su gestión, pero no el sentido de la pertenencia. Fue su llegada la que aseguró la permanencia del equipo en Milwaukee y fue él quien exigió expresamente para venderlo que no se lo mudara de ciudad.
En pleno centro se construyó el estadio Fiserv, inaugurado en 2018 en un territorio de 12 hectáreas que se consideró vital para desarrollar diversos emprendimientos: allí se le dio vida a lo que se conoce como “Deer district” (”Distrito Ciervo”), un barrio que se volvió un punto neurálgico para comer, tomar y disfrutar de distintos entretenimientos y que hasta cuenta con el centro de entrenamiento del equipo. Allí festejaron el martes más de 65 mil personas.
El resto fue la gestión deportiva. Tuvo suerte Milwaukee: el historial de elecciones de draft de los últimos años no lo tiene como el más avezados del rubro, pero con Giannis Antetokounmpo en 2013 sacó una gema de esas que aparecen cada muchísimo tiempo, a lo Abdul-Jabbar.
Con el griego y todo el equipo comprometido, los Bucks lo hicieron y, sobre todo, les mostraron a los grandes mercados que se puede competir desde la pequeñez y sin hacer demasiado ruido. ■
Una década antes, Khol se había negado a venderle a los Bucks a Michael Jordan.