Bolsonaro insiste en que habrá fraude en las elecciones presidenciales de Brasil 2022
Se opone a las urnas electrónicas y pide boletas impresas. Los sondeos lo dan perdedor frente a Lula
El presidente Jair Bolsonaro lleva años sembrando dudas sobre la fiabilidad de la urna electrónica en Brasil, pero ahora añadió amenazas abiertas sobre la celebración de las presidenciales de 2022, previendo, según analistas, su eventual derrota. Las encuestas indican que el ex mandatario socialdemócrata Luiz Inacio Lula da Silva, aliado del también ex presidente de centroderecha Fernando Henrique Cardoso, lo derrotaría en primera o segunda vuelta.
Frente a ese panorama, asediado además por una investigación sobre su caótica gestión de la pandemia y con una marcada caída de popularidad, el mandatario dispara contra las urnas electrónicas usadas sin objeciones desde 1996. Demanda un “voto impreso y auditable” en los comicios de octubre de 2022. El pasado 8 de julio, el exmilitar y exdiputado, de 66 años, subió el tono: “O hay elecciones limpias o no habrá elecciones”. Un día después insistió que entregará la banda presidencial “a quien gane con un voto verificable y confiable”.
Toda la escena recuerda la estrategia de Donald Trump en EE.UU., un líder muy admirado por Bolsonaro, que comenzó a armar su denuncia de fraude desde mucho antes de las elecciones de noviembre pasado y las mantiene aún hoy. El brasileño aumentó la apuesta y llegó a decir que, si no se respeta su demanda, en el país “podría ocurrir algo peor” a lo sucedido en Norteamérica, donde una banda partidarios de Trump invadieron el 6 de enero pasado el Congreso.
Esta semana, el mandatario brasileño sugirió que, si el Legislativo no aprueba una enmienda constitucional para incluir el voto impreso, podría no presentarse a las elecciones. Antes había dicho que pediría el recuento público de los votos. “Los comentarios de Bolsonaro sobre las elecciones forman parte de una estrategia para erosionar la confianza en el sistema electoral y facilitar una posible impugnación de los resultados si no consigue vencer”, dijo a la AFP Oliver Stuenkel, de la Fundación Getulio Vargas. Además, mantenerse “políticamente relevante” si es derrotado, añadió.
Este jueves el ministro de Defensa, el general Walter Braga Netto, negó haber condicionado la realización de las elecciones a que se cumplan las demandas de su jefe. El ministro se pronunció tras la publicación de un informe en el diario brasileño O Estado de Sao Paulo, según el cual Braga Netto habría recurrido a un interlocutor para transmitir la exigencia al titular de la Cámara de Diputados, Arthur Lira.
La popularidad de Bolsonaro cayó este mes a 24%, un mínimo desde su llegada al poder en 2019, lo que confirmaría la supremacía de Lula da Silva. “Este sin lugar a dudas es el peor momento del gobierno de Bolsonaro. Tiene una situación difícil y necesita generar alguna confusión con el sistema político y con las instituciones, porque eso le da tracción y mantiene cohesionada su base”, sostiene, a su vez, Creomar da Souza, de la consultora Dharma.
El mandatario asegura sin pruebas, que un fraude le impidió ganar las elecciones de 2018 en la primera vuelta y que la victoria de la aliada de delfín de Lula, Dilma Rousseff en 2014 fue también con fraude.
La oposición y gran parte de la prensa ven intenciones “golpistas” en las declaraciones de Bolsonaro, un admirador de la dictadura militar que se extendió entre 1964 y 1985, y que ha colocado a muchos antiguos hombres de armas en puestos clave.
Esas posturas también le valieron fricciones con aliados políticos en el Congreso y con jueces del Supremo Tribunal Federal. Uno de ellos, Roberto Barroso, también presidente del Tribunal Superior Electoral, afirmó que la urna electrónica es segura y advirtió que incorporar la papeleta impresa expondría el proceso a “los riesgos de manipulación” del pasado. Bolsonaro, que ha sido elegido a lo largo de su carrera por lo menos seis veces con las urnas electrónicas, lo tildó de “imbécil”.