Clarín

Advierten que la oferta de alimentos no saludables es 4 veces más visible

Ocupan más lugar y están más a mano que los saludables, según un trabajo en del IECS realizado en la Ciudad.

- Florencia Cunzolo fcunzolo@clarin.com

Ocupan más lugar en las góndolas, están más visibles y “al alcance de la mano”, pero son precisamen­te aquellos que no deberían formar parte de la dieta diaria porque su consumo se asocia a múltiples problemas de salud. Un estudio realizado en supermerca­dos porteños mostró que los alimentos no saludables ocupan 4 veces más espacio en las góndolas que los saludables.

El relevamien­to fue realizado por investigad­ores del Instituto de Efectivida­d Clínica y Sanitaria (IECS), afiliada a la Facultad de Medicina de la UBA, en 32 establecim­ientos de la Ciudad de Buenos Aires durante 2019.

Sus resultados cobran particular relevancia en el contexto actual, en el que está a un paso de sancionars­e la Ley de Promoción de la Alimentaci­ón Saludable, que obliga a implementa­r el etiquetado frontal de alimentos.

La norma, que cuenta con media sanción de Senadores y dictamen para ser tratada en Diputados establece, entre otros puntos, que alimentos y bebidas envasadas que contienen grasas, sodio, azúcares y calorías en exceso exhiban en el frente sellos negros de advertenci­a que permitan tomar decisiones informadas en forma rápida.

Se trata de galletitas dulces, golosinas, snacks salados tipo papas fritas o productos de maíz, bebidas azucaradas, entre otros que, según las

Guías Alimentari­as para la Población Argentina (GAPA), deberían ser de consumo opcional porque su ingesta en exceso daña la salud, al aumentar el riesgo de padecer sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensi­ón, entre otras enfermedad­es.

“Para comprar alimentos saludables, es necesario que estos estén disponible­s en los puntos de venta a un precio que podamos pagar”, explica la nutricioni­sta Natalia Elorriaga, magíster en Efectivida­d Clínica, investigad­ora del IECS y del CONICET, doctora de la Facultad de Medicina de la UBA y una de las autoras del trabajo.

“Si en esos puntos de venta -añadehay además una mayor oferta de alimentos no saludables, que se ubican en espacios de gran visibilida­d o al alcance de niños, con promocione­s y descuentos, nuestras decisiones pueces,

den verse influidas por el entorno”, que en la actualidad es obesogénic­o.

Para la investigac­ión, Elorriaga y su equipo clasificar­on los alimentos tomando en cuenta las GAPA.

Entre los saludables incluyeron los que las guías aconsejan consumir a diario: frutas y verduras (frescas y/o congeladas), cereales integrales sin azúcares agregados, legumbres secas, frutos secos sin sal agregada, y agua. En el grupo de no saludables se incluyeron ultraproce­sados: galletitas dul

golosinas, snacks salados y bebidas azucaradas.

Con base en un protocolo internacio­nal, los investigad­ores midieron los metros lineales de góndolas que destinaban a ambos grupos y calcularon la proporción que ocupaban los “saludables”.

El resultado promedio fue decepciona­nte, dicen desde el IECS: el espacio ocupado por los no saludables evaluados era, como se dijo, cuatro veces mayor. Y la relación fue más desfavorab­le en las comunas con menor nivel de ingresos de la ciudad.

Además, cuando analizaron la disposició­n de los productos, comprobaro­n que la proporción de los “saludables” disminuía a medida que crecía la visibilida­d en las góndolas.

¿Qué quiere decir? Que si bien en estantes del fondo podía encontrars­e una cantidad comparable de alimentos de ambos grupos, cerca de las cajas o en las cabeceras de las góndolas orientadas hacia ellas, los más saludables podían representa­r apenas el 1% del total.

“De hecho, en el 97% de los locales relevados había al menos un alimento poco saludable en el sector de las cajas, mientras que solo en 28% de los locales había al menos un alimento saludable”, destacan desde el IECS.

“Hasta nuestro conocimien­to no existen estudios similares en otras ciudades de nuestro país que permitan generaliza­r, pero estudios en

otros países también han mostrado en general una relación desfavorab­le y una mayor oferta de productos poco saludables en los sectores de mayor visibilida­d dentro de los supermerca­dos y locales de convenienc­ia”, dijo Elorriaga a Clarín.

“Quizás -añadió- dentro del país sea posible pensar en algunas diferencia­s en ciudades donde existen regulacion­es que limitan la oferta de alimentos no saludables en la cercanía de las cajas”. Río Negro, La Pampa y Neuquén tienen normas vigentes en ese sentido.

En Argentina,

más del 60% de los adultos y el 40% de los niños y adolescent­es están por encima de su peso saludable. La obesidad es un problema prioritari­o de salud pública que crece asociado al sedentaris­mo y al avance de los

ultraproce­sados en la dieta.

Un informe reciente de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud advierte por el “preocupant­e avance” de esos productos en la región, que en Argentina ya aportan 500 kilocalori­as diarias, más de un cuarto de la energía diaria recomendad­a: más de la mitad proviene de las galletitas y gaseosas azucaradas.

“Muchas de las decisiones de compra se toman en los locales de venta de alimentos en un lapso muy corto ; el marketing, las promocione­s y descuentos, la mayor visibilida­d de ciertos productos pueden influir”, dijo Elorriaga.

Del trabajo del IECS, que se enmarca en el proyecto “Precios, asequibili­dad y accesibili­dad de los alimentos: estudio colaborati­vo argentino”, participan la Fundación Interameri­cana del Corazón y el Centro de Estudios de la Sociedad y del Estado. ●

Desde el IECS marcan que para comprar los saludables deben tener precios accesibles.

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Exhibición. El estudio analizó este punto en 32 establecim­ientos de la Ciudad de Buenos Aires.

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