Clarín

Cuando Isabel Perón fue tapa de la revista Claudia

Entre realidad y ficción, el escritor reconstruy­e una historia de 1974, en el período previo a la dictadura militar.

- Ana Wajszczuk

Especial para Clarín

Argentina, 1974. Perón ha muerto y su viuda, María Estela “Isabelita” Martínez de Perón, está preocupada: Claudia, la revista femenina más vanguardis­ta y vendida del país, está por publicar un número especial sobre la nueva presidenta, es decir, sobre ella.

¿Podrá Isabelita estar a la altura de “la revista para la mujer moderna”? ¿Qué oscuras tramas se tejen entre las oficinas de la prestigios­a editorial Abril, el Ministerio de Economía y los despachos de Casa Rosada? Así, con un pie en los hechos históricos que se trastoca en ficción, comienza Claudia Vuelve, la nueva novela del escritor y periodista Julián Gorodische­r.

Una “novela-collage”, como la describe el mismo autor, donde intercalad­o con el texto aparecen con mucho protagonis­mo imágenes y recortes originales de la revista y los diarios de época. Ese collage es también de diversos géneros narrativos: el periodismo es llevado a la ficción en una atmósfera que va de la sátira a la sitcom.

“Mi gran motivación fue ese juego con los géneros”, dice Gorodische­r, que viene trabajando en esta línea desde sus primeros libros: su anterior trabajo fue el notable Camino a Auschwitz, una novela gráfica que se basaba en las historias reales de su familia durante el nazismo.

En Claudia Vuelve, construye un texto que se dispara en varias direccione­s. El lector sigue la trama como un espectador teatral que se asoma a los entretelon­es de dos grandes máquinas de producir realidad: el poder político y los medios de comunicaci­ón. Y desde el presente, se asoma también a un pasado donde todo en la Argentina -Claudia incluida- estaba a punto de hundirse en la más negra noche.

-¿Cómo se te ocurrió cruzar una revista femenina con la figura de Isabel Perón para construir una novela?

-No fue algo lineal. De hecho no empecé por Claudia sino por la época, por ese período 1974-1976 que tiene que ver con el declive de Isabelita, un personaje híper presente en la prensa. Me interesaba poner la disputa política en el lugar más marginal y menos esperable para que esto suceda: una revista femenina y los entretelon­es del programa de televisión que la revista va a lanzar. Esto creo que es lo que está trastocado en este libro: en la novela es absolutame­nte natural que Isabelita visite la revista, que esté pendiente… siempre hay un juego con lo que realmente sucedió.

-¿La nota “Isabel, Mujer Claudia” existió?

-Sí. Lo que reconstruí también a través de la biografía de la familia Civita (dueños de Editorial Abril) y otras fuentes -porque como lamentable­mente sucede con revistas populares, Claudia no se ha conservado en hemeroteca, pude sumergirme en ese mundo gracias a una coleccioni­sta

es que esa nota provocó cierto ruido, no le gustó a Isabelita, aunque es una nota totalmente acrítica. Algunos tópicos de época, como por ejemplo por qué la revista no relevó o no se opuso a la campaña de prohibició­n de venta de preservati­vos que impulsó Isabel, por ejemplo, dan cuenta de que algo estaba pasando en una editorial fuertement­e antiperoni­sta. Cuando no queda documento, la ficción bien documentad­a llega también para suplir un rol.

-En los hechos reales, ¿tenía algo que ver Isabel con el modelo de mujer que proponía Claudia?

-El libro plantea que no, incluso llega a los altos despachos de la revista un dilema, cuando el presidente de Abril le dice al ministro de Economía -que en la novela digita la agenda del medio-: “Dennos algo para poder convertir a este personaje en mujer del año”.

-Pero tu mirada como autor es un punto compasiva con una figura frecuentem­ente burlada o satirizada…

-El libro comprende su sufrimient­o, pero está apoyado en un personaje que realmente era autosatíri­co,

muy claro cuando uno lee la prensa de la época. Acá es el personaje-mujer, no se narra a “la presidente”. Los tópicos que están recreados sobre ella son los que me atraen: su ajenidad, su sometimien­to tanto a López Rega como a su marido. Lo que uno escribe siempre está entre lo que interpela al yo íntimo del autor y lo que la historia también provee. Por ejemplo, su fijación con las cúpulas militares.

-Ahí aparece el almirante Massera, está concentrad­o en ese personaje lo que se viene.

-Sí, es la pesadilla de una editora. Así como los personajes aquí abandonan la influencia que han tenido en la historia, se desvirtúan y se convierten en triviales o monodimens­ionales, como Isabelita y su aspecto físico, Massera está ahí para acosar a una sola persona con su presencia. -También hay un juego con los personajes: ministros, periodista­s, políticos aparecen con sus nombres reales… -Porque es una novela histórica, un género que ficcionali­za sobre hechos reales, la peculiarid­ad acá es que ocurrieron en un pasado próximo. Y por otro lado con personajes muy reconocibl­es y cercanos en el imaginario colectivo. Parte del juego ficcional que propone este libro es que se completen los sentidos con las asociacion­es reales que tenemos en torno a determinad­os sucesos y personajes. -Decís que Claudia fue “la gran última revista femenina antes de la decadencia”. ¿Qué la hizo única, por qué llegó a ser la más vendida de todos -Fue los la primera tiempos que en su tuvo rubro? un ideal emancipado­r: visualizab­a una mujer trabajador­a, más intelectua­l, hablaba de deseo femenino, introdujo al psicoanáli­sis en la prensa masiva, renovó la sección de moda, en un contexto urbano…. Tenía una prosa muy elaborada, no solo en las secciones de (la poeta) Olga Orozco, que llegó a usar ocho seudónimos. Y tiene una estética kitsch atrapante. En todo eso se distancia de una tradición aplanadora de la imagen de la mujer. Es “la última” en el sentido de una revista que está en el centro del consumo social e instala temas. En la novela su importanci­a se sobredimen­siona, hubo otras revistas exitosas.

-¿Hoy podría existir Claudia?

-Hoy el género está en declive, la revolución feminista mató a la revista femenina. Aunque sigan existiendo y tengan lectoras, ya no tienen un lugar social legítimo porque si hay algo que hoy no está vigente es que la mujer requiera de determinad­os contenidos y no de otros. Quizá se reconviert­an en revistas de interés general.

-¿Cómo fue el proceso de documentac­ión, qué cosas te sorprendie­ron?

-La revista femenina es un lugar donde ir a leer la vida cotidiana. Me sorprendió ver una sociedad con más lectura, con muchas referencia­s a la literatura, con textos largos… Y sobre todo me sorprendió lo que se repite. En los diarios de ese periodo ves la inflación, el costo de vida, las notas sobre no llegar a fin de mes, pica el dólar, las elecciones… los mismos tópicos que estructura­n nuestra vida hoy están presentes ahí. Están en el pasado, pero son todos temas de hoy. ■

De la revista me sorprendió ver una sociedad con más lectura, con muchas referencia­s a la literatura... De los diarios de la época, temas que se repiten: la inflación, el dólar...”

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ARCHIVO Una imagen de aquel tiempo. Isabel en el balcón: el libro incluye recortes periodísti­cos del ‘74.
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A. D’ELIA Gorodische­r. Y una novela que combina los géneros literarios.
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J. Gorodische­r Ed. Marea 184 páginas $ 1.090 (papel) $599 (e-book)
Claudia Vuelve J. Gorodische­r Ed. Marea 184 páginas $ 1.090 (papel) $599 (e-book)

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