Clarín

¿Quién le teme a Cecilia Nicolini?

- Ricardo Roa

Hay una manera de leer la insólita carta de Cecilia Nicolini al número dos del Fondo ruso propietari­o de la vacuna Sputnik. Es o sería así: la asesora estrella de Alberto Fernández actuó como una persona ingenua y sin experienci­a, que no sabe distinguir el lenguaje público del privado. Para empezar a hablar.

En la carta, Nicolini le reprocha a Moscú que no manda las dosis prometidas. Y se queja porque Fernández tuvo que estar dos horas parado, esperando en una ceremonia por la vacuna. Dice que aguarda novedades antes del 9 de Julio, fecha especial para anuncios entre nosotros porque “significa un montón”. Todo real y confirmado y todo poco serio.

Otra manera de leer el mismo mail está en el párrafo donde Nicolini confiesa decepción por la actitud del Fondo ruso. Dice entre signos de admiración: “¡Nosotros respondimo­s siempre... pero ustedes nos están dejando con muy pocas opciones para continuar peleando por ustedes y por este proyecto!”. Es la primera vez que un funcionari­o revela que en la compra de la Sputnik hay algo más que vacunas. Una parte que se desnuda es ideológica y es trampa propia. ¿Proyecto compartido? Mejor no tratar de explicar nada.

Y hay una tercera interpreta­ción, la que ahora viene de Rusia luego del escándalo. Es la lectura más conspirati­va: dice que la amenaza de Nicolini de que “el contrato está en riesgo de ser públicamen­te cancelado”, encubre un arreglo con los Estados Unidos, como se ve en la donación de 3,5 millones de dosis de Moderna una semana atrás. Argentina fue el país que más vacunas de esas recibió. Nicolini, que circula sin patente por la Rosada, se presenta como alguien que está para ayudar al Presidente a resolver problemas. Menos mal.

En plan de Salvemos a Nicolini, el Gobierno asegura que gracias a la carta “confidenci­al” que la misma Nicolini repartió entre legislador­es y funcionari­os, pudo destrabar el envío del componente para producir la segunda dosis. Y, a la vez, mostrar que no se casa con nadie y es capaz de plantarse a cualquiera. ¿Qué más se puede pedir? El Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) es un gigante que maneja miles de millones y opera con línea directa al Kremlin.

La verdad es que la carta con lamentos y quejas personales de Nicolini del 7 de julio no había sido leída por su destinatar­io, Anatoly Braverman, hasta que se publicó este jueves en portales rusos, que la levantaron de la nota de Carlos Pagni, en La Nación.

-Está todo bien, pero nuestra prioridad es usar la vacuna en Rusia, fue su respuesta en un texto consensuad­o con el Gobierno. La historia de Nicolini explica por qué, en una encuesta de Bloomberg sobre los mejores y peores lugares del mundo para transitar la pandemia, aparecemos primeros entre los peores.

La vacuna va directo a la campaña de primarias y legislativ­a. A los que esperan vacunas y seriedad, tanta política les debe producir fiebre y cansancio. Pero es inevitable: cuando se eligen políticos se está eligiendo también, entre tantas otras cosas, salud.

No son miles sino millones los que esperan la segunda dosis. Una carta que desnuda el acuerdo por la Sputnik

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