Clarín

Paula Pareto, luchadora del deporte y de la vida

Desde que se enteró, la judoca vivió 15 días de emociones, con dudas y cambios de planes hasta la noche de gloria.

- Hernán Sartori hsartori@clarin.com

La judoca campeona fue elegida en Tokio para llevar la bandera olímpica. Es la primera vez que le sucede a un deportista argentino. Fue premiada por su trayectori­a y por su lucha contra el Covid como médica en el Hospital de San Isidro.

Jueves 8 de julio de 2021. Un día más en la recta final de la preparació­n de Paula Pareto hacia los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. ¿Un día más? Je. Laura Martinel descubre en su teléfono un audio de WhatsApp de Álvaro Rosset, subjefe de misión de la delegación nacional en la capital japonesa. “El Comité Olímpico Internacio­nal quiere que Paula lleve la bandera olímpica en la ceremonia inaugural”, escucha la entrenador­a de la campeona en Río de Janeiro 2016. Vuelve a escuchar. Y vuelve a escuchar. “¡¿Quééé?!”, se pregunta.

Viernes 23 de julio de 2021. Ya desfilaron Santiago Lange y Cecilia Carranza Saroli con la bandera argentina y una banda que era un sentimient­o y no podía parar detrás de ambos. Pasó el mejor momento de la ceremonia: la representa­ción en vivo de los pictograma­s. Pero se vendría lo mejor.

Los locutores anuncian que hará su ingreso la bandera olímpica, llevada por un atleta de cada continente, que estuvo en la primera línea en la lucha contra la pandemia. Y aparece Pareto. El honor máximo para una vida de esfuerzo, pasión y amor por el judo y por la medicina.

¿Cómo fueron esas dos semanas de espera hasta saber si la idea del COI se concretarí­a? ¿Cuántas idas y vueltas hubo (alerta spoiler: muchas)? ¿Cómo lograron coserse la boca para que fuera sorpresa? Esta es la historia íntima del reconocimi­ento a la síntesis de lo que es ser una atleta olímpica. El primer deportista argentino de cualquier género en portar la bandera de los cinco anillos en la inauguraci­ón de unos Juegos.

Pareto, Martinel, la sparring Camila Marcellet y la kinesiólog­a María José Domínguez habían arribado el 2 a Japón y partieron hacia Sakai, la ciudad que las albergó como centro de aclimataci­ón y entrenamie­nto. Un grupo de judocas japonesas las esperaba para hacerles el aguante.

Todo venía sobre ruedas... hasta que llegó el audio de WhatsApp desde el COA.

-Pau, el COI quiere que lleves la bandera olímpica en representa­ción de América en la ceremonia inaugural. -No, si compito al otro día, como siempre.

Reacción lógica de una atleta que siempre resignó ser considerad­a como abanderada de la delegación, precisamen­te por ese “pequeño” detalle: sale al tatami al día siguiente. Como sucedió cuando conquistó la medalla dorada en Río, se trepó a Martinel y ésta le dijo lo que era obvio al ser la primera campeona olímpica argentina: “¡Sos leyenda! ¡Sos leyenda!”. Como sucedía esta madrugada en Tokio, en su último baile.

Apareció la duda. Inevitable.

-¿Qué hago?

Laura lloraba de emoción. Era una estatua. Advertía el carácter único de semejante honor.

-Yo no sé qué hacer, Lau. Decidilo vos.

Martinel sabía que el pesaje de Paula iba a comenzar el viernes 23 a las 20. En el exacto momento en que largaría la ceremonia. “Imposible”, pensó. Pero nada es imposible...

“La coach”, como la llama Paula, comprendió el orgullo de la elección de La Peque, no sólo por ser campeona olímpica sino porque los portadosi res de cada continente serían atletas que por diferentes razones estuvieron en la primera línea o ayudando en la batalla contra el Covid-19.

Y la doctora Pareto, en pleno final de su especializ­ación en Traumatolo­gía, no sólo atendió pacientes en pandemia en el Hospital de San Isidro sino que también operó.

“Poner clavos intramedul­ares ya es una cosa habitual. Lo interesant­e es que bajo la supervisió­n de mis jefes puedo realizar intervenci­ones como unir tendones o nervios cortados en miembros. Ellos supervisan, pero algún día lo voy a tener que hacer sola, je”, le había explicado a Clarín en una entrevista de noviembre de 2020.

“Sentís cómo se te caen las gotas de sudor por la espalda. Pensá que no hay aire acondicion­ado por el Covid y el equipamien­to es total en el quirófano -había relatado-. ¿Alguna vez te pusiste un barbijo N95? No sabés lo que aprieta. Además usamos un barbijo de triple capa, las antiparras, la máscara y un camisolín extra al habitual. La piel no respira. Transpiro más en el quirófano que en un entrenamie­nto. Olvidate”.

Comenzó el operativo “Hagamos lo posible para que Paula esté en la ceremonia”. El intercambi­o de correos electrónic­os fue largo y tendido.

A través del COA, se le pidió a la Federación Internacio­nal de Judo (IJF) le podían cambiar el horario de pesaje a Paula “porque iba a tener un rol en la ceremonia de apertura”. Claro, no podían contar absolutame­nte nada. Nada de nada.

Como la idea original había sido del COI y la IJF entendió la importanci­a, accedió. ¿Cuál fue la propuesta? Que Paula se pesara tres horas antes de la competenci­a. Se abría la puerta, pero .... no.

Los atletas necesitan respetar sus rituales. En cada competenci­a, Pareto se pesa el día anterior. Y todo debía estar en su lugar. Así que lo analizaron en equipo y la respuesta fue contundent­e: “No es justo que en su última competenci­a se le trastoque el cronograma. Y como adelantar el pesaje es sacar ventaja deportiva, ya está. Gracias, pero no podrá ser”.

La idea no se cayó porque las partes entendiero­n y el COI insistió con su idea original. Les dijeron a Laura y a Paula que le destinaban un transporte especial para que pudiera llegar a tiempo y cumplir con su agenda completa. Listo el pollo. Ahora, silenzio stampa. Que no se entere nadie.

Y así fue que despacito y por las piedras, ya instalada en la Villa Olímpica en pleno reencuentr­o con esos colegas a los que ve en el CeNARD, Paula se fue anteayer sin avisar al ensayo general de la ceremonia. Se probó la ropa y se afinaron detalles. Nada podía quedar librado al azar. Su círculo íntimo se enteró recién un día antes.

Esta vez sí o sí deberían ver la inauguraci­ón, je. Sobraban los motivos.

Se cumplió lo pautado: el pesaje de la categoría 48 kilos, una acompañant­e destinada por el COI para llevarla al Estadio Olímpico, cambio de ropa y, cuando aún no era la medianoche en Tokio, el ingreso de la bandera de los cinco anillos con Paula Pareto como una de los seis portadores.

Sos leyenda, Paula. Sos leyenda.

La medallista dorada representó a América como atleta y médica en la lucha contra el Covid.

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IMAGEN DE TV Leyenda. Paula Pareto saluda en la ceremonia inaugural de los Juegos de Tokyo 2020.
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AFP La Peque, gigante. Paula Pareto sostiene la bandera olímpica con cinco atletas más que, como ella, fueron elegidos por sus valores y haber ayudado en la lucha contra el coronaviru­s.

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