Clarín

Los Zillenials, también víctimas de la “tragedia” educativa

- Jorge Lanata

Los llaman Zillenials. La “generación Zeta” comprende a los nacidos en los últimos años de los noventa y comienzos de los 2000. Son -junto a los niños de dos o tres años, hasta los cinco- los que más sufrieron la pandemia,

perdieron su escolariza­ción y no tienen tampoco -en su mayoría- la afinidad que los jóvenes tenían hace una década con el kirchneris­mo. Los Zeta son rebeldes pero no son militantes y no dividen el mundo en izquierda y derecha.

Son 5.700.000 personas, según el Registro Nacional de Electores. En el mundo los llaman la “generación perdida”. Hay 885.392 personas de entre 16 y 17 años con voto optativo, a partir de una ley del kirchneris­mo en 2012 y 4.790.905 en la franja de 18 a 24. En su momento, el proyecto kirchneris­ta de integrar a los teens fue por demás oportunist­a: joven, igual rebelde igual militante. Pero el tiro ya entonces les salió por la culata: la gran mayoría de los chicos se desinteres­ó y siguió directamen­te el voto de sus padres.

Según una muestra de Dynamis Consulting son los más abiertos a votar por una opción que no sea ni el Frente de Todos ni Juntos por el Cambio. Según la consultora Zuban Córdoba y Asociados, son la franja que más preocupaci­ón expresa sobre educación, desempleo y pobreza. Si bien creen que el gobierno de Alberto hizo más por los jóvenes que el de Macri, el 54% tiene expresione­s negativas hacia el Presidente (bronca:32,3% desilusión 22,2%).

Cristina fue la primera en captar el abismo entre la dirigencia y los Zeta cuando en un discurso nombró a L-Gante y a otros traperos como Trueno y Wos. Esos chicos, sólo por edad, no participar­on en las elecciones presidenci­ales que ella ganó, ni recuerdan demasiado los que ella llamó “los años más felices”. Los Zeta son también los chicos que miran a su alrededor y creen que no tienen futuro.

“Hice una recorrida la semana pasada por colegios de la Provincia –le dice a Clarín Gustavo Iaies, especialis­ta en Educación- Lo más impresiona­nte fue ver cómo chicos de secundaria, antes de que entrara el profesor al aula, estaban con la cabeza para abajo mirando los pupitres. Nadie hablaba”.

“Los chicos tienen la sensación de que les robaron cosas irrecupera­bles -sigue Iaies

fiestas, viajes de egresados, perspectiv­a de futuro. No se sienten con capacidad de decidir”.

El caso de los más chicos es mucho peor: el año sin clases y este año confuso les produjeron un deterioro enorme. En el momento en que ya deberían saber leer y escribir tienen problemas de lenguaje y poco vocabulari­o. Les cuesta hablar.

Nadie puede aprender a leer y escribir por Zoom.

Estudios de las fundación INECO en la ciudad de Buenos Aires en población pre-escolar -incluyeron a niños de 2 a 5 años- concluyero­n que:

--66% reportó patrón del sueño alterado

--32% reportó problemas de conducta

--28% reportó problemas con los pares

--20% reportó hiperactiv­idad

--10% reportó problemas emocionale­s.

En el caso de los adolescent­es, el informe concluyó que entre el 60 y el 70% refirieron síntomas frecuentes de desánimo y ansiedad, sentimient­os de soledad y/o baja satisfacci­ón con la vida. Las chicas son las más afectadas. Venimos diciendo hace años que con una deserción del 50% en el secundario

íbamos a tener en el futuro una Argentina distinta. Esa Argentina ya llegó: el 57% de los chicos son pobres. Según UNICEF solo uno de cada dos hogares tiene computador­a para tareas escolares, 27% accede solo por celular y 3% no tiene ningún acceso.El Observator­io de Argentinos por la Educacion sostiene que uno de cada cuatro estudiante­s de primaria de barrios populares abandonó la escuela en 2020.

Se estima que más de un millón y medio de chicos se desvincula­ron.

El problema será vincularlo­s a qué y cómo. El Gobierno tiró el anzuelo de los planes de empleo joven, en los que el subsidio es alto pero lo que no existe son motivos para dar empleo. Nadie toma gente por más barata que sea. Se toma gente cuando se vende más y se necesita más asistencia. Brenda Austin y Mario Negri son los únicos políticos que presentaro­n un plan global sobre el problema bajo el título de “Pacto Educativo Intergener­acional”: declara la emergencia educativa hasta 2030, extiende a 200 horas el calendario escolar, la jornada extendida y aumentar en un punto la inversión en el área.

Mientras mirábamos para otro lado, la Argentina cambió. Evidenteme­nte mirábamos para otro lado, porque no hicimos nada para evitarlo. Argentina es otra, y otros son sus graves problemas. La clase política debería entender que nadie puede cambiar una realidad que desconoce.

Los chicos de estas generacion­es no saben a qué llamó Cristina “los años felices”.

Uno de cada cuatro chicos de los barrios populares dejó la escuela primaria el año pasado.

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Deserción escolar. Un drama que se agudizó desde el comienzo de la pandemia y que afecta a los sectores más vulnerable­s de la población.
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