Clarín

EE.UU. y un retroceso realista con Alemania

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Europa recibe con abrazos a Biden, pero no necesariam­ente abraza su agenda

La realidad tiene elocuencia­s que no es posible derribar con intencione­s. EE.UU. y Alemania acaban de llegar a un crucial acuerdo que despeja el camino para la finalizaci­ón del gasoducto Nord Stream 2. Ese enorme caño, que pasa por debajo el mar Báltico, era discutido por EE.UU. porque, sostenía, reforzaba la posición, o más bien la influencia de Rusia sobre Europa. El pasado gobierno de Donald Trump, que se especializ­ó en maltratar la alianza atlántica entre su país y el continente, reclamaba a la premier Angela Merkel que derribara ese proyecto y que lo reemplazar­á con compras de gas a EE.UU., al margen del sobrecosto logístico. Pero es más interesant­e lo que sucedió con el nuevo gobierno de Joe Biden. La primera intención del demócrata, y así lo revelaron su canciller y su asesor de seguridad nacional, era volver llover sanciones contra los constructo­res del gasoducto. Merkel se sorprendió. Pero Biden pudo notar en su primera reunión de la Conferenci­a de Defensa de Munich de febrero, apenas llegado al gobierno, y luego en la cumbre del

G7 en Gran Bretaña, que Europa abria los brazos para recibirlo pero no para abrazarse a su agenda. En ese sentido el Nord Stream 2 es un símbolo de cómo pretenden los europeos que se hagan las cosas y donde entienden que debe quedarse EE.UU. Esas posiciones también involucran la relación con China. Washington busca una alianza que atore el desarrollo de la República Popular. Los europeos ven más un socio comercial que un enemigo en la podersa existencia del Imperio del Centro. Por cierto, el acuerdo se zanjó con un mutuo compromiso de mantener bajo un paraguas de protección a Ucrania y que el tránsito del gas, al m enos enla próxima década, no esquive a ese país y las ganancias que implica el peaje. Eso es debido a que el Kremlin no ha hecho demasiado, es cierto, para ganarse la confianza de su socios. Recienteme­nte amontonó un ejército de cien mil hombres y pertrechos sobre las fronteras de ese país generando un falso riesgo de guerra. Fue una maniobra para producir una cita entre Vladimir Putin y Biden, que se concretó, como todos saben. Y donde quizá se habló de este gasoducto, de un mundo que ha cambiado y del costo que EE.UU. debe pagar para reconstrui­r su liderazgo.w

MC

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