Descubren los restos de un cocodrilo de 148 millones de años
Una especie de reptil prehistórico, ancestro de los cocodrilos modernos que habitó la Patagonia hace aproximadamente 148 millones de años junto a los dinosaurios, fue descubierta en la cordillera de la región de Aysén -en el sur de Chile- por científicos chilenos y argentinos.
Bautizado como burkesuchus mallingrandensis, el hallazgo fue publicado en la revista “Scientific Reports del grupo Nature”. Este animal prehistórico tenía el tamaño de un lagarto y no superaba los 70 centímetros de largo. Caminaba en cuatro patas, las cuales poseían una postura intermedia entre aquella vertical de los antepasados de los cocodrilos y la de los cocodrilos vivientes, que se proyectan más hacia afuera. Su cuello, lomo y cola estaban cubiertos por una doble hilera de placas óseas de función protectora, superpuestas de modo similar a un tejado.
Su nombre significa “el cocodrilo de Burke procedente de Mallín Grande”, un homenaje al investigador estadounidense Coleman Burke (19412020), amante de la Patagonia y apasionado por la Paleontología, quien tuvo un rol clave en las actividades del laboratorio (LACEV).
“Pese a que sus mandíbulas y dientes no quedaron preservados, las relaciones de parentesco del burkesuchus llevan a suponer que era un depredador de animales pequeños, probablemente invertebrados, que capturaría a orillas de las lagunas donde vivía”, indicó Fernando Novas, investigador del Conicet y jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”.
Para Federico Agnolín, investigador del CONICET y Fundación Azara y descubridor de los fósiles, el “burkesuchus nos habla de los orígenes de los cocodrilos modernos y cómo, hace 150 millones de años, comenzaron a modificar su anatomía, adoptando un modo de vida anfibio”.
“Tuvimos la fortuna de contar con gran parte del cráneo de este animal. Es la parte más importante para estudiar los cocodrilos, pues nos muestra muchos rasgos que nos ayudan a saber si se trataba o no de una nueva especie y con qué otros cocodrilos está relacionada”, mencionó Agnolín.
La estructura del cráneo revela que el burkesuchus, igual que sus parientes actuales, tenía una solapa carnosa que, al cerrarse, protegía el oído cuando el animal se sumergía en el agua. Los geólogos Manuel Suárez, Jean-Baptiste Gressier y Rita de la Cruz concluyeron que el ambiente en que convivieron cocodrilos y dinosaurios “era cercano a volcanes activos y conos aluviales vecinos a un mar, de fines del Jurásico”.
El burkesuchus formaba parte de una fauna de reptiles, que incluía, además del chilesaurus de 3 metros de largo, grandes dinosaurios de cuello largo, parientes del diplodocus y de los titanosaurios herbívoros.
Cerca de Mallín Grande, en Aysén, hay un yacimiento fosilífero de reptiles jurásicos, con una antigüedad de unos 148 millones de años y de difícil acceso para los exploradores.
Marcelo Isasi, técnico del LACEV, recordó: “estábamos muy entusiasmados, ya que en un área de no más de 100 metros de largo dimos con varios esqueletos articulados de chilesaurus. Federico Agnolín, investigador del LACEV y de la Fundación Azara, gritó ‘¡encontré un cocodrilo!’, y todos salimos corriendo hacia él. Se trataba de diminutos huesos expuestos en la superficie de la roca”.w