Ya no estamos en una transición, la digitalización es una realidad
Enfrentamos en Chile, la región y el mundo un momento crucial para la educación. La discusión internacional ha profundizado la importancia del desarrollo de habilidades que permitan al estudiantado desenvolverse en sociedades rápidamente cambiantes y con grandes desafíos de sustentabilidad medioambiental, fortalecimiento democrático y las formas de trabajar y producir. Diversos autores han analizado la necesidad de que nuestros sistemas aseguren el derecho a aprender una serie de habilidades, organizadas en, al menos, 4 grandes categorías: nuevas formas de pensamiento, considerando creatividad, pensamiento crítico, resolución de problemas, metacognición y capacidad de aprender a aprender; nuevas formas de trabajo, lo que implica habilidades de comunicación y trabajo colaborativo en equipo; nuevas herramientas de trabajo, específicamente análisis crítico de la información y manejo de tecnologías digitales; y competencias para vivir en el mundo, considerando ciudadanía a nivel local y global, basada en la valoración de la interculturalidad.
Las nuevas generaciones viven intensamente la omnipresencia de las tecnologías. Se trata de jóvenes que no han conocido el mundo sin Internet. Están desarrollando algunas destrezas distintivas, y las escuelas se enfrentan a la necesidad de innovar en los métodos pedagógicos si desean convocar y ser inspiradoras.
En el contexto de la pandemia, los sistemas educacionales se vieron obligados a incorporar la digitalización de sus procesos, con los tremendos desafíos de equidad que eso implica. Se ha acelerado la incorporación de las tecnologías, pero en el proceso se replican las profundas brechas de nuestras sociedades.
Ya no estamos en un proceso de transición, sino ante una realidad instalada, transversal, y que permea la gran mayoría de los aspectos de nuestras vidas. Las dificultades creadas por la pandemia han puesto de manifiesto el sentido de urgencia en incorporar la tecnología en los procesos de enseñanza, aprendizaje y formación ciudadana, asegurando por lo menos el acceso a dispositivos y conectividad, pero por sobre todo, el desarrollo de habilidades y competencias digitales aptas para la educación del siglo XXI. ■