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Picchio / Ortega Pasa en las mejores familias

Madrina y ahijada trabajan en “Perdida mente”, lo nuevo de Muscari. Volver al teatro y aquellos conflictos de entrecasa...

- Más informació­n en Clarin.com Sandra Commisso scommisso@clarin.com

De familia de artistas, Julieta Ortega no definió su vocación por herencia sino por admiración hacia una actriz, Ana María Picchio, cuando aún no sabía que ella era su madrina de bautismo. Décadas después, el trabajo vuelve a unirlas en Perdida mente, la obra de Mariela Asensio y José María Muscari, donde comparten elenco con Leonor Benedetto, Karina K y Patricia Sosa, dirigidas por Muscari.

La comedia -estrenó áyer en el Multiteatr­o Comafi- reúne a una familia de cinco mujeres en la que las emociones y los recuerdos no dan tregua. Julieta cede la palabra a su madrina, con una mirada cargada de ternura. Cada gesto mínimo entre ellas, como acomodarse un pliegue de la ropa o hablar por lo bajo para coincidir en una sonrisa a cámara, denota complicida­d y cariño.

-¿Cómo coincidier­on en esta obra?

Picchio: En el primer año de la pandemia, la pasé muy bien, tranquila. Leyendo, comiendo, limpiando mi casa, hasta que me pasó algo feo: una sensación de, si no salgo de acá, no salgo más. Y tuve la necesidad de insertarme. Pero tenía miedo porque pensaba, ¿y si no me acuerdo? Porque actuar es una especie de milagro, hay tantas cosas en juego que si no aparecen, listo. Y ahí me llamó José.

- Otro milagro, querías que te llamaran y te llamaron.

Picchio: Sí, pero quise elegir mi personaje. Leí la obra y el que más me gustó de todos fue el de Shirley, la mucama. Pensé lo lindo que es mostrarle a la gente lo que pasa en una casa desde ese punto de vista. Como a mí me gustan mucho las historias de familias, porque aún no llegué a comprender mi propia historia, siempre que aparece una posibilida­d así, me sumo porque tengo algo que aprender.

-El gran interrogan­te de cómo funcionan esos vínculos.

Picchio: Cosas que suceden a la vista de todos y con las que nadie quiere hacer nada. Muy típico -como pasa en esta historia-, de dejar pasar, hacer como si no pasara nada con algo evidente. Me gustó por eso, por el elenco y porque está Julieta. Le decía que, tal vez, esta sea la última obra que hagamos juntas. Es lindo que vea cómo se arma una obra de teatro con las cosas de antes. -¿Qué cosas, por ejemplo?

Picchio: No sé cuáles son las nuevas pero nosotras, las viejas, trabajamos con muchos miedos. Para mí, el escenario es una cosa seria. Siempre estoy deseando que, a lo mejor, me echen. Me quedo sin fines de semana libres, discuto siempre con los directores. Pero bueno, no sé, nunca me echan. No es nada fácil el escenario pero después te dicen: Si a vos eso no te cuesta nada. -Pero para que parezca eso, es porque hay mucho trabajo detrás, ¿no es así?

Picchio: Yo me rompo el que te dije con cada personaje, pero creo que lo que se nota es una naturalida­d que no es para nada de taquito. En este elenco todas nos queremos y deseamos que a todas nos salga bien, para contagiarn­os.

Ortega: Yo sabía de la obra por Ana María y cuando me llamó Muscari, enseguida entendí que era para esta obra. Quería que le contestara ese mismo día, me llamó el productor Carlos Rottemberg también. Y dije que sí. Pero enseguida me pasó lo que dice Ana María, de ese temor, con la diferencia de que hice muchas menos obras que ella. Trabajo

hace más veinte años, pero hice más cine y televisión. -¿Qué te pasó con el teatro?

Ortega: Me ofrecieron muchas veces, pero casi siempre dije que no porque me da pánico. Eso no quiere decir que pise el escenario con miedo, sino con un respeto especial. En la tele, no se me mueve un pelo, en el cine tampoco; en el teatro, en cambio, es un salto al vacío. Es como subirte a un avión: no te podés bajar en el aire, tiene que aterrizar. -¿También te aparecen esos pensamient­os de que te quedás sin fines de semana?

Ortega: Totalmente, no más asados los domingos, si me duele la panza un día, tengo que subir al escenario y hacer igual la función. Todas cosas que las resolvés, pero por eso siempre encontré razones para no hacer teatro. Pero acá, más allá de la obra, me gustó el grupo de actrices. Y si ellas, a las que admiro desde siempre, dijeron que sí, quién soy yo para decir que no. -¿O sea que saliste de tu zona de

confort?

Ortega: Sí. Estaba cómoda en mi casa, vendiendo pijamas de mi marca. Tenía para pagar las cuentas. Y salí de eso para hacer lo más riesgoso de todo para mí. Y ahora me pasa como con el amor. Cuando estoy soltera y me preguntan si me quiero enamorar digo "ni loca", pero después, me parece lo mejor de la vida. Y ahora digo, cómo pude estar tanto tiempo sin subirme al escenario.

-Encontrast­e otros medios de vida y los pudiste conjugar.

Ortega: Si, fue adrede, porque con

una profesión que tiene tanta incertidum­bre, no estaba tranquila. No sé si voy a poder vivir toda la vida de la actuación, porque, de hecho, hubo períodos largos en los que no pude. Y por eso creé mi marca hace ya seis años. -¿Cómo se sienten juntas cuando están en el escenario?

Ortega: Yo me siento acompañada por Anita, porque cuando salgo al escenario, ella es la única que está y es a la primera persona que miro a los ojos. En la obra, hay algo maternal en el vínculo entre los personajes. Yo interpreto a Isabella, la hija del personaje de Leonor y segurament­e, Shirley, al trabajar en esa casa, la vio crecer. Como Anita me vio crecer a mí.

Picchio: Yo, al principio, estaba muy pendiente de Julieta, como cuidándola. Y le decía todo lo que me parecía, con respecto a la voz, a la velocidad, a las técnicas. Y ahora ya incorporó todo. Ya me quedo tranquila, pero la busco como personaje. El otro día, en una escena difícil, José me dijo: acercate pero no la toques tanto. Me salió el vínculo nuestro más allá de los personajes.

Ese vínculo entre ambas, tiene su historia muy peculiar, casi como de novela. "Anita es la razón por la cual yo soy actriz", dice Julieta. Para contarlo hay que remontarse a la amistad entre Picchio y Evangelina Salazar, la madre de Julieta, antes de que ella naciera.

Ortega: Ana María es mi madrina de bautismo, por lo tanto estuvo cuando yo nací, pero después, por una razón que no se acuerda ninguna de las dos, mi mamá y ella se distanciar­on unos años. Y recuerdo que yo tendría 7 años, y veía Andrea Celeste todas las noches y la madre ciega del personaje, mi heroína, era Ana María. -¿Vos sabías que ella era tu madrina?

Ortega: No sabía nada. Y un día, mi mamá pasa por atrás, mientras yo veía la novela y como quien no quiere la cosa, dice: 'Ella es tu madrina'. '¿Pero cómo?, ¡esa es la heroína!', le dije. Y la obligué a que la llamara porque la quería conocer.

Picchio: Me encontré en una reunión con tu papá (Palito Ortega) y me dijo: 'Anita, por favor, andá a ver a tu ahijada, porque está llorando todo el día, te ve en la novela y quiere conocerte'. Y dije, voy para allá.

Ortega: No, Ana María, no fue así. Mi papá no me llevaba a los sets de filmación, pero esa vez sí me llevaron a un rodaje en exteriores donde vos estabas grabando en un convento. Y me acuerdo de verte por una ventana, en una escena de la novela que yo veía. Y me miraste y se te llenaron los ojos de lágrimas. Y después fui con vos varias veces a Canal 7 donde grababan.

Picchio: Cierto. Lo que me acuerdo después es en tu casa, una tarde en que yo estaba viendo la tele con vos y Evangelina pasó por atrás y me seguía mirando mal y me hizo un gesto de 'después vamos a hablar'. Ortega: Pero, ¿vos te acordás porqué se habían peleado?

Picchio: Lo sé y es una tontería, pero no lo voy a decir...

A mí me gustan mucho las historias de familia, porque aún no llegué a comprender mi propia historia...”. Ana María Picchio

A los 7 años yo veía Andrea Celeste y un día mi mamá me dice ‘Esa es tu madrina’. Y quise conocerla...”. Julieta Ortega

 ?? JUANO TESONE ?? Un elenco de lujo. Julieta y Ana María comparten escena con Leonor Benedetto, Karina K y Patricia Sosa.
JUANO TESONE Un elenco de lujo. Julieta y Ana María comparten escena con Leonor Benedetto, Karina K y Patricia Sosa.

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