Clarín

“Rehenes” en el país y sin muchas alternativ­as

Restriccio­nes internacio­nales a la Sputnik. Dudas sobre cómo se resolverá el conflicto entre Moscú y la OMS por la vacuna.

- Pablo Sigal psigal@clarin.com

“Soy del grupo Sputnik (una dosis) y veo que quienes recibimos esa vacuna estamos prisionero­s dentro del país. No podemos viajar a ningún lado (por ejemplo, por trabajo, como me pasa) porque no podemos tener un esquema completo de dos dosis que es lo que piden en los países”. El mensaje, de una lectora de Clarín, representa la angustia de muchos argentinos. Una angustia que en realidad correspond­e a un estadío previo a las restriccio­nes que se avecinan ahora en Estados Unidos.

Estadío previo porque a partir del 1° de noviembre se estima que los inmunizado­s con Sputnik V, tengan una o dos dosis de la vacuna, no podrían ingresar a ese país.

Argentina integra el grupo de más de 60 países -donde viven unos 3 mil millones de personas- que compraron la Sputnik V. El Gobierno la utilizó para vacunar ya a más de 10 millones de personas, de las cuales 6 millones recibieron el segundo componente y algo más el esquema completo en combinació­n con Moderna.

Esos 10 millones de argentinos pueden representa­r poco en el contexto global, pero en nuestro país es el 22 por ciento de la población. Y es la población que hoy se encuentra, como dijo la lectora de Clarín, “prisionera dentro del país”. Es claro que el tema excede a la Argentina: la cuestión debe ser resuelta entre la OMS y Rusia. Y por ahora el trámite se encuentra empantanad­o.

En todo caso, la responsabi­lidad del Gobierno es anterior: haber elegido como una de las principale­s vacunas para inmunizar a los argentinos una sin el aval de la OMS. Fue la “solución” que encontró el país en diciembre cuando AstraZenec­a avisó que su producción se demoraría. Y cuando las prometedor­as negociacio­nes con Pfizer entraron en un cono de sombra inexplicab­le.

Como informó Clarín hace diez días, la aprobación de la vacuna rusa “está suspendida” y no se sabe hasta cuándo, según palabras del subdirecto­r de la OPS, Jarbas Barbosa. El funcionari­o explicó que el Instituto Gamaleya no habría presentado las rectificac­iones pertinente­s en una planta de envasado que había sido cuestionad­a durante una inspección.

Así como hace unos meses la pregunta que no tenía respuesta del Gobierno era cómo haría para cubrir las segundas dosis de la Sputnik V -hoy poco a poco eso se va resolviend­o-, el interrogan­te actual es qué pasará con esos más de 10 millones de argentinos que posiblemen­te se vean impedidos de ingresar a determinad­os países.

Efectivame­nte, no hay consuelo inmediato para semejante incertidum­bre. Faltan 38 días para que la nueva disposició­n de EE.UU. entre en vigencia y por ahora no se ven alternativ­as para el cepo a la Sputnik.

Clarín consultó tanto a fuentes del Gobierno nacional como del porteño, que no supieron qué responder. Existe una confianza tácita, por otra parte, en que “de un momento a otro” Rusia “se digne” a presentar evidencia de las correccion­es hechas en su proceso de producción, para que la OMS dé el visto bueno.

La situación se plantea como un

problema burocrátic­o: los rusos siempre han sido reacios a compartir informació­n que le exige un tercero para aprobar su producto. Del mismo modo, se demoró en su momento la publicació­n del ensayo de fase 3 en la revista The Lancet y no tienen prisa en presentar papeles vitales respaldato­rios de las vacunas que envía a la Argentina.

Clarín pudo saber, por ejemplo, que hace una semana hay retenido 1,2 millón de dosis del segundo componente de la Sputnik V porque Rusia no envió la documentac­ión que necesita la ANMAT para darle el OK y que esas dosis puedan ser distribuid­as en el país. De igual modo, tampoco se apuran en

liberar las dosis producidas por el laboratori­o Richmond en el país.

Ese "carácter procrastin­ador" de la administra­ción rusa lo conoce bien el Gobierno. No por nada en julio la asesora Cecilia Nicolini envió a Moscú una poco amistosa carta que, para decirlo sencillo, le pedía al Fondo Ruso de Inversión Directa que se pusiera las pilas.

Otro lector de Clarín preguntaba si las personas que han sido inmunizada­s con la vacuna rusa tienen la posibilida­d de vacunarse otra vez en Argentina, con otra marca reconocida en el mundo. Ese escenario parece improbable en un contexto en el que todavía queda por delante aplicar

muchas segundas dosis, vacunar a los menores de edad y está en carpeta la posibilida­d de una tercera dosis para personal de salud y personas con comorbilid­ades.

Los argentinos tampoco tienen la chance de conseguir otra vacuna por fuera del sistema estatal, ya que el Gobierno es el único que hasta el momento puede comprar y distribuir las vacunas.

Uruguay podría convertirs­e en un gran receptor del turismo de vacunas en los próximos meses si el problema se perpetúa. Ya ha deslizado esa alternativ­a de cara al verano, con el objetivo de atraer viajeros. Claro que no todo está dicho aún, y siempre cabe la posibilida­d de que el conflicto entre la OMS y Moscú termine de resolverse a tiempo.

Cierto es, también, que mientras transcurre la tensa espera se conocen historias no demasiado alentadora­s, como la proliferac­ión de tours de vacunas a Serbia que organizan los propios compatriot­as de los creadores de la Sputnik V para poder vacunarse con Pfizer o alguna otra vacuna que les abra definitiva­mente las puertas del mundo.w

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Cargamento­s. Las vacunas rusas comenzaron a llegar en diciembre.

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