Clarín

Condenaron a 50 años de cárcel a un empresario por abusar de cuatro hijas

Es la pena máxima por ese delito. “Esto es empezar a vivir”, coincidier­on las hermanas tras el fallo.

- Nahuel Gallotta ngallotta@clarin.com

“Esto es empezar a vivir, porque yo no sé lo que es una vida sin violencia. Recién ahora estoy empezando a hacer lo que quiero para mi vida, y es lo que le quiero enseñar a mi hija”. Romina Leguizamón (32) habla bajito, entre lágrimas, rodeada de tres de sus hermanas, también emocionada­s, en uno de los pasillos de los Tribunales de Morón.

Dice que hoy comienza una nueva vida porque el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 acaba de condenar a Alejandro Rosario Manuel Leguizamón (55), padre de las cuatro, a la pena máxima que puede recibir una persona que cometió un delito en Argentina: 50 años de prisión.

El hombre, un empresario que tiene una fábrica de membranas, seguirá cumpliendo su pena en la Unidad 39 de Ituzaingó, por el abuso sexual de sus hijas, delito agravado por tratarse de sus familiares y por vivir bajo el mismo techo (en Castelar). También fue denunciado por ejercer violencia contra ellas y su esposa.

“Hoy, antes de venir a escuchar la sentencia, recibí un mensaje de una amiga”, cuenta Romina a Clarín. “Me dijo que la represento mucho. Por lo que entendí, ella todavía no se animó a denunciar lo que viene padeciendo. En estos días me escribiero­n distintas chicas que dicen sentirse identifica­das conmigo”, asegura.

Y agrega: “Tal vez no soy la persona indicada para dar consejos. Pero lo único que puedo recomendar es que pidan ayuda psicológic­a, porque mi familia no sabía nada y no me podía ayudar. Pidan ayuda porque si no, pueden terminar como yo, que intenté suicidarme tres veces”.

Romina fue la primera de las cuatro en animarse a contar su verdad. Lo confesó ante su familia y ante la Justicia. Fue en 2016. Desde ese modante, mento la Justicia ordenó la captura de su padre. Permaneció prófugo durante 28 meses. La DDI de Morón lo detuvo en enero de 2019. Estaba en una casa de Rafael Castillo. Le encontraro­n un arma de guerra.

“Paz”, “Que empieza una nueva vida”, “Que volvimos a nacer”, son las respuestas de Carolina (29), Soledad (30) y Evangelina (27), las otras tres denunciant­es, sobre las sensacione­s que les genera la condena.

“Teníamos miedo. Miedo de que recibiera una pena menor, y de volver a verlo”, agrega Soledad. Leguizamón padre pidió quedarse en la cárcel y enterarse en ese lugar de la condena. Pero durante las audiencias solo coincidió con Carolina. “En la primera audiencia me miró de manera intimicomo queriéndom­e asustar. Pero después lo ignoré. Para mí, era como que no estaba”, dice Carolina.

“Yo no siento nada por él. Ni siquiera rechazo”, confiesa Evangelina, en el mismo pasillo de los Tribunales en el que se vuelven a abrazar, minutos después del fallo.

“Él cambió apenas formalizam­os nuestra relación. Empezó a pegarme y a insultarme. Pero cuando lo dejaba, me pedía disculpas, lloraba y me decía de volver a intentarlo”, contó durante el juicio la madre de las cuatro hermanas, que junto a Alejandro tuvieron siete hijos más. Uno de los varones también había confesado abusos por parte de su padre. Pero con el tiempo dijo “haberlo perdonado”.

La mujer, hoy de 56 años, también confesó distintas amenazas que le hizo Leguizamón, apuntándol­e con un arma. “No te mato porque están los ‘guachos’”, llegó a decirle. La respuesta fue “si querés, matame, pero dejá a los chicos tranquilos”.

Los abusos contra sus hijas comenzaron cuando tenían edad escolar. Algunas confesaron haber sido manoseadas desde sus tres o cuatro años. No las dejaba tener novio ni salir de la casa. Las llamaba “las chinitas”, y la orden era “que se turnaran para rascarlo en el cuerpo y los genitales”. Solía hacerlo después de dar otra orden, a su mujer. Que “debería irse a hacer las compras del día y tardar entre dos y tres horas”.

Leguizamón llegó a escribirle una carta a Romina. “Lo nuestro no es abuso. Es incesto; estoy enamorado de vos. Quiero que seas mi pareja. Hablemos con tu mamá. Tiene que ir a terapia y entender lo que nos pasa”, le dijo en el papel, donde agregó su firma y su número de documento.

El empresario administra­ba su fábrica de membranas, en General Pacheco. “La acusación que me hacen es falsa. Lo único que quieren es quedarse con mi fábrica”, declaró .

Aunque admitió, sin dar mayores detalles: “A veces se me iba la mano”. Su abogado había solicitado su absolución. En cambio, el fiscal Pablo Masferrer requirió la misma pena que le aplicaron: 50 años.

Sin embargo, dos testigos no familiares contaron su propia versión. “Una vez me contó que estaba de novio con su hija”, detalló un socio. Y una empleada recordó el día en el que una de las hijas de Leguizamón se puso a llorar y le dio detalles sobre lo que le hacía su papá.w

 ?? L. MERLE ?? “Paz”. Es lo que afirman sentir ahora las hermanas que fueron abusadas por su padre. Ayer se abrazaron al salir de los Tribunales de Morón.
L. MERLE “Paz”. Es lo que afirman sentir ahora las hermanas que fueron abusadas por su padre. Ayer se abrazaron al salir de los Tribunales de Morón.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina