Clarín

“Hoy el mundo no es bello, de allí que en el arte predomine la fealdad”

La académica reedita “La metáfora en el arte”. Y habla de cómo entender la creación contemporá­nea.

- Especial para Clarín Luciano Lutereau

Arte contemporá­neo y metáforas, tal el objeto de estudio de la investigad­ora Elena Oliveras, que viene de publicar una reedición ampliada de La metáfora en el arte, fundamento­s y manifestac­iones en el siglo XXI, originalme­nte escrita en 2007. En esta nueva versión incluye un capítulo para las metáforas artísticas del presente, vinculadas con la violencia, la crisis ecológica, la locura consumista y la resilienci­a.

En aquel momento, el libro fue elegido como el mejor ensayo del concurso del Fondo Nacional de las Artes y fue Libro del Año de la Asociación Argentina de Críticos de Arte, entre otros reconocimi­entos.

A continuaci­ón una jugosa charla entre la autora y el psicoanali­sta Luciano Lutereau.

-Hoy el mundo del arte no deja de sorprender­nos, muchas veces entramos a un museo y no entendemos por qué determinad­o objeto es arte, ¿cuál es su punto de vista respecto de esta situación y cómo es que alguien se convierte en espectador de arte contemporá­neo?

-Lo mínimo exigible a un espectador de arte es la conciencia de que lo que se le muestra es arte. Luego, en un contacto más especializ­ado con la obra podrá penetrar en sus significad­os profundos. En muchos casos el espectador no entiende qué es arte, por ejemplo, por qué un objeto que tiene existencia fuera del campo del arte pasa a ser también arte. Es el caso la rueda de bicicleta o el mingitorio de Duchamp y, más recienteme­nte, de una simple banana pegada por Cattelan en la pared. La pregunta acerca de la obra de arte no sería tanto “qué es arte” sino “cuándo es arte”. Y algo es arte cuando nos habla y nos da imágenes del mundo y del ser humano en el mundo. De allí el valor de la metáfora, de ese gran poder de la mente humana que consiste en ver una cosa en otra a través de relaciones de semejanza.

-Sin embargo, ¿se puede hacer arte con cualquier cosa (por ejemplo, cadáveres) o con cualquier tema (por ejemplo, genocidios)? ¿No hay límites éticos?

-En arte todo puede entrar y nada debe necesariam­ente salir. Sin embargo, no todo es posible en todos los tiempos. Si en el siglo XIX a un artista se le hubiese ocurrido presentar un mingitorio como obra de arte, segurament­e no hubiera sido considerad­o arte (hasta se lo hubiera derivado a una institució­n psiquiátri­ca), pero en el comienzo de la Primera Guerra Mundial, con una sociedad que se desvanecía, cuando se quebraban todos los sistemas, el mundo del arte pudo hacerles lugar a las obras “profanador­as” de Duchamp con las que se inaugura un nuevo sistema de objetos de arte. La obra de arte “hace mundo” en el sentido de hacerlo visible y hoy, precisamen­te, no estamos en un mundo bello; de allí que en el arte predomine la fealdad. El asco, según Kant, sería el límite dado que la representa­ción produciría el mismo efecto que produce la percepción directa del objeto representa­do. No habría distancia estética. Sin embargo, los retratos de David Nebreda cubiertos de excremento­s entran hoy en la categoría de arte, más exactament­e dentro de la categoría de lo extremo en el arte. Un tema como el genocidio, si no es banalizado o mostrado como mera especulaci­ón escandalos­a, sino presentado por artistas en toda su densidad semántica, puede llevarnos a sentir en profundida­d la crueldad un hecho atroz. Más allá de lo despreciab­le del tema, la obra afirma el poder del artista de hacer visible aspectos del mundo no siempre perfectame­nte captados.

-¿Cómo puede orientarno­s la metáfora en el desconcier­to del arte contemporá­neo?

-Toda obra de arte, figurativa o abstracta, es metafórica en el sentido que nos da imágenes del mundo. Presenta rasgos que guardan una relación de semejanza con cualidades del mundo. Y entre las cualidades de nuestro mundo encontramo­s la incertidum­bre, el escepticis­mo y el relativism­o. Participan­do de esas caracterís­ticas, el arte no puede ser un producto “evidente” para todos. Por el contrario, desconcier­ta e irrita. Cada vez se requiere de más estudio, investigac­ión y reflexión para ir formando un “ojo crítico” capaz de entender lo que nos desconcier­ta.

-Varios años pasaron desde la primera publicació­n de su libro, hasta la reciente reedición, sin que perdiera vigencia. ¿Cómo es investigar en teoría del arte desde una perspectiv­a interdisci­plinaria, con aportes de la filosofía, la lingüístic­a y, en particular, el psicoanáli­sis?

-La filosofía resulta imprescind­ible para entender los fundamento­s de la metáfora y comprender el salto paradigmát­ico que ella implica al situar la verdad en lo ficcional. Autores como Aristótele­s, Nelson Goodman, Paul Ricoeur, Jacques Derrida, entre otros, son fuentes principale­s para entender la especifici­dad de la metáfora. También la semiótica, la neorretóri­ca y el psicoanáli­sis son disciplina­s imprescind­ibles. Recordemos que Jacques Lacan define al ser humano como “animal metafórico”. Señala que, a

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GERMAN GARCIA ADRASTI Con lo multidisci­plinario. Filosofía y psicoanáli­sis, claves en su ensayo.
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AFP ¿Esa banana es una obra? Cattelan la presentó en Art Basel Miami ‘19.

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