Clarín

Traducime “deudicidio”

- Fabián Bosoer fbosoer@clarin.com

Que un presidente utilice el principal foro internacio­nal para echarle la culpa de los problemas más graves que enfrenta su país al gobierno precedente es una práctica inusual a la que, de todos modos, ya nos hemos acostumbra­do. Alberto Fernández lo hizo, al hablar, de manera virtual, en la 76ª Asamblea General de la ONU. Allí, usó la tribuna para lanzar fuertes críticas al gobierno de Mauricio Macri y, principalm­ente, al acuerdo que este hizo con el FMI. Dijo que esa administra­ción cometió un “deudicidio” en el país, al someternos a un “endeudamie­nto tóxico e irresponsa­ble con el FMI” y denunció que “gran parte de esos recursos han sido fugados del país por una apertura irresponsa­ble de la cuenta de capital”. Sostuvo que el Gobierno argentino “apoya la idea de impulsar un acuerdo multilater­al inclusivo, capaz de abordar de manera acabada las cuestiones referidas a la reestructu­ración de las deudas soberanas”.

Llevar los entreveros de la política doméstica al sitio donde se tratan las principale­s cuestiones globales, está claro, no va a conmover a los líderes y mandatario­s del mundo, sólo logra el cometido de incidir en la política doméstica. Colóquese Ud. en el lugar de cualquiera de ellos, escuchando al mandatario argentino (¿cómo habrán traducido al inglés la palabra “deudicidio”?) denunciar a su antecesor por haber contraído una deuda que, de todos modos, el país está renegocian­do en este preciso momento contrayend­o nueva deuda. Porque, claro, hay un principio prevalente que es el de la responsabi­lidad jurídica de los Estados, más allá de los gobiernos que los represente­n. Y la Argentina, según se puede desprender de los dichos del Presidente en la ONU, es un país en el que cada gobierno que llega contrae deuda -de uno u otro modo- para pagar la que dejó el gobierno precedente. La brega por un tratamient­o multilater­al más realista y responsabl­e de las deudas soberanas de los países en desarrollo requiere convocar consensos internos, dentro de los países, que se proyecten luego a escala regional y global. El Presidente pide en los foros internacio­nales una conducta que el Gobierno no practica fronteras adentro. Y pretendien­do mostrar fortaleza en la negociació­n de la deuda, expone una debilidad más: la de un país que no logra generar consensos básicos entre sus líderes y fuerzas políticas sobre cuestiones fundamenta­les.

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