Clarín

La guerrilla recluta a niños en Venezuela para la guerra entre las FARC y el ELN

Se los roban a sus padres, en general indígenas, que huyen con lo poco que tienen hacia Colombia.

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A orillas del río Meta, Tania mece en una hamaca a una de las dos hijas con las que huyó de su comunidad indígena de Venezuela hace una semana, cuando la guerrilla les amenazó diciendo que se viene una guerra entre el ELN y las FARC y necesitan efectivos, incluso si tienen cinco años, como su hija mayor.

Huyeron al otro lado del río Meta, a Puerto Carreño, capital del departamen­to colombiano de Vichada, a donde 936 personas de 277 familias han llegado desplazada­s en los últimos días de un conflicto que comenzó a cientos de kilómetros al noroeste, en Arauca. En ese departamen­to, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y dos frentes de las FARC se declararon una guerra que se ha extendido por toda la frontera con Venezuela donde los grupos se esconden a expensas de las comunidade­s.

En las comunidade­s ribereñas o incluso en las zonas rurales del estado venezolano de Apure, donde vive mucha población indígena, han llegado personas armadas a amenazar, a desalojar áreas enteras o buscando nuevos efectivos para nutrir sus filas.

“Estaban reclutando a niños, entonces nosotros no queríamos que se llevaran a nuestros niños”, explica Tania, una joven indígena amoruba a la que se le ha cambiado el nombre por motivos de seguridad. Les dijeron que “a quien no dejara a los niños lo mataban”, por eso salieron corriendo con lo que tenían.

Ahora, ella y otras 120 personas están acampados a orillas del río muy bajo por el duro verano y de donde no pueden ni siquiera pescar. La mayoría son bebes de brazos o niños pequeños que corretean a tropiezos a la sombra de tres grandes árboles.

Han alzado pequeñas chozas con lonas de plástico donde duermen y sobreviven con lo que pueden: “A algunos los he visto en el centro pidiendo a las verduleras que les den un pedazo de plátano que no vayan a vender o un pedazo de yuca”, de eso están viviendo ahorita, de lo que consiguen”, asegura a Efe la gobernador­a indígena Henny Gutiérrez.

El 55 % de los desplazado­s a Puerto Carreño son migrantes indígenas, pero también hay un gran número de campesinos venezolano­s que han tenido que cruzar la frontera (42 %), según la Defensoría del Pueblo que admite que el fenómeno es posiblemen­te mucho mayor.

Las veredas ribereñas están “colapsadas de gente” que ha llegado con lo que tenía; él mismo dice que recogió la pesca del día, escondió sus cosas en el monte y se echó al río en busca de un sitio más seguro.

“Los elenos (ELN) pelean con las FARC”, cuenta este hombre, que asegura que “ahí donde nosotros estábamos estaban matando a un pocotón de gente, como unos 12”. No saben por qué, pero sabían que no les quedaba otra que correr.

Una mujer, que llegó desde San Carlos del Meta (Venezuela) con sus hijos, dice susurrando: “Llegaron y a muchos querían llevarles los hijos.”■

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EFE Ayuda. Un funcionari­o colombiano habla con una desplazada.

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