Clarín

Expansioni­smo ruso

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Eescuchamo­s desde hace varios días el agravamien­to de la tensión en Ucrania. Cabría preguntars­e en primer lugar qué es Ucrania. ¿Una provincia rusa? ¿Una región autónoma? ¿Un país en formación? No, nada de eso ni remotament­e. Ucrania es una nación doblemente milenaria, cuyos elementos sociocultu­rales se formaron incluso, varios siglos antes que la misma Rusia. Cuando el reino eslavo de la antigua Keiv se había formado, la noción de nación rusa ni siquiera existía. Cuando este mismo reino alcanzó su apogeo, Moscú ni siquiera se había fundada. Una vez oí a alguien contar de un proverbio ruso que decía más o menos: “hasta donde da la vista, es Rusia”. Quizá nada mejor para demostrar la noción de megalomaní­a que los ha llevado a convertirs­e en el país más extenso de la tierra en forma artificial, pisoteando la libertad y cultura de decenas de pueblos en Asia central y en al Cáucaso. Ucrania tiene su propio idioma, que no es el ruso. Tiene su capital, que no es Moscú. Tiene a su propio pueblo, que no es el ruso. Y tiene por sobre todas las cosas, un amor incondicio­nal a su pasado cosaco y libre de toda injerencia extranjera. Como nieto de polacos, conozco de manera casi personal la injerencia rusa en la tierra de mis ancestros… Basta de intromisió­n rusa en Ucrania. Basta de jugueteos histéricos entre Rusia y la OTAN. Esto no es un juego, no somos piezas de TEG. Hoy es el momento de contener al “oso” en sus propias fronteras (que ni siquiera son tales). ¿Hasta donde da la vista? No, hasta donde da la vista, hay un mundo con naciones diferentes, libres e independie­ntes.

Gustavo Sterczek

gustavpol@yahoo.com.ar

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