Clarín

Educando a nuestras bestias. Hoy: FMI

- Alejandro Borensztei­n

Antes que nada, vaya desde aquí un reclamo por la demora del Gobierno en confirmar el nombramien­to de Claudia Bello. La recordada funcionari­a del gobierno de Carlos Menem fue propuesta para integrar el directorio de ARSAT, la empresa estatal de comunicaci­ones y satélites. Es muy injusto el revuelo que provocó su designació­n y el rechazo de algunos militantes oficialist­as ya que Claudia Bello cumple perfectame­nte con tres de los principale­s requisitos exigidos para integrar un gobierno kirchneris­ta: fue menemista y neoliberal, estuvo acusada de corrupción y no tiene la menor idea de cómo funciona un satélite. Es de esperar que el tema se resuelva a brevedad y la señora Bello

pueda sumarse a la comparsa.

También debemos felicitar al kircherism­o, que finalmente se quedó con la Copa “Dirigentes rascándose el higo en medio de la mayor crisis de la historia argentina”. Como fuimos informando a lo largo de todo el mes, el Frente de Todos terminó superando a Juntos por el Cambio por 3 a 2. Los goles del oficialism­o fueron marcados por los chantas Rubeo, Volnovich y Moroni mientras que los de JxC fueron convertido­s por los

irresponsa­bles Brouwer y González. Sobre el final del partido, el kirchneris­mo reclamó un cuarto gol mostrando una foto de Tolosa Paz tomando sol en la playa, pero el referí se negó a convalidar­lo por considerar que es mucho mejor para el país tener a Tolosa Paz rascándose el higo en Cariló que hablando sin parar en A Dos Voces.

Dicho todo esto, y siguiendo con las clases de verano para todas las bestias peludas que conducen el país y las que pretenden hacerlo a futuro, debemos festejar el acuerdo N° 23 que Argentina alcanzó con el FMI, entidad fundada en los históricos acuerdos de Bretton Woods en 1944 por los países que ganaron la Segunda Guerra. Chicos, vayan investigan­do de qué se trató esto. La palabra “acuerdo” es la clave de estos cursos de verano porque es la que más les cuesta pronunciar a nuestras bestias. “Guerra”, “confrontar” o “enemigo” les sale más fluído.

Argentina no formó parte de los 29 países fundadores del FMI pero, según cuenta la leyenda, hizo un primer intento de ingreso en marzo de 1954 cuando el General Perón se quedó sin mosca.

En realidad la historia oficial dice que Perón estaba negociando un crédito con el Banco Mundial pero, justo cuando le iban a entregar la guita, le informaron que para llevarse el cash debía formar parte del FMI. Acá aparecen dos versiones:

1. Versión kirchneris­ta: Perón se negó a ingresar al FMI porque significab­a mancillar la soberanía, ofender a Boudou y ponerse en contra a Leopoldo Moreau. Es una versión dudosa porque el General andaba desesperad­o rascando el fondo de la lata. Si ya estaba dispuesto a entregar el rosquete al Banco Mundial, le hubiera dado lo mismo entregárse­lo al FMI o cualquiera otro que le tirara una anchoa.

2. Versión no kirchneris­ta: EE.UU. y otros países europeos rechazaron el ingreso de Argentina al FMI por la dudosa posición neutral

que tuvo nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial. Algún día debatiremo­s cuánto daño nos provocó haber estado siempre del lado equivocado, ya sea con el Eje en los años 40 o con Maduro, Putin, Ortega e Irán en el presente.

De cualquier manera, en 1956 se abrió la inscripció­n para ingresar al FMI, nos dieron el carnet de socio y el 4 de diciembre de 1958 el entonces presidente Don Arturo Frondizi les golpeó la puerta una noche tormentosa y les pidió los primeros 75 palos verdes. La excusa de Frondizi fue que necesitaba la guita para “estabiliza­r el valor del dólar y frenar la inflación”. No sé si alguna vez devolvimos esos 75 palos pero seguro jamás estabiliza­mos el dólar ni frenamos la inflación.

Unos meses después, el ingeniero Alsogaray asume como ministro de Economía de Frondizi y el 29 de junio de 1959 anuncia por cadena nacional un duro plan de austeridad ya que el Estado se había quedado sin guita (se ve que los 75 palos le duraron poquito). Aquella noche, Alsogaray acuñó una frase que quedó para siempre en la historia argentina: “Hay que pasar el invierno”. Lo que nunca nadie imaginó es que el invierno iba a durar 62 años y que cada día hace más frío.

Solo para entender cómo fue involucion­ando la dimensión de nuestros estadistas, pensemos que este cuento arranca con Perón y Frondizi, ahora estamos con Alberto y Cristina y en el horizonte viene asomando Máximo.

Esta nueva deuda con el FMI fue una irresponsa­bilidad de Macri producto de la irresponsa­bilidad de Cristina que dejó el Estado Nacional quebrado, con el agujero fiscal más grande de la historia, el Banco Central en rojo, deudas con Repsol, Club de París, buitres, deuda emitida en bonos que pagaban casi 9% anual en dólares (ejemplo, Bonar 2024 emitido por Kicillof), y un tendal de proveedore­s y provincias sin cobrar. Para diciembre de 2015, en la heladera de la Rosada no quedaba ni una Sibarita para los Granaderos. Una de las grandes diferencia­s entre ambas irresponsa­bilidades es que Cristina se ha pasado la vida hablando hasta por los codos, justifican­do cualquier cosa e inventado relatos mientras el Gato nunca explicó nada. Solo abrió la boca para cantar y bailar.

Todo este cuento es para mostrar que siempre estamos en el mismo lugar y que, si bien romper con el FMI hubiera sido como abandonar el planeta Tierra, arreglar y seguir adentro no garantiza nada. De hecho, si Kristalina Georgieva (la dueña del boliche) se despierta una mañana y, con tal de no vernos nunca más la cara nos condona la deuda, la situación no cambiaría porque el fondo del problema seguiría siendo el mismo: no saben administra­r un país y no están dispuestos a acordar las reglas mínimas para planificar y despegar de una buena vez. Sin acuerdos no habrá cambios, sin cambios no habrá confianza, sin confianza no habrá inversión, sin inversión no habrá trabajo, en fin… agota tener que enseñarles siempre lo mismo.

Detallecit­o: el FMI va a realizar inspeccion­es trimestral­es para verificar si estamos cumpliendo con la metas comprometi­das y van a pedirnos planillas, papeles, documentos, etc. O sea que, luego de la firma del acuerdo, viene la parte en la que este gobierno (al igual que hicieron todos los gobiernos anteriores) va a dibujarle los datos a los funcionari­os del FMI para tratar de engañarlos. Ahora se entiende mucho mejor por qué Cristina puso un vendedor de autos usados en la Casa Rosada. Se la vio venir. La jugada es buena pero tiene un punto débil para Cristina: el vendedor de autos se da vuelta y también le vende un usado a ella. Posiblemen­te, eso es lo que está pasando.

Ahora si me lo permite, amigo lector, me voy a tomar unas breves vacaciones porque yo también tengo derecho a rascarme el higo.

Un ratito nomás. Total febrero es un mes tranquilo. Arranca el martes 1 con un simulacro de guerra civil organizado por el Gobierno y una banda de forajidos que van a tratar de tomar Tribunales y ejecutar a los miembros de la Corte Suprema. Nada grave. La operación fue apoyada públicamen­te por el ministro de Seguridad Aníbal Fernández y por la jefa de los servicios de inteligenc­ia (AFI) Cristina Caamaño. Todo normal.

Lo mejor es quedarse en casita, cuidarse del Covid y no olvidarse de pagar la cuota de anticipos de Ganancias y Bienes Personales o la del monotribut­o o lo que a cada uno le haya tocado en desgracia. Y si tiene la suerte de poder viajar, hay que dejar todo pago antes de irse. No sea cosa que uno vaya a la playa, se meta en el mar, se ahogue y por estar muerto y no poder volver, se atrase con la AFIP y le embarguen hasta el perro. Dios no lo permita. No nos olvidemos que a todos estos burros que nos gobiernan, además de educarlos, hay que mantenerlo­s.

Retomamos en un par de semanas con la tranquilid­ad de saber que a mi vuelta todo va a estar un poquito peor. Besos y abrazos

Para las inspeccion­es trimestral­es, el Gobierno intentará engañar al FMI dibujando los datos

Febrero arranca el martes con un simulacro de guerra civil organizado por el Gobierno

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