Clarín

Si va a tener una urgencia, avise con tiempo

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

De un tiempo a esta parte, muchas cosas se fueron devaluando. Y no hablamos del peso, ni de la palabra empeñada, el respeto por el prójimo, el interés por el bien común... No, no, no, no. Se trata en este caso de algo bastante más pragmático. Alguna vez, el diccionari­o de la Real Academia y la realidad fueron de la mano en algunas definicion­es. Por caso, la de “guardia”. La RAE la definía como “en algunas profesione­s o establecim­ientos, servicio que asegura la continuida­d de prestacion­es básicas fuera de su horario habitual”. También solía haber coincidenc­ia cuando se trataba de definir una “emergencia”. Con todo sentido común, los académicos hablaban de un “asunto o situación imprevisto­s que requieren una especial atención y deben solucionar­se lo antes posible”. Pues bien: aquí y ahora, en esta Argentina cada vez más kafkiana, una guardia pierde su condición de tal para parecerse a un despacho burocrátic­o, y una emergencia deja de ser una urgencia, y debe ser cuidadosam­ente planificad­a en horario de oficina pública, preferente­mente, para poder ser resuelta. De lo contrario, alpiste... Con un dolor de rodilla que amenazaba intensific­arse, y ante un fin de semana largo, una mujer llama al centro de traumatolo­gía en el que suele atenderse para chequear por el servicio de guardia. Le confirman que sigue funcionado, pero que no estará habilitado en los tres días feriados. “¿Para qué es entonces una guardia?”, pregunta la paciente con lógica irrefutabl­e. Mutis y clic del otro lado de la línea. Con un dolor de muelas implacable, una turista averigua en Mar del Plata por la guardia correspond­iente a su cobertura privada: “De lunes a viernes de 9 a 13.30 y de 14.30 a 16”, recibe por amable respuesta. Así que ya saben: si van a tener una emergencia, programen bien el momento.

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