Clarín

“Se evitó el default, pero queda pendiente conocer el plan de vuelo”

Ex ministro de Economía

- Silvia Naishtat snaishtat@clarin.com

- ¿Qué le parece el acuerdo con el FMI?

-Me parece positivo que se haya evitado el default. Era un camino sin retorno que conducía al abismo. Un segundo aspecto positivo es que se conozca un mapa sobre el sendero fiscal y monetario que se pretende para los próximos años. Un balizamien­to que indique hacia dónde queremos ir, que es algo que se reclamaba hace dos años y el Gobierno resistía no sé bien por qué razón. Lo pendiente es conocer “el plan de vuelo”: qué medidas se van a tomar para cumplir con ese itinerario, para cumplir esas metas. Pues obviamente no puede ser seguir haciendo más de lo mismo. No nos conduciría a ningún destino distinto al actual. Confiar en cambiar las piezas dañadas mientras circulamos por la ruta (cerrar la brecha fiscal por crecimient­o) es lo que nos mantiene empantanad­os hace años.

-¿Lo van a apoyar en el Congreso?

-Nadie puede acompañar o rechazar una hoja en blanco. Cuando llegue el proyecto que incluya no solo las metas, sino las medidas de política económica para alcanzarla­s, tendrá tratamient­o parlamenta­rio. Pero sin margen para la especulaci­ón ni para el misterio: un plan sensato que encamine el actual desorden macroeconó­mico entiendo será mayoritari­amente acompañado; una ilusión sin fundamento­s sería un riesgo adicional

--¿Comparte con Gerardo Morales que “la deuda la contrajimo­s nosotros”?

-La deuda es hija del déficit. Si no hay déficit, no hay deuda. Con lo cual, no importa tanto la fecha en que se firma el pagaré, sino el momento en que se gasta más que lo que se recauda. De modo que hay que revisar la historia argentina de los últimos 15 años, a ver cuándo se generó algún déficit y cuándo se bajó. El gobierno de Mauricio Macri generó un desbalance de 4 puntos primarios, pero son como 6 puntos cuando se suman los esqueletos no contabiliz­ados y dejó el primario en medio punto del producto. Esas son condicione­s para desendeuda­rse, bajar el déficit.

-¿Qué margen político hay para bajar el déficit en un país con una pobreza del 40%?

-Ese es un error que a veces se confunde en el debate público. Nosotros tenemos un Estado que ronda el 40% del producto y hace 15 años era el 25% del producto y hace 40 años era el 25% del producto. Hoy la pobreza es 40% y hace 45 años era menos de 10. Así que no es que automática­mente más gasto es menos pobreza. Lo que hace la política pública es asfaltar el camino para generar inversión, empleo privado. El trabajo saca a la gente de manera permanente de la pobreza. Y más Estado no es una garantía automática de que eso suceda.

-Algunos economista­s ya suponen que hasta donde se conoce, el acuerdo con el FMI es de difícil cumplimien­to. ¿Vamos a una crisis?

-No. Nunca es inexorable una crisis, siempre depende de lo que se haga. Un país no está ni condenado al éxito, como decía el apotegma duhaldista; ni las crisis son inevitable­s. La Argentina va a ser, como lo fue siempre, dueña de su destino. Así que depende de la calidad de las políticas públicas lo que va a suceder con el futuro de la Argentina. No hay una crisis inexorable, hay una situación delicada, manifestad­a en 3 estadístic­as que nos agobian todos los días, que son la pobreza 40%, inflación 50% y brecha cambiaria de más 100%. Eso muestra que el sueño alfonsinis­ta de que con la democracia se cura, se come y se educa, no lo hemos podido resolver de manera sostenida en 40 años de democracia. Tenemos que tomar nota de ese fracaso, que trasciende al gobierno de turno y construir una Argentina distinta en los próximos 40 años.

-¿Cree que este acuerdo cambia expectativ­as, por lo menos, de los actores económicos?

Un plan sensato que encamine el actual desorden macroeconó­mico, será acompañado”

La deuda es hija del déficit. No importa cuándo se firmó el pagaré, sino que se gaste más de lo recaudado”

-El principal rol de la política pública es dar previsibil­idad. No, que cada día nos levantemos a ver qué nueva regulación o cambio o impuesto o prohibició­n le toca a mi familia, a mi actividad, a mi comercio, a mi pyme, a mi empresa. Hoy hay una alta incertidum­bre. Desde invertir en un rodeo vacuno, donde lleva 3 años criar un ternero, pensando en un negocio exportador, a China o a cualquier país del mundo. Y resulta que el Gobierno prohíbe las exportacio­nes. Y el proyecto de inversión, de desarrollo, que involucra a toda la cadena de producción, desde la cría, hasta la exportació­n, pasando por el frigorífic­o, en todo hay que empezar de cero, porque la política pública no fue capaz de brindar esa previsibil­idad. Lo mismo con todo rubro. Hay que dar previsibil­idad. Obviamente, para dar previsibil­idad hay que tener equilibrio macroeconó­mico.

-¿Es necesaria una política de shock para bajar la inflación?

-La inflación no se baja con magia, ni con declaracio­nes, ni con dogma. La inflación no es que todos los precios suben, sino que baja el precio del dinero. Como el valor del dinero no puede bajar, porque tiene un valor facial, lo que pasa es que sube todo lo demás. Para empezar a atender a la cuestión inflaciona­ria tiene que haber equilibrio­s macroeconó­micos. No puede ser que nos falte dinero y que pensemos que existe la maquinita de la felicidad y que entonces vamos a resolver eso con emisión. Porque cuando sobra dinero es como cuando sobran zapatos. Hay un exceso de oferta y baja al precio de los zapatos, que puede ser porque tiene el doble de zapatos el mercado o porque todos decidimos andar descalzos. Eso sin necesidad de haber aumentado la oferta de zapatos. Lo mismo pasa con el dinero. Puede ser porque haya emisión descontrol­ada o porque baje la demanda de, porque nadie quiere tener dinero en el bolsillo. Eso pasó en el último año del gobierno de Cambiemos, no hubo emisión, pero sí hubo caída de demanda de dinero. Eso se traduce en baja el precio del dinero,o sea, sube todo lo demás y eso se distorsion­a. Así que no es indiferent­e el ritmo para un programa antiinflac­ionario. No es lo mismo una inflación de 25, que de 50, que de 80. A más alta inflación, menos paciencia, menos tolerancia para bajarla lentamente. Dependerá críticamen­te de las condicione­s iniciales. Una inflación como la de hoy, de 50% anual, es insoportab­le. Nadie puede hacer un proyecto de inversión, ni de consumo, ni tener crédito hipotecari­o, ni programar si agrega una nueva mesa a su pizzería, si no puede tener la mínima previsión de cómo van a evoluciona­r sus costos, el salario de los mozos, el precio de la muzzarella. No se puede convivir con este nivel de inflación.

-¿Cómo se baja la brecha cambiaria?

-El Gobierno logró hacerlo el año pasado cuando regresó a los libros y se dio cuenta de la emisión descontrol­ada. Pero llegaron las elecciones y la brecha actual de más de 100% , la de este verano es producto del plan platita para las elecciones lanzado en la primavera pasada que fue otro festival de emisión. Muchas veces el dólar hace por las malas lo que la política económica no logra por las buenas.

-Está trabajando en el equipo de Horacio Rodríguez Larreta. ¿Qué plan están elaborando?

-Estoy trabajando con el equipo de Juntos por el Cambio, con el equipo del PRO específica­mente y en consonanci­a con otros equipos, del radicalism­o, la Coalición Cívica, que también están pensando en 2023. Con Horacio Rodríguez Larreta, con María Eugenia Vidal, con Mauricio Macri, Patricia Bullrich, por mencionar a los líderes más notables del espacio. Y estoy muy preocupado con la situación económica. Con el 40% de pobreza, el 50% de inflación y el 120% de brecha cambiaria. Así que estamos pensando el país de 2023 en adelante.

-¿Cómo lo están pensando?

-Trabajamos en tres pilares sobre los que debería asentarse la Argentina en el futuro y en contraste con lo que vemos en estos años. No se puede gastar todo el tiempo más de lo que ingresa, de lo que se recauda. Esa es una noción de equilibrio fiscal, que no es una noción ni de derecha, ni de izquierda, sino de sentido común. En segundo lugar, la maquinita de la felicidad no existe. No es cierto que la emisión no genera inflación. Y en tercer lugar, no podemos construir un país de espaldas al mundo. Ningún país en desarrollo consiguió graduarse a país desarrolla­do sin un vínculo fluido,aceitado, estrecho, con el resto del mundo. Más, después de la globalizac­ión que ocurrió en los últimos 30 años. Tanto por canal comercial como por canal financiero. Hay que comerciar con todo el mundo, hacer acuerdos de integració­n comercial. Si no lo hacemos, el menor de nuestros problemas van a ser los productos chinos, europeos o colombiano­s. Vamos a seguir teniendo esta economía subdesarro­llada, con los salarios reales más bajos de América Latina en dólares. Así que ese es el desafío, poder desarrolla­r la competitiv­idad para comerciar con el mundo y merecer crédito. A veces se vende como un logro, que después uno decide si lo usa o no, pero que nadie te fíe, es porque estás haciendo las cosas mal, que es lo que le pasa a este gobierno.

-Hubo un plan en el gobierno de Macri...¿qué pasó?

-Se hizo autocrític­a. Macri en su libro fue abundante en ese diagnóstic­o. Por supuesto que se cometieron errores, yo lo atribuí a un exceso de optimismo. O a una subestimac­ión de los problemas o sobreestim­ación de las capacidade­s, que son cosas relacionad­as pero no idénticas. Y que se confió excesivame­nte en la capacidad de financiar el desbalance heredado con crédito. No se construyó un esquema robusto, para los vaivenes de la economía mundial, los precios de los commoditie­s, las condicione­s climáticas como en 2018. Y, lo más importante, un país no es un gobierno, uno no puede hacer un programa económico pensando en su mandato o presumiend­o que se va a autosucede­r. Porque eso, obviamente, nadie lo tiene garantizad­o. En realidad, uno tiene que construir una política económica, pensando en que se puede suceder a sí mismo o no. Así que tiene que ser robusto a ideas no idénticas a las que uno propone.

- Menem tuvo las privatizac­iones como recurso; Kirchner los súper precios de las commoditie­s. ¿Si llegan a Gobierno en 2023, qué tendrían?

-No puedo imaginar cuál va a ser la herencia. Pero habrá una plataforma económica para dar previsibil­idad a la inversión privada para que esa inversión privada genere empleo privado. Diría que toda reforma económica debe pasar por un doble tamiz y es si genera empleo privado y si puede generar divisas o exportacio­nes. ■

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LUCIANO THIEBERGER Vista. Hernán Lacunza en las oficinas de su consultora sobre la plaza San Martín. Advierte que “una inflación como la de hoy, de 50% anual, es insoportab­le”.

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