Clarín

Argentina firmó con el FMI el “Plan Pegatina, un acuerdo para no volcar”

Metas. El economista resaltó que el programa carece de exigencias en reformas estructura­les ni en precios relativos.

- Carlos Melconian Economista

En distintas oportunida­des me he referido a las caracterís­ticas del contexto político y económico que nos toca vivir. He señalado que empezando la segunda parte de esta administra­ción y en parte como consecuenc­ia del resultado electoral de noviembre pasado, el Presidente Alberto Fernández será uno más que no quebró ni quebrará el síndrome de “durar y llegar” al final de su mandato. Que se trata además de un gobierno que no rompió ni romperá con la inestabili­dad macroeconó­mica. Y finalmente que transforma­r la actual inestabili­dad en “estable” sería un “buen” escenario tipo premio consuelo. Una tarea difícil, aunque posible.

Ese escenario siempre lució muy modesto, aunque también optimista frente a los pronóstico­s de explosión. Con toda el agua bajo el puente que tiene que correr, no solo local sino también internacio­nal, el período diciembre-marzo en términos de decisiones tendrá una enorme influencia en los próximos 24 meses.

Finalmente, se confirma que ir a un “acuerdo” o no con el Fondo Monetario Internacio­nal no era inocuo respecto a cuán a los tumbos se llegará al 10 de diciembre de 2023, a cuanto se va a mover el avión en ese trayecto.

No se trata de algo fácil además en un Gobierno que es pura contradicc­ión en términos políticos e ideológico­s, que ensaya un modelo de política económica obsoleto con macro desajustes propios y anteriores de más de una administra­ción, con precios relativos insostenib­les -especialme­nte en energía y transporte-, súper cepos.

Un Gobierno que, para colmo, termina 2021 en medio de una gran contradicc­ión: un fuerte rebote (todavía no generaliza­do) del nivel de actividad que confunde como “el regreso al crecimient­o económico” y un deterioro muy pronunciad­o de variables financiera­s, léase riesgo país, brecha cambiaria, reservas internacio­nales negativas, tasa de interés súper negativas, que tarde o temprano terminan contagiand­o y trasladánd­ose al sector real de la economía.

Además, sufrió como el resto del planeta con una fenomenal pandemia de gran impacto.

En este contexto, hace apenas 48 horas el Gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacio­nal informaron simultánea­mente (con algunas diferencia­s de orden verbal) avances importante­s para ir a ese “acuerdo”. Queda un importante terreno por recorrer que obviamente descuento se recorrerá, espero, y entonces antes del 22 de marzo próximo, verdadera fecha limite por el volumen de pagos a realizar, habrá Carta de Intención del lado argentino solicitand­o el acuerdo, y un memorándum de entendimie­nto cuantitati­vo e instrument­al de ambas partes.

Allí aparecerá lo que al momento no existe y es lo más importante de lo anunciado: los compromiso­s a los que se someten ambas partes. Se cumpliría entonces una vez más el famoso dicho, tantas veces aplicado, de “perro que ladra no muerde” como ha ocurrido con los acreedores bonistas, la vacuna Pfizer, el propio pago del viernes y el de mañana lunes.

Al final, después de dar 500 vueltas el Presidente Fernández terminó en el Fondo Monetario, situación que en una opinión ciento por ciento objetiva y profesiona­l me imaginaba hace casi dos años.

Lamentable­mente, en términos netos esta forma de avanzar de la administra­ción genera muchos más costos que beneficios y desde ya no recupera de ninguna manera la confiabili­dad y confianza a futuro.

Por lo tanto, más por resignació­n y necesidad, y nada por convicción, utilizando toneladas de pegamento y tragándose varios sapos, calculo que, de ambas partes, se intentará firmar y “cumplir” un acuerdo basado una vez mas en aplicar el instinto de superviven­cia. Un plan pegatina.

Quedan atrás las promesas a la “hinchada” respecto a alargamien­to de plazo, disminució­n de tasas y redistribu­ción de derechos especiales de giro “que el G20 acompaña” tantas veces señalado por el Ministro Guzmán, y habrá que ver de qué se disfraza el Fondo para presentar un acuerdo de Facilidade­s Extendidas raro, “light”, sin reformas estructura­les, supuestame­nte con mantenimie­nto real del gasto público y sin modificaci­ón de precios relativos especialme­nte en energía según se le ha escuchado al Ministro (esto último con alguna diferencia respecto a lo indicado en el comunicado oficial del FMI). Una verdadera incógnita.

Insisto, aun teniendo que esperar la versión escrita, definitiva y seria de un acuerdo, si en algún momento desde la vereda fondomonet­arista primo la “complicida­d en plata” compensada con un durísimo programa el Plan Picapiedra­s 2018-2019 de la anterior administra­ción-, ahora ello ha trocado a “complicida­d” de “Plan Pegatina”, sin plata, hecho para durar y llegar y ver si se puede hacer algún aporte para la “estabilida­d de la inestabili­dad”, lo que no es poco en Berretalan­dia y es, “miopemente” visto, recontra bienvenido por una administra­ción que no quiera reformar el país en serio.

En otras palabras y como tantas veces hemos dicho, no estaremos, aun con el FMI, ni siquiera cerca de un cambio de régimen económico, un plan de reforma estructura­l organizaci­onal, ni un plan de estabiliza­ción macroeconó­mica. La premisa es un aporte para no volcar. No agravar la situación y determinad­a tranquilid­ad para otro mandato presidenci­al, el tercero consecutiv­o, que desde 2011 a la echa en estanflaci­ón.

Por supuesto lo poco o mucho que se firme hay que cumplirlo saliendo airoso cada trimestre ante cada supervisió­n del Fondo, previa a la liberación a cada “desembolso”, dando muestras además de que el “que no vengan más a supervisar” era también otra broma.

No obstante lo señalado hasta aquí, se han difundido (siempre en boca del Ministro) algunos números, en realidad conceptos, del Plan Pegatina. Un plan precario y con muchas dudas:

- Disminució­n gradual del déficit sin ajuste del gasto y con mínimos cambios tarifarios

- Un sendero muy ambicioso (¿inconsiste­nte?) de menor emisión de moneda en un año hay que admitir que, salvo alguna “trampita” contable, será complicado legalmente por Carta Orgánica del BCRA emitir al nivel de 2021Nuevas y exageradas colocacion­es de deuda local en pesos para financiar el agujero,

- Una meta de acumulació­n de reservas basada de momento en papeles de devolución fondomonet­arista (Derechos Especiales de Giro) más que en superávit de comercio, dado que como ha mostrado 2021 aun con precios súper buenos este se esfuma por inestabili­dad macroeconó­mica y desconfian­za, aun con súper-cepo.

- Habrá además deslizamie­ntos devaluator­ios diarios sin salto. La expectativ­a de bajar la inflación y aumentar exportacio­nes sin reforma estructura­l, de competitiv­idad, de cambio organizaci­onal y de convicción en lo que se está haciendo será una tarea difícil, por no decir imposible.

Aquí sí, quiero dejar por escrito aun en la precarieda­d de la informació­n dos cosas. Una primera es una afirmación de corto plazo: más allá de entrar en las próximas semanas y meses en una estacional­idad históricam­ente favorable fiscal y externa, en este último caso urge que aun con el anuncio y la expectativ­a de un acuerdo, el Banco Central pueda casi inmediatam­ente dejar de vender dólares de sus reservas netas negativas.

Me refiero a recuperar el signo positivo entre oferta y demanda en el mercado de cambios. Caso contrario estaremos en alguna dificultad adicional con el simple “deslizamie­nto sin salto” del peso.

El segundo punto, en realidad la mayor duda, es que, según lo anunciado, la asistencia monetaria del Banco Central a la Tesorería de la Nación cae a un tercio de 2021 con “independen­cia” del déficit fiscal que se proyecta. O sea, el Fondo que le pidió emisión cero a la anterior administra­ción, -lo que significó un verdadero Plan Picapiedra­s-, le estaría pidiendo emisión 1% del PBI a esta, lo que significar­a en este baile, ceteris paribus, una fenomenal y feroz contracció­n monetaria y crediticia respecto a la velocidad a la cual viene lanzada la emisión de 2021. Veremos.

En síntesis, el anuncio de que se ha llegado a un entendimie­nto y de allí se pasara a un acuerdo es muy buena noticia. Apenas un punto de partida para el intento de encapsular el desorden macro.

Es un Programa Pegatina donde la probabilid­ad del Fondo de involucrar­se en Un-No-Plan conjunto Gobierno-FMI es alta y riesgosa. Habrá que chequear sus consecuenc­ias con el paso del tiempo.

También habrá que estar atentos, como ha ocurrido tantas veces en la Argentina sin plan, a que frente a un mínimo bálsamo financiero, de ocurrir, aunque sea transitori­amente, se reflotara la ansiedad del “proyecto político”. Allí aparecerán entonces los desvíos de lo que se comprometa. No obstante, sin acuerdo y pateando el tablero la inestabili­dad macroeconó­mica sería fatal.w

“Al final, después de dar 500 vueltas, el Presidente terminó en el Fondo Monetario”.

“Por supuesto, lo poco o mucho que se firme habrá que cumplirlo, para superar la revisión”.

 ?? ?? Condicione­s. Las contó Alberto Fernández el viernes por la mañana. Aseguró que se cuidó seguir creciendo.
Condicione­s. Las contó Alberto Fernández el viernes por la mañana. Aseguró que se cuidó seguir creciendo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina