Los cambios que sigue evaluando el Gobierno y la obsesión por la unidad
Wado y Manzur están en la cuerda floja. Pero el Presidente duda sobre el momento de reemplazarlos. Ahora prioriza la aprobación del acuerdo con el FMI.
Alberto Fernández enfrenta el dilema de reemplazar a funcionarios clave en los que no confía y mantener el status quo para garantizar la unidad del Frente de Todos. Tras el regreso de su gira por Rusia, China y Barbados, parece haber terminado de optar por la segunda opción, aunque otras alternativas se presenten en el horizonte e incluyan sacrificar espacios de poder para algunos de sus colaboradores más leales.
Las posibles salidas del jefe de Gabinete Juan Manzur y del ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro alimentaron la desconfianza en el oficialismo y los rumores durante los primeros 43 días del año. Más allá de las versiones intencionadas que circularon afuera y adentro de la Casa Rosada, la distancia que el jefe de Estado les marcó a sus dos ministros -de extracciones y trayectorias políticas diferentes- potenció las especulaciones y las intrigas palaciegas.
Durante casi toda la semana, el Presidente no habló ni se cruzó con el ministro del Interior, un cargo determinante para la gestión y el armado político de cualquier administración. La prescindencia de Fernández se vuelve más curiosa por el hecho de que el mandatario y su ministro tienen sus respectivos despachos en la Casa Rosada, a un piso de distancia.
El Presidente tampoco se hizo lugar en la agenda para acompañar a De Pedro a sus excursiones de gestión con mandatarios provinciales. No viajó a Santa Fe ni a Misiones, donde el ministro coincidió con Manzur y los gobernadores del Norte. Privilegió la urgencia por seguir de cerca las negociaciones legislativas por el acuerdo con el Fondo, la gestión y restablecer los puentes con Washington.
De Pedro estrenó postales en actos políticos con ministros albertistas. El miércoles visitó Cañuelas con Juan Zabaleta. Con el jefe de la cartera de Desarrollo Social había coordidiseño nado la semana anterior la nueva estrategia. El jueves, viajó a Santa Fe con el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. Algunos colaboradores del máximo delegado de La Cámpora en el Ejecutivo enfatizaron que en sus intervenciones no habló de la unidad, aunque rescató la figura del Presidente, de la silenciosa vicepresidenta y evitó hablar del acuerdo con el FMI que motivó la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados.
“No vamos a ir al Ministerio de Justicia; antes nos vamos del Gobierno. En realidad, vamos a hacer lo que Cristina decida”, razonó un funcionario de La Cámpora sobre los croquis que circularon en la Rosada de un reministerial que incluía la llegada de Agustín Rossi y de los que dio cuenta Clarín.
En el entorno del ministro del Interior son más componedores, aseguran que el vínculo con el Presidente goza de buena salud y que De Pedro ejerce como una suerte de "contrapeso" con la renuncia de Máximo Kirchner. Dirigentes de extrema confianza de Fernández destacan que el vínculo entre ambos está roto irreversiblemente desde la dimisión pública del ministro en septiembre.
A pesar de todo, aunque el Presidente no compartió actos ni fotos con De Pedro desde su regreso, le hizo llegar un mensaje de respaldo de manera indirecta antes de regresar al país. En un alto de su gira internacional ordenó a la portavoz Gabriela Cerruti que se comunicara con él para transmitirle que no pensaba moverlo a Justicia y asegurarle que no tenía nada que ver con esas versiones.
El Presidente, en cambio, publicó una foto de una reunión de trabajo con Manzur el viernes. La imagen sirvió para acallar los rumores de la interna entre el mandatario y el jefe de Gabinete, que tiene a su cargo la relación con los gobernadores del centro y del Norte del país.
El ministro coordinador también buscó tender puentes con el embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley. "El error es que comparan la relación que tenía Alberto con Cafiero y la que tiene con Manzur", señalan cerca del tucumano. El canciller sigue recibiendo y bajando línea a varios ministros. "En realidad el jefe de Gabinete es el propio Alberto", describe un interlocutor del mandatario.
Algunos dirigentes que frecuentan al Presidente señalan que no le perdona a Manzur “la deslealtad” de haber ventilado recién aterrizado en Buenos Aires sus propios planes como posible presidenciable en 2023. “Alberto se la está cobrando”, afirman.
Argumentan que el Presidente resigna dos piezas clave del Ejecutivo en las que no confían. “Wado debería irse, porque está desdibujado. Quedarse no le conviene ni a él ni al Presidente”, describen. También apuntan que el Presidente, al nombrar a Julio Vitobello como secretario general de Presidencia, optó por un dirigente de su máxima confianza que en los hechos se desempeña como un secretario privado.
Los dardos contra Vitobello y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, se multiplicaron cuando se conoció la instrucción presidencial -empujada por la secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra- para que no se sigan incorporando hombres a una administración “corta de mujeres" (ver pág 7).
El nombre del ex ministro de Defensa, que volvió a los primeros planos, ya sonó para ocupar los lugares de De Pedro, Manzur y la Agencia Federal de Inteligencia. El Presidente le hizo saber a los suyos que quiere al santafesino cerca. Rossi, que no tiene planes de competir por la Gobernación en 2023, es el jefe político del flamante presidente de bloque, Germán Martínez, y fue uno de los que más defendió el preacuerdo con el FMI. Mucho más, destacan algunos, que la mayoría de los ministros.
.En el peronismo tradicional recobraron algo de confianza a pesar de la inflación alta y la escasez de reservas. "Hay que fortalecer la gestión. Si tenemos dos años de crecimiento y recuperación, vamos a ser competitivos", compara un dirigente que vivió de cerca el proceso que empezó con la derrota kirchnerista en 2009 y culminó con la reelección de Cristina Kirchner en 2011.
Colaboradores de Manzur y de Máximo Kirchner comparten la frustración de no lograr que sus jefes se hayan abierto a defender la gestión o exponer sus visiones ante la opinión pública. Alberto por ahora apuesta a la unidad y el status quo. Al menos, hasta que logre ratificar el acuerdo con el FMI en el Congreso. ■
“Antes de ir a Justicia, nos vamos”, dicen cerca de Wado. Pero la última palabra será de Cristina.
La vuelta de Rossi suena fuerte. Aseguran que defendió el acuerdo más que muchos ministros.