Clarín

Chelsea festejó ante un rival que dio la talla en el Mundial de clubes

El gol llegó a sólo tres minutos de los penales. Y fue por un penal discutido que convirtió Havertz.

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Se quedó en la orilla Palmeiras. Se miraron con incredulid­ad los miles de brasileños que coparon Abu Dhabi y vieron cómo su equipo había dado la talla como pocas veces ocurre con los sudamerica­nos ante los gigantes europeos. Los penales estuvieron ahí nomás y fue una mano tan cobrable como discutible la que les robó la ilusión en el 117° minuto de juego.

Ya de arranque quedó claro que no sería un padecimien­to el partido para Palmeiras, que no se dejaría someter por los apellidos que había enfrente. Y para que eso fuera posible coincidier­on las dos caras de la moneda: el perdedor apretó los dientes e hizo su juego y el equipo inglés se movió como si se tratara de un partido de mitad de campeonato en la Liga Premier.

La historia es conocida. Lo sabe River cuando quedó al desnudo a merced de Barcelona o San Lorenzo, que poco pudo hacer cuando le torció la muñeca Real Madrid. Lejos quedan aquellas madrugadas heroicas del Boca o Vélez de Bianchi y toma más valor aún lo cerca que estuvo el Estudiante­s de Alejandro Sabella de vencer al mejor Barcelona de Guardiola.

Había que retroceder hasta 2012 para encontrar el último triunfo de un equipo sudamerica­no en la final del Mundial de clubes. Aquella vez Corinthian­s dio el golpe justamente ante Chelsea.

Después, todo para Europa, que con la consagraci­ón de Chelsea tiene a 14 de los 18 campeones desde que se juega bajo esa modalidad el torneo. Corinthian­s 2000, San Pablo 2005 e Inter 2006 fueron las otras excepcione­s a ese dominio.

Por eso mientras Palmeiras juntó las líneas e hizo un primer tiempo tácticamen­te perfecto, saliendo de contra a toda velocidad tratando de no dejar pensar a Kanté y Kovacic mientras Rony dejaba el alma retrocedie­ndo con la marca hasta su propia área y el paraguayo Gustavo Gómez se hacía fuerte nada menos que ante Lukaku, dio la sensación de que en cualquier descuido, cuando Chelsea se encendiera y tuviese un rapto de lucidez, rompería el hechizo.

Pero el tiempo pasaba y esa sensación quedaba en el ámbito de los prejuicios. Porque a Havertz lo rodearon bien y encima Mason Mount tuvo que dejar la cancha lesionado.

La única chance clara del campeón en la primera mitad fue en el cierre con un bombazo sensaciona­l de Thiago Silva desde 30 metros que obligó a una atajada igual de espectacul­ar de su compatriot­a Weverton.

A Palmeiras le faltó la puntada final. El equipo de Abel Ferreira se multiplicó en la marca y sólo bajó la intensidad cuando las piernas le pidieron un respiro. De mitad hacia adelante la premisa fue la misma que lo llevó a levantar la Copa Libertador­es por segunda vez consecutiv­a el año pasado: robar y salir disparado, con ataques directos pero planeados.

Con una acción simple no fue necesario que Palmeiras quedara mal parado, de todos modos. HudsonOdoi desbordó, sacó un centro hermoso al corazón del área que superó al uruguayo Piquerez y Lukaku, de cabeza, clavó el 1-0.

Fue muy infantil el penal de Thiago Silva, que metió el puño izquierdo en la pelota aérea dividida con Gustavo Gómez cuando el lateralcen­tro de Marcos Rocha llegó al área desde la derecha. No lo había visto en el primer término el juez Chris Beath, pero lo sancionó tras la advertenci­a desde el VAR. Y Raphael Veiga la clavó de zurda desde los 12 pasos para el 1-1.

El lamento también incluirá polémica. Porque la mano de Luan en el área que bloqueó el remate de César Azpilicuet­a no fue del mismo calibre que la de Thiago Silva en el área de enfrente. El central acompañó su movimiento, giró para intentar tapar el disparo,y en esa rotación extendió un poco el brazo.

Beath, que otra vez no lo vio en la primera instancia, pero lo cobró ante el llamado del VAR, tuvo las herramient­as legales del reglamento a su favor para no cobrarlo. Poco de todo eso le importó a Kai Havertz.

El alemán, que ya había gritado en la final de la Liga de Campeones ahora le dio el título de campeón del mundo a Chelsea cuando el partido se terminaba.w

 ?? EFE ?? Se mira y se toca. El capitán Azpilicuet­a levanta la copa mientras él y sus compañeros celebran la conquista a puro grito y emoción.
EFE Se mira y se toca. El capitán Azpilicuet­a levanta la copa mientras él y sus compañeros celebran la conquista a puro grito y emoción.

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