Clarín

Pese a la condena, el embajador K sigue en Israel

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No parece haber apuro en el Gobierno -y en la Cancillerí­a- para que el ex gobernador kirchneris­ta de Entre Ríos, Sergio Urribarri, enviado como embajador en Israel por el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, deje su destino y regrese a Buenos Aires, pese a que hace un mes y medio presentó su renuncia, tras ser condenado por la Justicia a ocho de cárcel e inhabilita­ción perpetua para ejercer cargos públicos, por corrupción.

El caso de la destituida fiscal anticorrup­ción Cecilia Goyeneche vuelve a poner el foco en el dirigente kirchneris­ta. Porque Goyeneche impulsó la investigac­ión que logró la condena en primera instancia por los delitos de peculado y negociacio­nes incompatib­les con la función pública. Urribarri va a apelar.

Pese a que el 7 de abril a la noche Urribarri terminó renunciand­o a la embajada en Tel Aviv, todavía sigue al frente de la misma.

En Presidenci­a, le aceptaron la dimisión pero el decreto sobre el fin de su misión todavía no llegó a sus manos. Es decir, no completó su tramitació­n. Sin eso Urribarri no está formalment­e ido. Y sin ello tampoco puede iniciar los trámites de regreso. La situación es polémica teniendo en cuenta la celeridad con que otras veces Presidenci­a o Cancillerí­a resuelve traer de vuelta a un embajador.

Según sabe este diario, Urribarri no va a la oficina central de la embajada pero sigue siendo embajador desde la residencia argentina.

Hoy, muchas de las actividade­s de la Argentina están representa­das por Francisco Tropepi, el encargado de negocios de la embajada.

Consultada­s por Clarín fuentes en el Gobierno se justificar­on. Dijeron que la renuncia de Urribarri como embajador está siendo tramitada por "procedimie­ntos administra­tivos correspond­ientes al caso".

Reconocier­on que Urribarri permanece en la residencia de la embajada pero "hasta tanto no se haga efectiva su desvincula­ción, no puede abandonar la legación argentina". Reiteraron, como ya lo había anticipado este diario que se necesita un decreto presidenci­al para removerlo del cargo.

Es decir es facultad del presidente Alberto Fernández removerlo y todavía no lo ha hecho. ■

El Gobierno justifica que Urribarri sigue en Tel Aviv por temas “administra­tivos”.

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