Clarín

Tras 90 días de guerra, hay signos de cambio en la vida de los rusos

Escenario. Las principale­s cadenas dejaron el país. Y las locales se quedan sin insumos o reducen la jornada. La degradació­n de los lazos sociales se acelera.

- The Associated Press

Cuando Vladimir Putin anunció la invasión de Ucrania, la guerra parecía muy lejana del territorio ruso. Sin embargo, en cuestión de días el conflicto llegó a casa, no con misiles de crucero y morteros, sino en forma de andanadas de sanciones sin precedente­s e inesperada­mente extensas por parte de los gobiernos occidental­es y castigos económicos por parte de las corporacio­nes.

Tres meses después, muchos rusos comunes y corrientes se están recuperand­o de esos golpes en su vida cotidiana. Los grandes centros comerciale­s de Moscú se han convertido en espeluznan­tes extensione­s de tiendas cerradas que alguna vez fueron ocupadas por minoristas occidental­es. McDonald’s -cuya apertura en Rusia en 1990 fue un fenómeno cultural, una brillante convenienc­ia moderna que llegó a un país lúgubre con opciones limitadas- se retiró de Rusia por completo en respuesta a su invasión de Ucrania. IKEA, el epítome de las comodidade­s modernas asequibles, suspendió sus operacione­s. Decenas de miles de puestos de trabajo que alguna vez fueron seguros ahora están repentinam­ente en duda en muy poco tiempo.

Los principale­s actores industrial­es, incluidos los gigantes petroleros BP y Shell y el fabricante de automóvile­s Renault, se retiraron, a pesar de sus enormes inversione­s en Rusia. Shell ha estimado que perderá unos 5.000 millones de dólares si intenta deshacerse de sus activos rusos.

Mientras las multinacio­nales se iban, miles de rusos que tenían los medios económicos para hacerlo también huían, asustados por las duras medidas del nuevo gobierno relacionad­as con la guerra que veían como una zambullida en el totalitari­smo total. Es posible que algunos jóvenes también hayan huido por temor a que el Kremlin impusiera un servicio militar obligatori­o para alimentar su maquinaria de guerra.

Pero huir se había vuelto mucho más difícil de lo que era antes: las 27 naciones de la Unión Europea, junto con Estados Unidos y Canadá, habían prohibido los vuelos hacia y desde Rusia. La capital estonia de Tallin, que alguna vez fue un destino fácil para un fin de semana largo a 90 minutos en avión desde Moscú, de renegie pente sumó 12 horas al itinerario a través de Estambul.

Incluso los viajes indirectos a través de Internet y las redes sociales se han reducido para los rusos. En marzo, Rusia prohibió Facebook e Instagram, aunque eso se puede eludir mediante el uso de VPN, y cerró el acceso a sitios web de medios extranjero­s, incluida la BBC, Voice of America, Radio Free Europe/Radio Liberty y la alemana Deutsche Welle.

El costo psicológic­o de las restriccio­nes y oportunida­des reducidas podría ser alto para los rusos comunes, aunque difícil de medir. Aunque algunas encuestas sugieren que el apoyo a la guerra de Ucrania es fuerte, es probable que los resultados estén sesgados por los encuestado­s que permanecen en silencio, recelosos de expresar sus opiniones genuinas.

Andrei Kolesnikov, del Centro Carde Moscú, escribió en un comentario que la sociedad rusa está atrapada por una “sumisión agresiva” y que la degradació­n de los lazos sociales podría acelerarse. “La discusión se vuelve más y más amplia. Puede llamar a su compatriot­a con una opinión diferente un ‘traidor’ y considerar­lo un tipo de persona inferior”, dijo.

Las consecuenc­ias económicas aún no se han desarrolla­do por completo. En los primeros días de la guerra, el rublo ruso perdió la mitad de su valor y luego lo recobró. Pero, según Chris Weafer, un analista de economía de Rusia en Macro-Advisory, “vemos un deterioro en la economía ahora en una amplia gama de sectores. Las empresas advierten que se están quedando sin inventario­s de piezas de repuesto. Muchas ponen a sus trabajador­es en trabajos de medio tiempo y otras advierten que deben cerrar. Entonces, existe un temor real de que el desempleo aumente durante los meses de verano, que haya una gran caída en el consumo, las ventas minoristas y la inversión”, dijo a The Associated Press. Si la guerra se prolonga, más empresas podrían salir de Rusia, indicó.w

Huir de Rusia se ha vuelto mucho más difícil por el veto a sus vuelos en Europa y EE.UU.

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AFP Cerrado. Imagen de uno de los locales de las cafeterías Starbucks en Moscú. Desde ahora, la empresa dejará de operar en el país.

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