Rugidos que llegan desde París

En el barrio porteño de Palermo, cerca del Rosedal, están las esculturas “León con su caza” y “Leona con su cría”. Realistas, casi traen rugidos desde París. ¿París? Es que se trata de copias de obras de Augusto Cain, experto en recrear animales, que se exponen en parques de esa ciudad. La de la caza reproduce a “El león de Nubia con su presa” de los jardines de Luxemburgo y la otra, un trabajo de las Tullerías. Fueron compradas en 1906 por el inmenso pintor argentino Ernesto de la Cárcova, primer director de la Academia Nacional de Bellas Artes. Primero las colocaron en la entrada a La Rural y en 1913 las trasladaron a la Plaza Holanda. En Argentina existe una tradición de escultores “animalistas” como Cain o como Pompon -cuyo oso polar de líneas depuradas maravilla en el Museo de Orsay-. Un ejemplo local clásico es Emilio Jacinto Sarniguet, el autor de “El gaucho resero”, símbolo de Mataderos. Hijo de un cronometrista del Hipódromo, formado en la Sociedad de Estímulos de Bellas Artes y becado por el Jockey Club para perfeccionarse en Europa, Sarguinet recibió el encargo de la municipalidad en 1929. Para inspirarse visitó el haras de la familia Solanet en Ayacucho. Se cuenta que allí conoció a un viejo resero, el “cuñao” Cabañas, y a su caballo pasuco, Huemul, sus modelos. La obra, que en 1932 ganó el primer premio del Salón Nacional, busca representar fielmente el particular andar de los pasucos. Hubo quienes marcaron que el caballo casi levanta las patas de adelante y de atrás del mismo lado a la vez. Un movimiento raro por el que creyeron que su autor se había equivocado.

El resero dio la bienvenida al Mercado de Hacienda, que cerró días atrás. Y en los ‘60 se popularizó en el país, al aparecer en monedas. Tal vez, a fuerza de cotidianos, se haya vuelto casi “invisible”, “natural”. Igual que los leones de Palermo si uno no los observa con la actitud curiosa de visitante en un parque de París.w