Vuela más alto que la original
Esta vez hay una trama y no sólo imágenes espectaculares y hits. Y Cruise maduró junto a su personaje.
Siempre se dice que segundas partes nunca son buenas, o mejores que las primeras. Ahí está El Padrino Parte II para desmentirlo -difícil decir cuál de las dos películas de Francis Ford Coppola es mejor que la otra-, pero esta Top Gun Maverick, en la que Tom Cruise vuelve a interpretar a Pete Maverick Mitchell, vuela mucho más alto que la original de 1986.
Una de las grandes diferencias entre el filme de Tony Scott y éste, que dirigió John Kosinski es que Top Gun Maverick sí tiene trama. Y al menos ya tiene un prólogo un prólogo que se las trae.
Para quienes no vieron la original que está disponible en Flow, y demuestra que el paso del tiempo la pulverizó, Maverick era un piloto de combare, graduado en la academia que daba el título a la película. Ya lo veíamos algo traumatizado por la muerte de Goose (Anthony Edwards), que viajaba con él en un F-14 cuando deben eyectarse.
Bueno, pasaron 36 años y Mav no ha podido sobreponerse para nada la muerte de su amigo. Y aquí hay que sacarse el casco de combate, porque Cruise luce emocionado en más de una oportunidad, y resulta creíble.
¿Cuántas veces lo vimos apretar los dientes, que se le hinche el rostro -ese tic tan suyo- pero que transmita emoción genuina? Tampoco hace falta tener fresca la de 1986, porque a excepción de la corporización de Penny -la siempre hermosa Jennifer Connellya quien se la nombraba como una historia de amor que Maverick no pudo superar, todo el resto, de una u otra manera se torna explícito. O alguien lo dice verbalmente, o se apela a imágenes de la película anterior.
Pero decíamos que Top Gun Maverick sí tiene una historia, a diferencia de la primera, que era una suma de bellas imágenes de aviones despegando y aterrizando en un portaaviones, testosterona y un romance entre Mav y Charlie (Kelly McGillis, instructora de vuelo), hoy a la distancia, insulso.
Cuando a Mav están a punto de mandarlo, no sabemos si a su casa, porque nunca la tuvo,es Iceman (Val Kilmer) quien lo salva. Sí. El personaje con el que estaba enfrentado en casi toda la película, salvo al final, ahora es Almirante, y pide por el capitán Mitchell -que era teniente: en tanto tiempo mucho no progresó en la escala militar de la Marina, pero sí tiene muchas condecoraciones-.
El enemigo -de nuevo, como en la primera, no se menciona su nacionalidad-tiene un sitio de uranio ilegal (!) que va a activar en tres semanas, y hay que destruirlo. El lugar es de difícil acceso, casi, pero casi como llegar a la Estrella de la muerte a la que Luke Skywalker debía bombardera en la primera Star Wars y disparar justo, justo, y escapar.
Es una misión no imposible (je), pero casi suicida, y cuando Mav cree que lo están llamando para que pilotee el avión, o sea el líder del comando, no: es para que les enseñe a una docena de jóvenes pilotos toda su técnica. Ellos irán, volarán muy bajo para evitar radares y misiles, entre valles y montañas, y tratarán de huir en minutos.
No en vano los militares que están sentados detrás de un escritorio -Ed Harris, primero, y John Hamm, el mismísimo Don Draper de Mad Men- le aclaran que él, Mav, es de una especie en extinción. “A estas alturas debería ser General, o Senador”, le balbucea el personaje de Harris. Pero Mav, que es un insubordinado nato, vive por las suyas.En breve los aviones serán drones, y no hay futuro para él.
Top Gun Maverick ofrece momentos adrenalínicos que ninguno de los tanques de Hollywood estrenados este año -y me adelanto: tampoco ninguno de los que llegan en junio a los cines…tiene. No es solo el rush del montaje, sino que hay una construcción de las escenas que llevan a un clímax potente y logrado.
Top Gun Maverick no es “una de acción” en la que se puedan pensar y coreografiar escenas y ponerlas en cualquier momento del guion, como ocurre en muchas películas de acción. Básicamente porque Top Gun Maverick no está pensada como “una de acción”, a secas. No es Misión: Imposible, por caso. Casi, casi, casi se diría que es de suspenso, tiene su cuota de drama y también de romance.
Drama, por el dolor sin fin de Mav, y porque Rooster (Miles Teller, de Whiplash), el hijo de Goose, sí, ése niño pequeñito que veíamos al lado del piano cuando Mav y su papá cantaban Great Balls of Fire, con mamá Meg Ryan, ahora es uno de los 12 pilotos de los que Mav debe elegir 6 para la misión.
Y romance porque sin Kelly McGillis, en una decisión algo polémica, que se debería a que la actriz que enamoraba a Harrison Ford en Testigo en peligro, es una señora de 63 años, y que no necesitó pasar por el quirófanos-, la que aparece es Penny, que ya dijimos que encarna la actriz ganadora de un Oscar por Una mente brillante.
En fin, que Top Gun Maverick es una película movidita y entretenida, con Lady Gaga en la banda de sonido, que sí empieza igual, pero igual que la original -texto explicativo e imágenes de aviones despegando y aterrizando en un portaaviones, y la misma canción es una a la que Kosinski (Tron: Legacy), sabe cómo agregarle dinamismo en las escenas en las que la velocidad no es apuro, sino elemento dramático.w