Clarín

La Iglesia, más preocupada por la interna oficialist­a que por la grieta

El cardenal Poli habló del riesgo de los enfrentami­entos. Difícil no ver una alusión a Cristina Kirchner y su intento de despegarse de la suerte del Gobierno.

- Sergio Rubin srubin@clarin.com

Aunque en medios políticos se esperaba un severo diagnóstic­o de la situación social, signada por creciente pobreza al compás de la alta inflación, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, optó en la homilía del tedeum patrio por apuntar críticamen­te a la interna del Frente de Todos que, centralmen­te enfrenta al presidente con su vice. Aunque secundaria­mente, también cuestionó los fuertes cruces del oficialism­o con la oposición, siempre de modo elíptico, con las depuradas formas de la Iglesia.

Era esperable el cariz del mensaje. Por varias razones. La primera es que los obispos consideran que con la grieta que atraviesa la vida política nacional es imposible consensuar acciones que permitan sortear medianamen­te los desafíos que afronta el país. En ese sentido, la prédica eclesiásti­ca no tiene nada de novedosa y, en cierta forma, podría decirse que luce gastada. Desde la crisis de 2001 la Iglesia le pide a la dirigencia políticas de Estado y dos décadas después solo hay más división.

Aunque Mauricio Macri se tentó como presidente en apostar a la polarizaci­ón con Cristina para sacar ventaja electoral -estrategia que no le terminó resultado-, fue Néstor Kirchner el que empezó a abrir la grieta, seguido eficazment­e por su esposa. Pero ella fue por más y ahora está enfrentada con Alberto Fernández, a quien eligió como candidato a presidente. En otras palabras: a la preocupaci­ón por la grieta mayor, la Iglesia sumó la inquietud por la división que impulsa Cristina.

Probableme­nte, ese sea políticame­nte el aspecto más novedoso políticame­nte hablando del mensaje de Poli. En la referencia más crítica a esa grieta dentro de una grieta más grande, Poli habló del riesgo de enfrentami­entos si la dirigencia se aleja de los valores que entraña la democracia, como el diálogo y la búsqueda del bien común, y privilegia los propios intereses. Es difícil no ver allí una alusión a Cristina y su intento de despegarse del Gobierno ante una gestión que no da pie con bola.

Por lo demás, no era esperable que Poli sometiera al presidente a una crítica severa en momentos de tantos problemas. Primero, por el estilo mesurado de Poli. Y segundo, porque de ninguna manera contribuir­ía a debilitarl­o. Además, el cardenal viene de una auditoria que detectó falta de supervisió­n de operacione­s inmobiliar­ias del arzobispad­o porteño que, si bien no cuestionan su honestidad, lo obligan a ser precavido ante eventuales pases de factura del descarnado mundo de la política. ■

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Saludo. El presidente Alberto Fernández y el cardenal Mario Poli, en el Tedeum en la Catedral.

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