Clarín

“El fin de la pandemia es el verdadero comienzo del siglo XXI”

El artista expone en Florencia (Italia) una nueva obra, “Ventana y escalera”: una ventana suspendida en el aire.

- Inés Hayes

El día en que el Obelisco amaneció sin su caracterís­tica punta, muchos conocieron a Leandro Erlich, el artista argentino que triunfa en todo el mundo. Fue en 2015 y se trató de una ilusión óptica gracias a un sistema de paneles espejados. “La idea de revisitar lo cotidiano y transforma­rlo en algo extraordin­ario tiene que ver con volver a ver las cosas. Despertar el sentido crítico. Aquello que provoca un ‘error’ entre lo que pensamos que algo es y lo que estamos mirando, es lo que permite volver a pensar”, dice Leandro desde Londres, donde prepara su próxima obra.

Leandro Erlich nació en Buenos Aires en 1973 y en 1992, con sólo 19 años, obtuvo la beca del Fondo Nacional de las Artes. Dos años más tarde, la de la Fundación Antorchas con la que pudo asistir al taller de Barracas dirigido por Pablo Suárez y Luis Benedit. En 1997 fue selecciona­do para la Primera Bienal de Arte de Mercosur, en Porto Alegre, Brasil. Entre 1997 y 1998 participó del Core Program de la Gasell School of Art (Museum of Fine Arts de Houston).

Hace poco montó Window and Ladder (Ventana y escalera), una ventana suspendida en el aire en las afueras de la ciudad italiana de Florencia: “Instalar Window & Ladder mirando la ciudad que fue cuna del Renacimien­to fue una experienci­a inolvidabl­e y conmovedor­a. La obra en Florencia fue muy bien recibida, tanto por el público como por el mundo del arte”.

Cuenta: “Esta obra no fue concebida originalme­nte para este contexto. Sin embargo, el lugar fue muy apropiado y el marco donde se encuentra exhibida, en Fiesole, una colina situada sobre la ciudad, le dio un nuevo sentido a la obra. Es un sitio lleno de historia. En esta misma colina Leonardo Da Vinci ensayó sus máquinas voladoras”.

Con 240 mil visitantes y un promedio de 2.500 personas por día, su exposición Liminal se convirtió en su momento en la más visitada en la historia del Malba. Superó incluso a Obsesión infinita, la muestra de 2013 de la japonesa Yayoi Kusama, que hasta entonces llevaba la delantera en cantidad de público.

-¿A dónde mira el arte hoy?

-Más allá del momento histórico en el que fue creado, el arte tiene también un aspecto atemporal. Es lo que nos permite seguir interesado­s por obras que se crearon hace 500, 2.000 ó 5.000 años. El arte no puede definirse con una dirección única y hegemónica. Sin embargo, en este momento donde está sucediendo un gran cambio de paradigma, el arte, en forma a veces intuitiva, va expresando cuestiones de nuestro tiempo: la tecnología, el medio ambiente, los conflictos sociales.

-¿En qué medida afectó la pandemia al arte y a tu universo creativo?

-La pandemia no solo cambió al arte. El arte no está disociado de la vida. La pandemia fue un acontecimi­ento que, más allá de las tragedias, dio lugar a la implementa­ción del desarrollo tecnológic­o que fue creado en los últimos 20 años. El fin de la pandemia es el verdadero comienzo del siglo XXI.

-Lo que hacés se ve, se siente, se escucha, se toca, ¿cómo es recibido en otras partes del mundo?

-Mi obra tiene un aspecto sumamente accesible e involucra los sentidos: invita a una experienci­a. En general se comprende sin necesidad de traducción en culturas muy distintas. De hecho Japón me abrió los brazos hace muchos años y he realizado una gran cantidad de exposicion­es y proyectos allí.

Durante los últimos 20 años, Erlich ha montado obras en los museos más importante­s del mundo. Sus instalacio­nes, siempre basadas en objetos de lo cotidiano (aviones, ascensores, puertas, ventanas, piletas de natación, salas de espera), se vuelven mágicos. Lo diario funciona como un desafío al sentido común e invita a desarmar los presupuest­os sobre el orden y las reglas del mundo material. En el universo de Erlich, los ascensores no paran, las escaleras no llevan a ningún lado, la solidez del cemento se deshace en el aire y los espectador­es se convierten en los principale­s actores de sus obras.

Liminal fue la primera exposición antológica de Erlich en todo el continente americano y reunió una selección de 21 instalacio­nes producidas desde 1996. El título hacía referencia al lugar que existe en el umbral de otro espacio, a la posición de estar entre un punto y otro pero sin habitar enterament­e ninguno.

Otro de sus montajes memorables, en 2013, fue Dalston House, una ilusión óptica en el sitio Dalston Molino en Dalston, al este de Londres, con un enorme espejo suspendido a 45 grados, delante de la fachada de una casa de estilo victoriano, que daba a los visitantes la apariencia de que estaban subiendo o colgando de una parte del edificio.

-¿Qué lecturas o películas te inspiran, además de Matrix?

-La fuente de inspiració­n tiene más que ver con los múltiples desplazami­entos que con el cine o la literatura. Matrix es una excelente película pero no diría que me haya inspirado. Muchos temas que trata la película están asociados a asuntos filosófico­s que sí son parte de mis intereses: desde reflexione­s sobre la realidad en Platón y Sócrates hasta Jean Baudrillar­d. El cine fue siempre una inspiració­n desde el punto de vista de la narración visual de una historia. Hay algo cinematogr­áfico en mis proyectos. Pero aquí los actores son los espectador­es.

Conocido mundialmen­te como el arquitecto de lo incierto, un simple cambio como puede ser poner afuera lo de arriba, abajo o lo de adentro, es suficiente para salir de una situación de normalidad y cuestionar­se lo cotidiano. En 2001 fue invitado para representa­r al país en la 49na Bienal de Venecia, y también participó de las de Estambul, Shangai y San Paulo. En 2008, su instalació­n La Torre fue exhibida en el Museo Reina Sofía de Madrid y ese mismo año montó La Pileta de Natación en el MoMA de Nueva York.

Sus trabajos están incluidos en coleccione­s públicas y privadas en el MoMA, en el Museum of Fine Arts de Houston, en el Tate Modern de Londres, en el Museo de Arte Moderno de París, en el 21 Century Museum of Contampora­ry Art de Japón, en el MACRO de Roma, entre otros. ■

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JUANO TESONE Arquitecto de lo incierto. Erlich es uno de los artistas argentinos con mayor proyección global.
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Ventana y escalera. Está montada en las afueras de Florencia (Italia).

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