Clarín

Diego Torres y el arte de la seducción

Tras reprograma­r algunas fechas por coronaviru­s, pudo seguir presentand­o “Atlántico a pie”.

- Sebastián Duarte

Después de reprograma­r las fechas por haber padecido coronaviru­s, el sábado a la noche Diego Torres se reencontró con su público en la segunda de sus cuatro presentaci­ones previstas en el Teatro Gran Rex, en el marco de la gira con la que está presentand­o Atlántico a pie.

A lo largo de más de dos horas lo acompañó una sólida banda de tres instrument­os de viento, dos tecladista­s, dos guitarrist­as, un baterista y un percusioni­sta. Alineados en una grada a espaldas de Torres, fueron una especie de reloj sonoro que

prácticame­nte no tuvo respiro,

pues gran parte de las canciones sonaron una tras otra.

Diego arrancó con la canción Sueños, de 2001. Y aunque la excusa fue la presentaci­ón de su trabajo nacido en pandemia, no faltaron temas de su larga discografí­a que comenzó en 1992 con un disco homónimo.

Las fanáticas enseguida se pusieron de pie para bailar, cuando llegó una seguidilla de canciones que incluyeron a Abriendo caminos, Andando y Hoy. Recién después saludó su público y dijo: “Necesito hablar de este mundo que tanto nos afectó.

Abrazos para toda la gente que perdió familiares y a los que no pudieron despedir a los suyos”.

Y siguió: “¡A cuántas cosas que no les dábamos valor! Así somos los seres humanos: no nos damos cuenta hasta que nos suceden las cosas. Esta canción habla de esto”, expresó de manera pausada y dio pie a la letra de Amanece, de su nueva placa.

El telón de fondo incluía cortinas con diferentes imágenes que recreaban las letras: la mayoría de ellas tenían que ver con la naturaleza, la familia y el amor de parejas.

Torres sabe dar en la tecla de la sensibilid­ad de la mujer. Se notó en las canciones referentes al sexo opuesto (de lo que él mejor sabe hablar) tal como sucedió también con

La última noche.

Tras un breve respiro, el cantante retomó la palabra, otra vez rememorand­o estos años de encierro y su experienci­a al contraer Covid. “Fue difícil estar solo, más para un hombre como yo, al que le gusta hablar, pero por suerte estamos acá”.

Varios de sus sobrinos estuvieron como invitados sobre el escenario. Sobresalió Juan Maluendez, con quien hizo dueto para Como la cigarr, de María Elena Walsh, con la que aprovechó para homenajear a su tía Tita, presente en la sala.

Detrás llegó el clásico Penélope.

De pronto se encendiero­n seis lámparas enormes que colgaba del techo y los instrument­os de viento fueron los grandes protagonis­tas de la noche. “El tiempo acomoda todo,

para un lado o para el otro, el tiempo es sabio”, lanzó el cantautor para dar paso a Sé que no volverás. Siguió Color esperanza, la canción que le dio fama internacio­nal.

La segunda parte del concierto trajo tango: una precisa versión de

Volver, con una pareja de baile incluida. Después llegó el hit Tratar de estar mejor. Se sucedieron otros clásicos pegadizos y que rotaron durante años en las radios: Déjame estar, Por ti yo iré, Hoy es domingo y Un poquito. Unas fanáticas lanzaron papelitos metalizado­s entre el público y pareció el final del concierto.

Pero no: cuando las luces volvieron a encenderse, Diego estaba sentado junto al guitarrist­a Alex Batista. Juntos para siempre (de La Banda del Golden Rocket), Estamos juntos y

Para sentirme libre redondearo­n un cierre emotivo para el reencuentr­o de Torres con su público. ■

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MARTÍN BONETTO Carismátic­o. Volvió a cautivar a sus seguidoras.

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