Condenaron a prisión perpetua al líder narco Esteban Alvarado
Es por comandar desde prisión una banda dedicada a realizar atentados, lavar activos y cometer homicidios.
Señalado por los investigadores como una pieza clave dentro de la trama criminal que azota a Rosario desde hace más de una década, enemigo de la banda “Los Monos” y apuntado por un ex miembro de su propia organización como “el asesino serial más grande de Argentina”, Esteban Lindor Alvarado (45) fue condenado ayer a prisión perpetua por liderar una asociación ilícita dedicada a realizar atentados, lavar activos y cometer homicidios.
Por unanimidad, el Tribunal integrado por Patricia Bilotta, María Isabel Mas Varela y Alejandro Negroni le impuso además una multa de $ 316.173.048 que deberá pagar luego de que quede firme la sentencia, además del decomiso de múltiples bienes.
Otros cuatro miembros de la organización –Matías Ávila, Germán Fernández y Facundo Almada, como coautores de un homicidio, y Mauricio Laferrara, por dos crímenes– recibieron como Alvarado la pena de prisión perpetua. Miguel Grecci Hazzi y Damiana Ghirardi fueron alcanzados por el delito de lavado de activos y deberán cumplir penas de cuatro años y ocho meses y tres años, respectivamente, además de pagar multas por un total de $ 122.500.000.
“Es un juicio en el que pudimos mostrar una organización criminal de diez años, que tuvo un componente estatal muy importante que le permitió funcionar, y un entramado económico que quedó en evidencia”, planteó el fiscal Luis Schiappa Pietra, tras conocerse el veredicto.
Para los investigadores, la causa tiene un valor central porque expone, entre otras cuestiones, el funcionamiento del entramado delictivo que minó la seguridad de Rosario en la última década.
“Mucha gente que toma decisiones en la provincia se va tener que poner a ver qué pasó durante estos diez años para que terminemos con una persona como Alvarado, con el poder que tuvo al final del camino”, opinó el fiscal Matías Edery, quien habló de responsabilidades que exceden el marco penal, pero que podrían alcanzar a actores de la política.
Condenado en 2012 a seis años de prisión por el robo de autos de alta gama, Alvarado continuó manejando su organización desde las sombras. Obtuvo la libertad condicional en junio de 2017.
El homicidio del prestamista Lucio Maldonado (37), quien fue secuestrado y luego acribillado en noviembre de 2018, expuso los movimientos de Alvarado, condenado ahora por ser el instigador de ese feroz ataque.
En febrero de 2019, ya cuando pesaba sobre él un pedido de captura, fue atrapado por la Policía en un camping de Córdoba.
Un iPhone 7 arrojado al agua y recuperado por los agentes fue determinante para avanzar en la causa. El aparato fue enviado a Estados Unidos para obtener evidencia sensible. De allí se recuperaron audios donde el ahora condenado impartía órdenes para planificar distintos delitos.
El nivel de sofisticación de los ataques, clonando automóviles y llamadas telefónicas, con protección policial –siete agentes fueron condenados en un primer tramo de la causa– y buscando incriminar a rivales, llamó la atención de los investigadores.
Durante el juicio se conoció el testimonio de Carlos Argüelles, un hombre que formaba parte de su organización, que declaró como arrepentido y que un año después fue asesinado.
El Tribunal, entre sus decisiones, rechazó ayer el planteo de la defensa de Alvarado, que buscó invalidar aquel testimonio que realizó Argüelles ante sede judicial.
El hombre definió al líder de la asociación ilícita como “el asesino serial más grande de la República Argentina”, dijo que ordenó asesinar a cuarenta personas y que tenía el detalle de las identidades en un cuaderno.
Como un desprendimiento de la causa, los fiscales confirmaron ahora que se iniciarán investigaciones para tratar de esclarecer esos crímenes.
“En 2012 se jactaba de haber matado a más de cien personas en esta guerra narco, en esta dictadura a la que estamos sometidos”, añadió en su declaración Argüelles, un mecánico que trabajaba para darle apariencia legal a los automóviles que utilizaba la banda.
“Alvarado manda a matar. Él no puede matar porque ve sangre y se desmaya. Ha matado pocas veces”, aseguró el testigo protegido en su declaración reservada de agosto de 2020. En septiembre del año siguiente un grupo de sicarios lo mató en su taller.
“Esteban es como la gangrena. Primero te come un dedo, luego la pierna y así hasta comerte entero”, comparó Argüelles en su testimonio.
En una sala del Centro de Justicia Penal, siguiendo los detalles de la condena, estaba Mariana Ortigala, otra testigo clave que observó el crecimiento delictivo y económico de Alvarado y aceptó declarar contra él.
Conforme por el fallo, Ortigala reclamó que Alvarado sea aislado en su lugar de detención –está en Ezeiza– porque, dijo, “la vida de un montón de gente corre peligro”.
La mujer fue atacada en marzo de 2020 en la puerta de su casa. La hirieron a balazos en el abdomen y en la pierna izquierda, pero salvó su vida. Su hermano Rodrigo, quien trabajó con Alvarado, fue también clave para sumar evidencia contra el líder de la organización.
“Mi vida cambió completamente. Con un enemigo así, te quedás sin vida. Si él sigue estando en un pabellón lleno de celulares, el problema con una condena de por vida, es peor. A él no le va a importar nada matarme a mí, a un fiscal”, consideró Mariana Ortigala.