Del Covid a la viruela del mono, cómo estar alertas frente a las epidemias
Palabras de expertos. Tres especialistas analizan la relevancia de este nuevo brote, que ya triplicó los casos en una semana.
Parte de la información que circula sobre la viruela del mono oscila entre la estética de un thriller en el planeta de los simios y el discurso de la estigmatización que ya se vivió con el VIH-Sida. La desinformación da lugar a teorías conspirativas, como que la OMS estaría lanzando alertas sobre “lo que venga” y eso impide entender la relevancia del brote.
El brote tenía 643 casos confirmados en el mundo -dos contagios fueron detectados en Argentina-, el triple que hace una semana. Clarín habló con dos especialistas reconocidos de la virología local -Andrea Gamarnik y Jorge Quarleri- y con Rafael Bengoa, médico experto en gestión de la salud, que trabajó 14 años en la OMS. Nació en Venezuela, vive en España, en 2013 asumió el máximo cargo en Salud del País Vasco y asesoró al expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, para la reforma sanitaria “Obamacare”.
La enfermedad es endémica en varios países africanos y, en el actual brote, la mayoría de los casos se concentra en Europa. Dijeron cosas distintas sobre la viruela del mono, pero coincidieron en un concepto: cautela. La pregunta es cada cuánto habrá que aprender los caprichos preventivos de un nuevo virus emergente.
Clarín consultó a Bengoa si, consipara derando que la viruela del mono tiene menor contagiosidad que el Covid (por ahora hay pocos casos confirmados y es un virus bastante conocido), la OMS podría exagerar la advertencia pública lanzada.
No ayudan las teorías conspirativas, desde especular con un interés del organismo por conservar su protagonismo pandémico hasta la hipótesis de que, tras “correrle de atrás” al SARS-CoV-2, la OMS podría querer cuidarse de cometer otro error.
Bengoa fue claro: “prefiero una OMS que sobreactúe a una que haga lo contrario. Son ellos los que reciben la información de la incidencia en todo el mundo y, por lo tanto, deben informar rápido al resto de los países, que éstos puedan actuar en base a esos datos”.
Dado que “sorprende que la mayor parte de los nuevos casos de viruela del mundo se han reportado en países no endémicos, es la tarea de la OPS-OMS avisar cuando ocurren fenómenos fuera de lo normal”, opinó.
El rótulo “viruela del mono” es, para algunos investigadores, un desacierto que confunde. Lo aseguró Quarleri, doctor en Bioquímica e investigador principal del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida: “en todo caso debería ser ‘viruela del roedor’, ya que roedores de diversos tipos serían reservorio del monkeypox. El nombre fue mal adjudicado, ya que el mono -como podrían ser los humanosfue un huésped accidental del virus, que se contagió desde el contacto estrecho con los roedores”.
Quarleri recordó una serie de infecciones en 2003: “La fuente de contagio de 47 personas fueron los ‘perros de la pradera’, en Estados Unidos, que se habían contagiado de roedores exóticos traídos desde Ghana”.
Pero el patógeno es conocido desde antes, solo que el número de casos detectados superó con creces el total confirmado en zonas no endémicas desde el primer descubrimiento de “viruela del simio” en humanos, en 1970. La mayor cantidad de casos de viruela del mono detectados hasta ahora habían sido -en orden de mayor a menor- en personas residentes en Inglaterra, España, Portugal, Alemania, Canadá, Holanda, Francia y Estados Unidos ¿podrían estos poco más de 600 casos transformarse en otra “pesadilla pandémica”?
Si bien Bengoa enfatizó que “no hay que entrar en complacencia sino reforzar los sistemas de vigilancia y apoyar a los clínicos a pensar en esta enfermedad cuando ven fiebre, un sarpullido y pústulas”, aportó un mensaje tranquilizador.
“Este virus no creará el mismo escenario que el Covid porque no tiene el mismo potencial pandémico, al no transmitirse con tanta facilidad ni ser grave. La versión que circula es la variante más light de las que hay en África de forma endémica”, aseguró.
Algo similar sugirió Andrea Gamarnik, doctora en Bioquímica, investigadora superior del Conicet y directora del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires. Si bien aclaró que, “el potencial epidémico de este virus no es alto” y que
“después de la experiencia con el Covid puede que la información sobre este virus esté sobredimensionada”, consideró que, “sin alarmar a la población, hay que estar alerta y hacer los estudios correspondientes”.
Sin embargo, a Quarleri le preocupa especialmente que, aun con pocos casos, ocurra lo que los expertos llaman retro-transmisión zoonótica.
“Es decir, que el virus haga el camino inverso en la cadena de transmisión: pasar del humano al animal. En este punto son relevantes los roedores como probables reservorios del virus. Si esto ocurre, el virus podría golpear esporádicamente”, advirtió.
Bengoa resumió las acciones concretas contra el estilo de vida actual y el cambio climático: “hemos creado condiciones más favorables para que los virus de origen animal salten a los humanos ¡hubo 335 saltos zoonóticos desde 1940! Todo se está acelerando por la destrucción de los bosques, la globalización, los viajes. Tenemos que acostumbrarnos a vivir en un mundo más ‘viral’ y disponer de sistemas de alerta rápidos para actuar antes de lo que lo hacemos”.
“Incluso con la viruela del mono, en Nigeria, en 2017, este virus avisó porque hizo un pico de incidencia muy aguda, pero, al igual que con el Covid ¡no estábamos escuchando!”, subrayó Bengoa. Gamarnik coincidió: “los pasajes al humano de virus que normalmente infectan animales son un gran problema. Es necesario tener una vigilancia constante de nuevas enfermedades emergentes para evitar nuevas pandemias”.
Quien busque información sobre la viruela del mono en el sitio de los centros para el control de las enfermedades estadounidenses (SCDC) verá imágenes que vulneran la desnudez de un niño de piel negra con las ronchas clásicas de este tipo de viruela. Hace unos días, la asociación Foreign Press de África difundió una solicitada en contra del racismo, por la cantidad de fake news que instalaron a la población negra como “vectora” de la viruela del mono. Y muchos comunicadores asocian un mayor contagio de viruela del mono con la comunidad homosexual, algo que no se sustenta en evidencia científica.
Quarleri fue tajante: “no veo al Vaticano ni a ningún organismo internacional fuera de África espantado por los 1.250 casos de viruela del mono en la República Democrática del Congo ¿a quién le importa?”.w