La guerra lanzada por Putin en Ucrania también golpea y divide a la región
La invasión rusa a Ucrania ha desatado un terremoto global cuyas ondas expansivas también remecen a América, sin una visión unificada desde el punto de vista político y golpeada por los efectos económicos de la guerra.
Lejos de una posición común, el continente americano está dividido y así llegan a la cita de la IX Cumbre de las Américas que se celebrará desde hoy en Los Ángeles. En un extremo, Estados Unidos, abanderado del aislamiento internacional al Gobierno de Vladímir Putin, y en el otro Cuba, Venezuela y Nicaragua, aliados de Rusia, un socio fundamental que les ayuda a sortear las sanciones que también enfrentan de Occidente. En medio, toda una amalgama de grises donde se mueven las tres grandes economías latinoamericanas: Brasil, México y Argentina.
La mayoría de los gobiernos de la región condena el conflicto que se prolonga desde el 24 de febrero y ha provocado cientos de muertes de civiles, aunque en grados diferentes y con algún “pero”. Colombia -único “socio global” de la OTAN en Latinoamérica-, Chile y Guatemala fueron los más enérgicos en rechazar la invasión. Más distancia tomaron Brasil, Argentina
y México, los únicos miembros latinoamericanos del G-20 y, los dos últimos, miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU en el actual período.
Los presidentes de Brasil y Argentina, Jair Bolsonaro y Alberto Fernández, viajaron en febrero a Moscú ajenos a las advertencias de EE.UU. de que la guerra estaba a punto de estallar, como ocurrió días después. En medio de ese juego de cintura, ni Brasil, ni Argentina, así como tampoco Bolivia o Uruguay, apoyaron una declaración de la OEA del 25 de febrero, que condenó “enérgicamente la invasión ilegal e injustificada” de Rusia.
El gobernante mexicano, Andrés Manuel López Obrador, también se apuntó al bando de los “neutrales” y dijo tenerle “mucho respeto” a Putin.
“Es un momento muy difícil para una alianza entre EE.UU. y Latinoamérica”, pues existen diferencias históricas y económicas insalvables, explicó a Efe Aldo Rebelo, quien fue ministro de Defensa en el Gobierno brasileño de Dilma Rousseff (2011-2016). Sin embargo, cree que EE.UU. “está más preocupado con la posición de América Latina en relación a China”, que viene aumentando su influencia en la región a través de cuantiosas inversiones. Aunque no estaba muy expuesta a Rusia y Ucrania en términos de inversión y comercio, el conflicto y sus derivaciones económicas globales impactaron en Latinoamérica, reduciendo su perspectiva de crecimiento y exacerbando las presiones inflacionarias que ya sufría desde la irrupción de la pandemia de Covid.w