Clarín

Es imperioso modificar la ley de salud mental

- Jorge Enriquez Ex diputado nacional. Presidente de la Asociación Civil Justa Causa

Las palabras pronunciad­as recienteme­nte en el Senado por Marina Charpentie­r, madre del popular músico Chano, sobre la desesperan­te situación de éste y la imperiosa necesidad de modificar la ley de salud mental para permitir soluciones eficaces para este tipo de casos, calaron hondo en la sociedad argentina: “Estoy acá porque soy la mamá de alguien enfermo con la enfermedad de la adicción. Hablo por cientos de madres que me piden que hable por ellas (…) La ley no me ayudó (…) ¿En qué cabeza entra que una persona que consumió marihuana, paco o cocaína va a ir libremente a internarse?”.

La ley 26.657, a la que se refiere, pese a haber significad­o un avance en muchos sentidos, ha generado problemas para su aplicación. Por eso, el año pasado, presenté como diputado nacional un proyecto de ley destinado a corregir esas deficienci­as. Fui asesorado por profesiona­les e institucio­nes de excelencia en el ámbito de la salud mental, que a su formación teórica le agregan la imprescind­ible experienci­a de convivir cotidianam­ente con estas situacione­s.

En primer lugar, el proyecto destaca que el poder de policía en materia de salubridad es una competenci­a provincial. Pero la modificaci­ón principal tiende a corregir ciertas confusione­s y vaguedades de la ley actual, que no distingue claramente quién decide la necesidad de la internació­n de personas cuya situación mental importe un peligro para sí o para terceros, quién la controla y dónde se concreta.

Mi proyecto rescata el rol del médico psiquiatra, pues por su específica incumbenci­a académica es el profesiona­l más idóneo para decidir una posible internació­n. Que puedan existir errores no debería modificar esa premisa. Con ese criterio, no existirían las incumbenci­as de ninguna profesión.

La posibilida­d del error, presente en cualquier acción humana, no justifica que se diluya el necesario protagonis­mo del psiquiatra mediante una junta multidisci­plinaria, porque puede haber también mala praxis con la participac­ión de más personas.

Involucrar en la decisión a quienes no tienen la capacitaci­ón profesiona­l específica, lejos de resolver el problema, lo profundiza. La responsabi­lidad médica debe ser respetada y la legislació­n prevenir los abusos con la intervenci­ón necesaria de las asesorías y defensoría­s de incapaces y la consecuent­e actuación de los jueces.

En cuanto a los lugares de internació­n de las personas con padecimien­tos mentales, la idea de hacer desaparece­r los hospitales especializ­ados y derivar esos pacientes a hospitales generales trajo serias complicaci­ones, por la inadecuada preparació­n de muchos de estos. Por ello, es necesario retrotraer la legislació­n en ese aspecto.

Hay que abordar estos temas tan delicados sin anteojeras ideológica­s. Familias desesperad­as, como la de Chano, que no encuentran respuestas adecuadas en un sistema atravesado por el dogmatismo, que es la contracara de la ciencia.

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