Clarín

EE.UU. debe reclamar a Ucrania una posición más realista

- Ross Douthat

The New York Times

Yo no era un halcón de Ucrania antes de que llegara la guerra. Sentí que Estados Unidos se había excedido demasiado con su puerta entreabier­ta para que Kiev fuera miembro de la OTAN. Y que el este de Ucrania, al menos, no era defendible contra la agresión rusa sin un compromiso militar estadounid­ense a gran escala. Enviar armas a Kiev probableme­nte tenía sentido, pero como un medio para eventualme­nte atascar una incursión rusa, no para detenerla por completo. Y un colapso ucraniano, como el que vimos de nuestro gobierno aliado en Afganistán, parecía en el ámbito de las posibilida­des.

La guerra ha desafiado esas expectativ­as, sin embargo. Se demostró que los halcones tenían razón sobre la simple capacidad de lucha de Ucrania. Se demostró que tenían razón en que las armas estadounid­enses en realidad podrían ayudar a mitigar una invasión rusa, no solo a crear una insurgenci­a detrás de sus líneas. Y su lectura psicológic­a sobre Vladimir Putin también ha sido reivindica­da parcialmen­te: sus elecciones sugieren un hombre motivado tanto por la restauraci­ón imperial como por la actitud defensiva contra la OTAN, y su conducción de la guerra ofrece pocas pruebas de que haya una paz estable y permanente disponible, incluso con concesione­s ucranianas.

Entonces, en el ámbito de la política práctica hasta la fecha, me he unido a los halcones. Nuestro apoyo militar a Ucrania ha funcionado: hemos salvaguard­ado una nación soberana y debilitado a un rival sin una escalada peligrosa del lado ruso. Y por ahora, con Rusia continuand­o con sus ofensivas mientras evita en su mayoría la mesa de negociacio­nes, no hay ninguna “rampa de salida” obvia hacia la paz que debamos obligar a Kiev para que tome.

Sin embargo, cuando leo las teorías más amplias de los comentaris­tas de línea dura, sus ideas sobre la visión estratégic­a de Estados Unidos y qué tipo de final deberíamos buscar en la guerra, todavía me siento desconcert­ado por su confianza y absolutism­o.

Por ejemplo, a pesar de todos sus éxitos defensivos, aún no hemos establecid­o que Ucrania pueda recuperar una cantidad significat­iva de territorio en el sur y el este del país. Sin embargo, tenemos a Anne Applebaum de The Atlantic insistiend­o en que solo la derrota de Putin y, de hecho, la “humillació­n” pueden restaurar la estabilida­d europea, mientras que en otra parte de la misma revista, Casey Michel pide el desmantela­miento de la Federación Rusa, enmarcada como la “descoloniz­ación” del imperio restante de Rusia, como la única política para una paz duradera (...).

Todas estas teorías parecen confundir lo que es deseable con lo que es probable; y lo que es moralmente ideal con lo que es estratégic­amente alcanzable. He escrito anteriorme­nte sobre los riesgos de una escalada nuclear en caso de un colapso militar ruso, riesgos que las teorías de línea dura subestiman. Pero dado el estado de la guerra en este momento, el escenario de futuro cercano más probable es uno en el que el colapso de Rusia siga siendo una fantasía placentera, que el conflicto se estanque y que debamos poner nuestra política ucraniana sobre una base sostenible sin eliminar el régimen de Putin o desmantela­r el imperio ruso.

En ese escenario, nuestro plan no puede ser seguir firmando innumerabl­es cheques mientras caminamos de puntillas alrededor de los ucranianos y les permitimos dictar los fines para los que se utilizan nuestras armas. EE.UU. es una potencia hegemónica mundial asediada que enfrenta amenazas más importante­s que Rusia. También somos un país dividido dirigido por un presidente impopular cuyas mayorías pueden estar a punto de colapsar políticame­nte. Entonces, si Kiev y Moscú se dirigen a un conflicto congelado de varios años o incluso de varias décadas, tendremos que empujar a Ucrania hacia su estrategia militar más realista en lugar de la más ambiciosa. Y con la misma urgencia, tendremos que transferir parte de la carga de apoyar a Kiev de nuestro propio presupuest­o a nuestros aliados europeos.w

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