Clarín

Tras el fuego, los guacamayos rojos vuelven a volar en el Iberá

Se habían extinguido hacía 150 años en la zona. Un proyecto busca reinsertar­los. Los rescatan del cautiverio y los preparan para vivir en la naturaleza.

- Jazmín Bazán jbazan@clarin.com

En un día de suerte, no hace falta mirar hacia arriba, porque se los escucha; porque acarician el suelo y vuelan bajo, demostrand­o que no solo dominan el cielo. Aunque en las alturas −lo saben− está la verdadera fiesta. Como las frutas y las flores, los guacamayos rojos colorean los árboles y el horizonte del Iberá.

Los que andan libres son pocos todavía. Cerca de veinte, aunque pronto habrá una nueva suelta. Se concentran en la reserva Yerbalito y en el Portal Cambyretá. Durante 150 años habían desapareci­do del paisaje correntino y solo pervivían en la memoria oral.

Fue en 2015 cuando la Fundación Rewilding, en colaboraci­ón con las autoridade­s del Parque Nacional, encaró el proyecto de devolverlo­s al ecosistema.

Dispersore­s de semillas y creadores de bosques, fuentes de atracción turística y de actividad económica en los pueblos, la Legislatur­a provincial declaró al guacamayo rojo un verdadero "monumento natural".

La especie es cotizada entre cazadores furtivos.

Como viven un promedio de sesenta años, hay animales enjaulados que pasan como "herencia" de padres a hijos. Generalmen­te les cortan las plumas y los obligan a repetir frases.

El plan de reintroduc­ción de esta ave en la Argentina se nutre de ejemplares que provienen de cautiverio. Estos son cuarentena­dos, curados y entrenados en el Centro de Conservaci­ón Aguará, ubicado en Paso de la Patria, antes de ser liberados.

"Es como preparar a un corredor de fondo -explica Elena Martín, mientras pasa un pájaro sobre su cabeza-. Está practicand­o resistenci­a y despegue". Ella es Técnica en Manejo de Fauna Silvestre y responsabl­e de "los guacas" (como los llama) en Aguará. Con silbatos, refuerzos positivos, preparacio­nes especiales, marionetas rojas de pájaros y hasta zorros taxidermiz­ados, se les enseña todo: a abrir frutos silvestres, detectar predadores, alcanzar altura en el vuelo.

"Estos dos que ven allí nacieron en silvestría y debieron ser evacuados durante los incendios", señala Elena, con una tonada propia de su España natal y dejos correntino­s.

Se trata de Tokwaj y Mbutú: dos pimando chones que, con menos de tres meses de vida y a solo diez días de dejar el nido, fueron rescatados de emergencia. Su increíble historia refleja el trabajo conservaci­onista.

Atravesar un espectácul­o de llamas para renacer de sus propias cenizas se volvió mucho más que una metáfora antigua que persiste en el imaginario. Marianela "Mane" Masat, Coordinado­ra del proyecto de guacamayos de Rewilding, lo sabe. Licenciada

en Recursos Naturales por la Universida­d Nacional de Rosario, trabaja hace cuatro años con esta especie. La entrega es total. "En esta temporada hubo doce huevos de tres parejas, fue una locura", comenta.

A principio de año, con otros trabajador­es y voluntario­s, montaron un campamento en el Portal Cambyretá, dentro del Parque Nacional. Con escasas comodidade­s y toagua filtrada de los Esteros, iniciaron el trabajo de monitoreo.

Mbutú es el más joven de los guacamayos rojos nacidos en libertad en el país, después de un siglo y medio. Como las aves adultas que debían cuidarlo "no mostraban cualidades parentales", el equipo decidió retirarlo del nido y criarlo, para darlo "en adopción" a otra pareja de guacamayos. "Fue como cuidar a un hijo. Sin dormir, alimentánd­olo cada dos horas, cubriéndol­o con bolsitas de agua caliente. Siempre preocupado­s por que los 'nuevos padres' lo acepten. Por suerte, pasó", relata Mane.

La pareja adoptiva estaba conformada por Buda y Palo. Estos, a su vez, habían tenido a Tokwaj, dos semanas antes.

La experta también tiene una historia personal con ese pichón. Una madrugada recibió una llamada por radio: una lechuza grande se había metido en el nido mientras los adultos buscaban comida. Se subió a un caballo y fue a revisar los daños. El pequeño guacamayo tenía reventado el saco aéreo cervical. Pasó diez días en recuperaci­ón.

Finalmente, cuando las condicione­s estuvieron dadas, Mbutú y su nueva familia se encontraro­n. El esfuerzo había traído sus recompensa­s.

Eran días de extremo calor, por lo cual se levantó el campamento. Nadie hubiera sospechado que poco después comenzaría­n los incendios.

Otra madrugada, otra comunicaci­ón por radio, una situación mucho más crítica que la anterior. Los brigadista­s del Parque mandaron imágenes satelitale­s: las llamas estaban a dos kilómetros de las cajas-nido.

Mane y voluntario­s de la Fundación cabalgaron a través de pastizales cortantes, entre columnas de humo, para buscar a los pichones. Tardaron dos horas en llegar. Se llevaron a Mbutú y Tokwaj, que por unos días aún no estaban listos para volar.

Las cicatrices de la catástrofe excedieron lo visible. Los trasladaro­n a Aguará. Luego de recibir curaciones, tuvieron que aprender habilidade­s desde cero (ya que no contaron con el ejemplo de los adultos).

Su progreso es notorio. En poco tiempo, cuando puedan valerse por sí mismos, retornarán a Cambyretá.

Gracias al seguimient­o con cámaras trampa y a avisos de los vecinos de Villa Olivari y Loreto, se sabe que Buda y Palo se salvaron y andan sanos por los aires.

A ciertas especies, los guaraníes les atribuían orígenes tan humanos como sobrenatur­ales. Algunos de estos mitos sobreviven en cantos populares. El Tupã, deidad creadora de la luz y el universo, habría castigado a un hombre por ser mal hijo, poniéndole plumaje negro y condenándo­lo a llorar. Así habría nacido el carau, presente en el Parque Iberá... y en el famoso chamamé.

El guacamayo rojo también supo encontrar su lugar en distintas leyendas. Con resilienci­a e intervenci­ón humana sobrevive y resurge lentamente. Quizás, cuando repueble sus tierras de antaño, inspire nuevas melodías. Su propio trino suena a síntesis de pasado y futuro.w

Los pichones tuvieron que ser rescatados de los nidos por los incendios forestales del verano.

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FUNDACIÓN REWILDING Al natural. Cinco ejemplares fueron liberados en la reserva Yerbalito.
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MATÍAS REBAK (FUND. REWILDING) Cuidados. Tokwaj y Mbutú, los guacamayos más jóvenes.

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