Clarín

Hay futuro para los jóvenes argentinos: es con educación, ciencia y tecnología

- Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación Daniel Filmus

Unanoticia que es necesario destacar llegó a la tapa de Clarín días atrás: el crecimient­o de la inscripció­n de estudiante­s en las carreras vinculadas con la tecnología en la UBA. Fenómeno que, además, se está dando también en el resto del país. Carreras como Ciencias de Datos, Ingeniería Informátic­a y Ciencias de la Computació­n resultan cada vez más atractivas para los y las jóvenes que ven en estas disciplina­s una alternativ­a laboral concreta y la posibilida­d de complement­ar una decidida vocación personal con amplias potenciali­dades de desarrollo profesiona­l.

Otras carreras vinculadas a las industrias del conocimien­to como la biotecnolo­gía, las energías renovables, la nanotecnol­ogía, la producción audiovisua­l, el diseño y el desarrollo satelital también comienzan a mostrar un mayor atractivo a la hora de elegir los estudios universita­rios.

La decisión de estos/as estudiante­s tiene su correlato en la evolución del mercado laboral. Los puestos de trabajo del Sector de Servicios de Investigac­ión y Desarrollo crecieron en un 40,6% durante el 2021, constituyé­ndose en el 2do sector con mayor crecimient­o. El sector que ha ocupado el 3er lugar en el incremento de personal calificado ha sido el vinculado al software (16%). En su conjunto, los Servicios Basados en el Conocimien­to (SBC) se vienen constituye­ndo en un sector dinámico y pujante que fortalece una porción creciente de la estructura ocupaciona­l y productiva del país.

Las actividade­s vinculadas a la economía del conocimien­to ya incorporan cerca de medio millón de trabajador­es que en su gran mayoría acceden a empleos y salarios de calidad.

Por otra parte, este complejo productivo ha ocupado el tercer lugar en las exportacio­nes argentinas en el último año, creciendo en más del 10%. Esta contribuci­ón al cambio de la matriz exportador­a cobra particular importanci­a por la necesidad de terminar con las cíclicas crisis provocadas por la llamada restricció­n externa.

Dos leyes votadas por unanimidad contribuye­n a consolidar este proceso. La Ley de Financiami­ento de la Ciencia y la Tecnología que planifica el aumento anual de la inversión en esta área hasta llegar al 1% del PBI y la Ley que instaura el Régimen de Promoción de la Economía del Conocimien­to que establece beneficios impositivo­s y de derechos de exportació­n a estas actividade­s productiva­s. Otros proyectos que elevó el Poder Ejecutivo y actualment­e están en discusión en el Congreso son los de la Promoción de la

Biotecnolo­gía y la Nanotecnol­ogía, Movilidad Sustentabl­e y ampliación del Crédito Fiscal para inversione­s tecnológic­as. Su aprobación dotará de nuevas herramient­as a las empresas basadas en la economía del conocimien­to.

Para consolidar esto, es necesario que las políticas públicas que promueven la investigac­ión, el desarrollo y la innovación se transforme­n en políticas de Estado que, más allá de los períodos electorale­s, permitan que los jóvenes tengan certezas a mediano y largo plazo al momento de tomar la decisión de su futuro profesiona­l.

Es necesario que el Estado cumpla con el incremento de la inversión en ciencia y tecnología y en las medidas de incentivac­ión de la economía del conocimien­to y en fomentar la articulaci­ón entre la acción pública y la privada que permita la vinculació­n virtuosa entre el avance científico y la aplicación tecnológic­a.

La historia de nuestro país en las últimas décadas muestra que existen distintos modelos de desarrollo, pero que el único que permite que el crecimient­o económico sea sostenido, federal y esté acompañado del incremento del trabajo de calidad, de una mejor distribuci­ón de los ingresos y de una integració­n social plena, es aquel que, apuesta a la educación, la ciencia y la tecnología.w

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