Un ladrón escapaba de un robo y mató a un hombre: lo condenaron a perpetua
Rodrigo González festejaba un cumpleaños. Gabriel Castro tiró desde la calle y lo asesinó.
Tres años, una pandemia y un juicio que se postergó dos veces fue el camino que tuvo que atravesar la familia de Rodrigo González (35) para tener “un poco de alivio”. De visitar la fiscalía, hacer marchas, caravanas y empapelar el barrio con su cara: sonriente, de rulos, con su camiseta de Racing, para pedir justicia.
Finalmente, el martes, el Tribunal Oral N° 4 de Lomas de Zamora condenó a Gabriel Castro (45) por el crimen. Además, lo consideró reincidente, por lo que no podrá acceder a beneficios de libertad anticipada.
“Fue durísimo ver a Castro, escucharlo, tenerlo enfrente. Lo transitamos con muchos nervios, con mucha angustia. La sentencia la leyó el secretario y él estaba ahí. Mientras repasaban las palabras, que por unanimidad el tribunal lo condenaba a perpetua, fue un grito de alivio difícil de explicar”, repasa Soledad Acuña, cuñada de Rodrigo. Su marido, Sebastián González, era el hermano de la víctima y la noche del crimen festejaban un cumpleaños en su casa.
El juicio tenía fecha de inicio el 29 de junio, pero tuvo que postergarse para agosto. “Los nervios que uno tiene. Los testigos que estaban citados. No es nada fácil. Pero otra vez, de un día para otro, lo suspendieron porque el abogado de Castro presentó un certificado médico que indicaba que había tenido un pico de estrés y que no podía presentarse. Así que otra vez lo pasaron, esta vez para noviembre”, recuerda la mujer a Clarín.
El 7 de noviembre pudo arrancar el debate que terminó con la pena máxima para Castro.
“Castro siempre negó todo. Inventó que alguien lo perseguía, que tenía un arma de juguete. Se contradijo todo el tiempo”, explica Soledad.
La familia vistió un uniforme desde el día del crimen: remera blanca y una foto de la víctima sonriendo y vistiendo su camiseta de Racing. “Justicia por Rodrigo”, es la leyenda.
Santiago, el hijo de Rodrigo y Florencia Vinjoy (38), tenía 8 años cuando mataron a su papá. Jugaba con sus primos cuando Castro disparó contra el frente de la casa. Ahora tiene 11 y también tiene su remera pidiendo justicia, pero no quiso presenciar ni las audiencias ni las marchas.
“No podemos sentir felicidad por la condena, pero sí tranquilidad. Estamos tranquilos porque hicimos todo lo que pudimos, todo lo que estuvo a nuestro alcance para que esto no quede impune. Y lo logramos, por Rodrigo y por su familia”, sintetiza Soledad.
Y cierra: “Esto nos pone en un lugar muy feo porque una persona así, que hizo lo que hizo, que siempre fue tan prepotente en sus declaraciones, siga viviendo. Y Rodrigo, que era un ser hermoso, ya no esté entre nosotros, es muy difícil de superar”.
El 17 de agosto de 2019, Rodrigo González había ido a trabajar como instalador para una empresa de televisión por cable. Después, fue a la casa de Zuviría al 400 para festejar el cumpleaños de la mamá de Soledad Acuña, su cuñada.
Florencia le dio un beso y se fue a buscar a su hijo. Le pidió cigarrillos y la despidió. Al rato, la mujer volvió y dejó a Santiago, pero como se olvidó los cigarrillos volvió a salir. En ese momento, con su marido en la ventana, empezaron los tiros.
Castro había intentado robarle la camioneta a un policía retirado que lo espantó a golpes. Fue en Iriarte al 800. Cuando quisieron escapar, el dueño sacó su arma reglamentaria y tiró contra su propio auto, por lo que escaparon corriendo. El cómplice para un lado, Castro hacia la casa en la que estaba Rodrigo.
Castro quiso robar el auto del padre de Soledad, no pudo, y empezó a a dispararle. Fueron siete tiros. Una de esas balas atravesó una ventana, rompió el vidrio y terminó matando a Rodrigo. Le impactó en el pecho.
Castro siguió corriendo, entró a la casa de un matrimonio de jubilados,
Al homicida le impidieron robar un auto y por eso disparó hacia las ventanas.
los encerró en el baño y les robó un Fiat Idea que dejó abandonado en Temperley. Lo encontraron el 29 de agosto después de que se difundieran las imágenes de las cámaras de seguridad y un vecino lo reconociera. Desde entonces está preso.
Ahora lo condenaron por los tres hechos: robo agravado en tentativa en concurso real con homicidio criminis causa, por el crimen de Rodrigo. El mismo delito, pero en tentativa por el primer hecho, y robo agravado por el tercero. ■