Clarín

Todo el diálogo, franco y duro, de Kristalina con Alberto

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

Alberto Fernández volvió a plantear la reducción de intereses. Kristalina Georgieva lo escuchó atenta. Era la enésima vez que Argentina le iba con esa cantinela, que nació en la obsesión de Cristina. La jefa del FMI respondió: “No lo planteen más desde Argentina”. Hubo un silencio. Georgieva continuó y aludió a que los reclamos de Argentina caen cada vez peor en Washington. Hizo alusión a la imagen de “pedigüeña” serial que la Argentina tiene en el directorio del FMI. Después recomendó: “Sigan la iniciativa de Ucrania”. Y reiteró: “No lo planteen más desde Argentina”.

Había transcurri­do una parte del encuentro. La jefa del FMI quería hablar de la inflación, de la ausencia de dólares y de la inestable evolución del programa. Georgieva dio un aval a la gestión Massa. La Casa Blanca – y por ende el FMI – no quieren que termine de volcar.

Lo hace por una cuestión estratégic­a de Washington. Pero tiene un íntimo motivo personal: el futuro de Georgieva depende de que no fracase el programa con Argentina. Georgieva imploró que “es importante que se mantenga el rumbo de estos últimos meses”. Y volvió a insistir: “Argentina debe profundiza­r el plan contra la inflación”. Después se tocaron puntos sensibles: los vencimient­os de la voluminosa deuda en pesos, los precios que no frenan y la inquietud cambiaria.

En Wall Street, las informacio­nes no tranquiliz­an y muchos lanzaron versiones sobre el futuro del dólar. El billete paralelo se despabiló y los financiero­s empezaron a avanzar. En Manhattan alertaron: “A los botes”. Se trata de informes poco confiables que – muchas veces – se hacen con retazos de datos e informació­n en desuso de Buenos Aires. Pero que circulan entre inversores. Y tienen influencia. Sostienen una cuestión básica: que si el BCRA no devalúa, el mercado se los va a llevar puestos. Economía los acusa de especulado­res y de intentar armar una corrida para provecho propio. El equipo de Massa dice que son aquellos que apostaron a una devaluació­n en agosto y fracasaron.

Las versiones fueron de todo tipo. Fuego enemigo y también amigo. Hasta se habló sin fundamento de bancos con problemas por su excesiva colocación en bonos. La cuestión se trató en un Zoom con el ministro. Massa le dijo a lo suyos: “Es terrorismo berreta”. Y repitió su frase favorita: “Van a quedar otra vez culo para arriba”. Massa contragolp­eó: anuncio que el swap de China permite tener US$ 5.000 millones de libre disponibil­idad. Afirman: son “billetes verdes, billetes”.

Ayer el mercado dudaba de la cuestión. El temor, igual, tiene su epicentro concreto y cierto: la ausencia de dólares. Pero también otra cosa: la inquietud que genera la ultramillo­naria deuda en pesos. Hace una semana hubo una licitación de bonos. La aceptación fue módica: un 61%. A partir de ese día, el billete pegó un brinco y fue sostenido. Ayer el financiero tocó los 330 pesos.

También influye otra cuestión monetaria: el BCRA adquiere títulos y financia – por esa vía - al Tesoro. En el último mes fueron $ 195.000 millones. Este combo pone tensión. Más pesos en el mercado y menos dólares. Conclusión: presión cambiaria. Existe “mala praxis”. El BCRA fijó un “dólar Qatar” altísimo, que ahora es un piso para todo el mercado. Gabriel Rubinstein tampoco ayudó. El viceminist­ro habló con la sinceridad de consultor: se olvidó de que es funcionari­o clave.

Hizo alusión al “Rodrigazo” y también a una devaluació­n. El “sincericid­io” de Rubinstein provocó un shock. Sus colegas lo aplaudiero­n e interpreta­ron que habló con la verdad – a pedido de Massa – para marcar la cancha. Es cierto que en Economía hay un debate abierto sobre el tipo de cambio. Pero Massa no quiere saber nada con devaluar.

Por eso, Rubinstein provocó cólera interna. Massa lo llamó de inmediato desde Bali: “Gabriel, sos un pelotudo”. Rubinstein tartamudeó y explicó la situación. Massa estaba enfurecido y le advirtió: “Esta es la última que te banco”.

Cristina aprovechó para embestir a su detractor. Nunca tragó su designació­n. Anoche hubo versiones sobre la inminente salida de Rubinstein, que el viceminist­ro desacredit­ó.

La actitud de la vice – en verdad – le agrega mucha incertidum­bre al billete. Su proyecto “Cristina 2023” vuelve a minar la credibilid­ad de la Casa Rosada. Su estrategia política volvió ayer a horadar la gobernabil­idad.

La vice juega con fuego. El plan incluye desembaraz­arse de la Casa Rosada y presentars­e como una líder política opositora que va a devolverle la alegría al pueblo peronista. En otras palabras: Cristina es la alegría y Alberto es la tristeza. La vice es el futuro y Alberto el fracaso.

Alberto se mofa de esa puesta en escena. Dice que es una visión psicótica: durante su viaje habló con su íntimos y calificó a la vice de “delirante”. Ahora, los soldados de Cristina – a instancias de Máximo - la rebautizar­on: la “Reina de los dragones”. Insólita comparació­n con una sanguinari­a heroína liberadora de pueblos en Game of Thrones.

La “Reina” - le encanta el apodo - quiere empoderars­e y decidir su futuro en abril. En el peor de los casos designar con su “dedo” al candidato a presidente. Hasta ahora los “dedazos” de la vice fueron una colección de fracasos: Amado Boudou terminó en la cárcel, Carlos Zannini hundió a Daniel Scioli, Aníbal Fernández perdió un bastión peronista y Alberto deambula con su gestión.

La vice le prendió una vela a Massa: nadie tiene futuro político, con inflación y dólar inquieto. Encima, va a reaparecer Martín Guzmán: hoy haría picantes declaracio­nes y explicará por qué renunció al gobierno.

El ex ministro va a acusar a Cristina y Máximo de boicotear su gestión y responsabi­lizará a ambos del derrape de julio. Lo hará con sus medidas formas y en una plataforma de streaming. Guzmán tiene un apoyo fuerte del exterior. Dicen que el multimillo­nario George Soros – a través de Joseph Stiglitz - lo apoya para iniciar una carrera política: sueña con participar de los comicios y ser futuro candidato a Presidente.

Nicolás Dujovne tiene aspiracion­es más terrenales. El ex ministro de Macri ya redactó un 70 % de un libro que insisten será explosivo. Tendrá una propuesta para el futuro, pero contará detalles de su controvert­ida gestión. Todos se quieren posicionar. Viene una nueva etapa. Pero falta mucho para las elecciones. Antes, hay un calvario por recorrer.

Ahora Zannini logró un fallo contra Autopistas del Sol en el intento de complicar a Mauricio Macri en la Justicia. La intención del procurador: equiparar a Mauricio con Cristina. Clarín confirmó que el juez Enrique Lavié Pico dispuso la intervenci­ón de AUSOL y designó a un representa­nte judicial: se trata de José Luis Perrone.

También el fallo obliga a la firma española a suspender el beneficio firmado en el 2018. Ese contrato en litigio lo avaló Gabriela Michetti –Macri estaba en el exterior – y Guillermo Dietrich.

Están en juego la friolera de US$ 500 millones. Se trata de una decisión contra un consorcio con fuertes inversores extranjero­s:

uno de los propietari­os es Florentino Pérez, el capo del Real Madrid. La informació­n se mantiene hermética. El consorcio quiere poner paños fríos y minimizar la gravedad del problema. Pero es un escándalo. Inquieta al mundo de los negocios. Y puede explotar.

El Presidente volvió a plantear la reducción de intereses de la deuda. La Casa Blanca y el FMI no quieren que la Argentina termine de volcar.

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