Clarín

Tus pedidos son órdenes y viajan en moto a toda velocidad

También en Doha, el viajero puede sentirse como en casa.

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En Doha, ya lo saben, estamos casi del otro lado del mundo. No sólo por cuestiones cartográfi­cas, sino también por una cultura totalmente diferente que, sin necesidad de ser muy avispado, se percibe al caminar por las calles de la ciudad. Hablan un idioma que sería imposible de entender de no ser que no hay uno -al menos entre los que crucé palabras hasta el momento- que no sepa inglés y una religión predominan­te, la musulmana, que marca el pulso de una sociedad a través de usos y costumbres muy lejanos a las nuestros. Sin embargo, no todo es diferente. También hay puntos en común con la Argentina. Y uno de ellos son las apps de servicios de delivery y su fortísima presencia en la calles de los polos comerciale­s de la capital catarí.

“Qué te pensabas, salamín, que solo existían en Argentina”, me podrá decir algún indignado con estos diarios de viaje. Y le respondo rápido, pero con mucho respeto. No, ya sé qué existen en gran parte del planeta. Y es más: como estoy muy informado por el mero hecho de ser periodista también sé que nuestro país fue uno de los últimos en ser conquistad­os por este tipo de empresas de servicio puerta a puerta que floreció y se expandió en tiempos de pandemia.

“¿Entonces? ¿Que es lo que llama la atención?”, me puede apurar el mismo indignado. Lo primero es la cantidad deliverys que hay. Son muchos. Muchísimos. Un montón. Si uno se detiene en la calle o en una avenida y empieza a ver cuántos pasan en un minuto la cuenta es una misión imposible.

La población de motoqueros, como si tratara de vampiros, se multiplica exponencia­lmente una vez que empieza a anochecer, un poco antes de las cinco de la tarde. Es entonces cuando el sol y el calor dan un respiro y cuando arranca una hora pico que se extiende hasta pasadas las 12 de la noche. La hora de las motos. Es que hay un detalle acá, en Doha, que todavía no les conté: los negocios cierran tarde. Muy tarde.

¿Quieren adivinar? ¿Jugamos por un par de párrafos?

Les doy tiempo.

Y les pido que los que lo saben dejen jugar a los otros.

Tic, tac, tic, tac. ¿Estamos? ¿Saben? ¿No saben? ¿Seguros?

Bueno, les cuento: los negocios como los shoppings y los restaurant­es están abiertos hasta las tres de la mañana. Sí, leyó bien. ¡Hasta las tres de la matina! ¿Arrancan tarde? No, en general a las 8, cinco horas después, todos están en funcionami­ento. No sólo son calurosos los días aquí. También muy largos.

Pichones del MotoGP

Pero volvamos a los deliverys. Otra diferencia sustancial, comparado con los nuestros, son cómo se visten los empleados de estas empresas, como Tabalat, Deliveroo, Foodal o Snoonu, entre otros. Parecen, exagerando un poco, para qué mentir, pilotos del MotoGP, la F1 del motociclis­mo. Llevan casco y ropa con la marca que los “auspicia” que se ve por todas partes. La única diferencia, con Marc Márquez o Valentino Rossi, es la mochila térmica en la que llevan los encargos y algunos kilitos de más. ¡Quién soy yo para juzgarlos!

Se dice que es la única diferencia porque a los muchachos no les tiemblan las muñecas y aceleran a fondo por las calles. Y, cuando estás manejando, te aparecen por sorpresa en el retrovisor y te tiran unos sobrepasos de película. Van y vienen por todos lados. ¿De dónde vienen? De India, de Filipinas, de Kenia... Son extranjero­s, con permiso de residencia atado a lo que dura el contrato laboral. Si tienen trabajo se quedan. Si no tienen, se van.

Son unas diez las apps de servicio de delivery que funcionan en Doha. Una, Snoonu, tiene en su interfaz una increíble similitud a la de una de capitales uruguayos que usamos seguido en Buenos Aires. Sin embargo, la que gana por mayoría cromática en Qatar -al igual que sucede en la compulsa visual de camisetas de seleccione­s mundialist­as que por ahora tiene como amplio ganador a la Argentina- es una que se identifica con los colores naranja y amarillo.

Cómo se dice pedido en árabe

La empresa en cuestión se llama Talabat y es la más grande en Medio Oriente. Fue fundada en 2004, en Kuwait, por Abdulaziz Al Loughani y Khaled Al Otaibi, dos emprendedo­res, que once años después vendieron su creación a una empresa alemana que pagó 170 millones de dólares.

Para entonces, la firma se había expandido en toda la península arábiga y al norte de África. Operaba, además de Kuwait, en Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes, Oman, Jordania, Egipto, Irak y, por supuesto, Qatar. Hoy tiene más de 16 mil empleados.

¿Qué quiere decir Tabalat? Es una voz árabe que significa “pedidos”. Sí, no fueron muy creativos, pero por lo que se ve en las calles de Doha -y en las cuentas bancarias de los dos fundadores­la idea prendió. ■

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